10 años del euro (I)

¿Una alternativa al dólar?

El 1 de enero de 2009 se ha cumplido el 10º aniversario del nacimiento del euro, recibido por los gobiernos europeos y la mayorí­a de los medios como un éxito completo. Tanto como el instrumento que ha permitido dar un gran paso en la integración europea, como por su consolidación como una divisa internacional y, por lo tanto, amenaza y alternativa a la hegemoní­a mundial del dólar. ¿Pero es realmente el euro alternativa al dólar? Y, en todo caso, ¿está ya a las puertas de sobrepasarlo como moneda de referencia del sistema monetario internacional?

Sin duda el euro, como una moneda “joven” de aenas diez años, ha cosechado éxitos y dado pasos importantes. Aunque también plantea serios problemas.En primer lugar, se reconoce que el euro se ha consolidado como símbolo de la alianza monetaria europea, y como tal ha contribuido al proceso de integración europea. La Eurozona*, formada por 16 países (de los 27 que integran la UE), con una población global de 330 millones de personas, representa el 25% de los intercambios comerciales del mundo (frente al 12,5% de Estados Unidos) lo que la convierte en el primer importados y exportador internacional. La moneda única ha favorecido las relaciones comerciales, la estabilidad económica y la reducción de los costes financieros en la circulación de capitales. Incluso las ventajas ante la crisis: “es mejor atravesar la tempestad financiera en un gran buque que en un pequeño barquito", según el presidente del Banco Central Europeo (BCE), el francés Jean-Claude Trichet, ante el Parlamento Europeo.En segundo lugar, se ha consolidado como una nueva divisa de referencia internacional y una de las monedas más fuertes del mundo. “Un puerto seguro” según un portavoz de la banca alemana. En los diez años se ha revalorizado un 20,4% respecto al dólar y casi alcanza el valor de la libra. En los últimos ocho años, aunque el dólar sigue siendo la moneda más utilizada como reserva de divisas por los bancos centrales, el euro ha elevado continuamente su posición en las reservas de divisas, pasando del 18,1% al 26,4%; frente a la tendencia inversa del dólar, que ha perdido más de 7 puntos, bajando del 71,1% al 63,77%. Es decir, la decisión de los bancos centrales de diversificar sus reservas de divisas ante la continua depreciación del dólar ha favorecido al euro. Y esta mayor estabilidad del euro le ha permitido también ganar posiciones en los mercados monetarios internacionales: la mitad de las emisiones de deuda internacionales ya se realiza en euros. , no todos los países han salido igualmente beneficiados. Frente a los evidentes beneficios para las grandes potencias europeas, Alemania y Francia, para los países con economías más débiles, entre ellos España, Grecia o Portugal, el euro ha supuesto también serias desventajas. La llegada de la moneda única supuso una brutal subida de precios. La cesión de soberanía económica ha impedido a estos países tener el control sobre las tasas de interés o la capacidad de devaluación de la moneda como instrumentos para favorecer la productividad o las exportaciones. El manejo de los tipos de interés por el BCE y las fluctuaciones del euribor, primero alentaron el “monocultivo” del ladrillo y luego la escandalosa subida de las hipotecas… Pero si lo anterior dibuja al euro como una moneda estable y alternativa seria que cuestiona a medio plazo la hegemonía del dólar, otra serie de factores trabajan en sentido contrario y lo que ponen en cuestión es si el euro será capaz de hacer frente a los desafíos a los que se enfrenta. El euro nace en pleno auge del proyecto hegemonista para Europa de la Alemania reunificada tras la caída del Muro de Berlín y del eje franco-alemán. Y se ha visto favorecido por un ambiente internacional favorable de crecimiento sostenido a escala mundial y globalización económica. Pero ¿cómo superará el euro la nueva situación económica creada por la crisis financiera mundial, sin duda el desafío más importante de su corta historia? ¿Cómo se desenvolverá en el nuevo marco internacional con el cambio de época que supone el fin de la era Bush y la llegada de Obama? Incluso internamente en la UE ¿cómo saldrá tras el quebrantamiento de todas las costuras políticas (fin del eje franco-alemán y nuevas relaciones de la Francia de Sarkozy con el Reino Unido) y económicas (recesión y ruptura del pacto de estabilidad en la Eurozona, escalada del endeudamiento, aumento del paro, profundización de la onda expansiva de la crisis financiera que llevan las pérdidas hasta el propio corazón financiero de la Eurozona, con el Deutsche Bank anunciando pérdidas de 4.800 millones de euros en el cuarto trimestre)? Que desde el estallido de la crisis, en doce meses el euro ha llegado a bajar un 2’5% su apreciación respecto al dólar, es todo un síntoma. Además, aunque la Eurozona sea el primer exportador-importador a nivel mundial, el dólar sigue siendo la moneda más utilizada en los intercambios internacionales, sobre todo en Asia e Iberoamérica donde se concentran las principales economías emergentes. Y esta sigue siendo la tendencia principal.A pesar de todo, la oligarquía financiera yanqui dispone de recursos hoy por hoy inalcanzables para ningún otro país o bloque de países para dictar las reglas básicas de la economía mundial, entre ellas mantener el dólar como la moneda de referencia del sistema monetario global. En tanto que esa capacidad tiene una relación directa, no ya solamente con el hecho de que el dólar siga siendo la principal moneda de referencia en las transacciones comerciales mundiales y aún la principal reserva de divisas, sino en el mantenimiento de su hegemonía político-militar a escala planetaria. Por eso, sin cambiar la correlación de fuerzas y la estructura del poder mundial no es pensable un cambio del dólar como moneda de referencia. Como no lo es que la hiperpotencia yanqui lo dejara caer sin disponer de todos sus recursos para evitarlo a toda costa. * Países integrados en la Eurozona: Alemania, Francia, Italia, España, Austria, Bélgica, Holanda, Irlanda, Finlandia, Portugal, Luxemburgo, Grecia, Eslovenia, Malta, Chipre y Eslovaquia desde el pasado 1 de enero.

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