AGUA: Un bien común y un problema nacional (Y… IV)

Una Asamblea Nacional del Agua

A lo largo de tres entregas hemos analizado cómo la solución al problema del agua ha de ser una solución integral (considerando todas las alternativas posibles) y solidaria, desde la perspectiva del agua como un bien común del conjunto de la nación, de la que depende no sólo el abastecimiento humano sino que está estrechamente ligada al desarrollo económico y, especialmente ahora con la crisis, a la creación de riqueza y empleo. Ahora bien, para ello, se ha convertido en un objetivo imprescindible evitar que el problema del agua siga en manos de las castas polí­ticas, de los dos grandes partidos y las burguesí­as burocráticas locales.

Al igual que hemos visto con los antanos, trasvases y desaladoras tienen sus inconvenientes y ventajas. Lo que sí está claro a estas alturas son dos cosas. Una que existen avances científico técnicos suficientes para, si se quiere, hacer viables las soluciones más adecuadas en cada caso; abordando cualquier solución con suficientes garantías para resolver los problemas medioambientales que cada caso plantea, ya sea la construcción de embalses, desaladoras, trasvases, o la utilización de las aguas superficiales, subterráneas y directas de lluvia, pasando por la depuración y la reutilización.La realidad ha demostrado que ni las medidas “estructurales” (pantanos, trasvases, desaladoras), ni las “conservacionistas” (basadas únicamente en la gestión de la demanda, el ahorro y la reutilización), son capaces, por sí solas, de solucionar la problemática del agua. Hace falta un enfoque integrado, combinando de manera conjunta y coordinada todas las actuaciones, estructurales y no estructurales.Y otra, que hay que abordarlos no desde la simplificación interesada de la guerra entre los diferentes sectores políticos. Las desaladoras y trasvases no son la solución, una como “la alternativa” del PSOE y la otra como la del PP, sino como parte de la solución integral al problema del agua.Pero para ello hace falta tanto voluntad y decisión como posición para partir del interés general. Empezando por echar abajo todos los blindajes absurdos e insolidarios y garantizar la competencia única, nacional, sobre el agua, y una gestión unificada. Y continuando por crear un organismo independiente de los partidos políticos, ampliamente representativo de los intereses populares y con capacidad científico-técnica para abordar los problemas del agua y la propuesta de soluciones. En definitiva, una alternativa nacional y popular, una Asamblea Nacional del Agua (o Pacto similar) independiente de los gobiernos de turno, donde estén representadas desde las cuencas hidrográficas a las comunidades de regantes, las universidades, científicos y técnicos valiosos, municipios y comunidades autónomas, representantes del gobierno y las fuerzas políticas, etc. para buscar soluciones técnicamente viables y sostenibles, solidarias y de consenso.Este es el camino para acabar con el enfrentamiento entre diferentes comunidades y la exacerbación de las diferencias. Y también para hacer del problema del agua una fuente de riqueza y empleo, inmensamente valiosa en estos tiempos de crisis que vivimos; puntal de la investigación y el desarrollo científico y al servicio de la independencia energética del país.

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