Una de las banderas que más gusta enarbolar Zapatero es la de la justicia social, la del compromiso de su gobierno con los más desfavorecidos. Y lo argumenta con medidas como la ampliación del subsidio de desempleo, el aumento de las becas estudiantiles, la elevación de las pensiones mínimas o su negativa a recortar conquistas y derechos sociales. Sin embargo, la evolución de la distribución de la riqueza en España bajo su mandato nos habla de una realidad muy distinta. Nunca antes habíamos llegado a un nivel de desigualdad mayor en la distribución de la riqueza entre las rentas salariales y las rentas de capital.
Zaatero gusta de presentarse como el gobierno de los débiles, pero la realidad de las consecuencias de su política económica nos hablan del gobierno de Botín y unos cuantos oligarcas. Bajo la apariencia de un amplia política social, lo que está ocurriendo bajo su gobierno es un imparable incremento de la desigualdad entre los españoles. Los números, como el algodón, no engañan. Una doble desigualdad La distribución de la renta con respecto al PIB nacional expresa la forma en que la nueva riqueza creada cada año en el país se reparte entre el trabajo y el capital, entre las rentas salariales y las rentas empresariales.Pues bien, hasta bien entrados los años 70 –según un estudio de la Comisión Europea, pues a la dictadura franquista no le preocupaban demasiado la solvencia de las estadísticas–, la parte del PIB de la que se apropiaban las rentas salariales ascendía a un 64% del total, es decir, casi dos tercios de la nueva riqueza creada iba a parar al bolsillo de los trabajadores asalariados.En el 2000, veinte años después –tras cuatro gobiernos de Felipe González y uno de Aznar– la participación de las rentas salariales había descendido ya hasta el 50%. Una pérdida de 16 puntos porcentuales del PIB que traducido en dinero significa muchos billones de pesetas, la moneda entonces en circulación, que desde las rentas salariales habían pasado a las rentas del capital.Con los gobiernos de Zapatero esta tendencia no ha hecho sino acentuarse. Y en el año 2007 –último del que se tienen estadísticas completas– las rentas salariales llegaban a su mínimo histórico: aunque la entrada masiva de inmigrantes ha hecho aumentar enormemente el numero de trabajadores activos, la parte que ahora corresponde a las rentas salariales se ha reducido hasta un exiguo 46%. Es decir, desde 1975 los trabajadores, pese a ser más a repartir, hemos perdido casi un tercio de la parte de la riqueza nacional de la que entonces disfrutábamos. Prácticamente cada año desde esa fecha, las rentas salariales han ido descendiendo –como media– un 1% su participación en el PIB.Bajo la apariencia de una elevación general del nivel de vida, lo que se ha estado produciendo todos estos años es la constante ampliación del abismo social que separa a la mayoría de la sociedad española de una minoría privilegiada. Pero esta creciente desigualdad no afecta solamente a la distribución entre las rentas salariales y las empresariales. También la renta personal ha estado sometida a ella.La distribución personal de la renta expresa la forma en la que las rentas del mercado y las distintas transferencias se distribuyen entre toda la población, sea activa o inactiva. El primer indicador del grado de equilibrio o desequilibrio en la distribución personal de las rentas se mide por la concentración de riqueza, medida que los economistas denominan índice de Gini y cuyo valor puede oscilar entre cero y uno. Cuando el valor está más cerca de cero, más equitativa es la distribución, y viceversa, cuanto más cerca de uno más desigual.En el año 2004, cuando Zapatero llegó al gobierno el valor de éste índice era de 0,307. Tras sus 4 primeros años de gobierno había crecido hasta 0,325.Una subida de 28 centésimas que significa que la desigualdad en la distribución personal de las rentas ha aumentado en casi un 6%.Otro indicador gráfico de la distribución personal de la renta usado por los economistas es dividir la población y la renta en décimas partes, estableciendo el porcentaje de la renta total que recibe cada una de esas décimas partes, desde el 10% mas pobre al 10% más rico. ¿Cómo se ha movido este indicador durante los años de gobierno de Zapatero?Entre 2003 y 2007, años de expansión y crecimiento del PIB a una tasa superior al 3,5%, las seis primeras décimas partes, el 60% de la población, había perdido renta real y, de las cuatro siguientes, la que más ha ganado es la del 10% más rico de la población, que se apropia de más del 31% de la riqueza.Pero si la concentración de riqueza la medimos en el terreno financiero, el resultado es sobrecogedor: el 10% más rico de la población se apropia del 70% de la riqueza financiera.Si a esto le sumamos el injusto sistema fiscal español, en el que la práctica totalidad del sistema impositivo descansa sobre las rentas del trabajo mientras que los multimillonarios beneficios obtenidos por las grandes fortunas en sus SICAV tributan un mísero 1%, tendremos un cuadro bastante aproximado de cómo en la España de Zapatero, los poderosos son cada vez más ricos mientras que el resto hemos de conformarnos con una parte del pastel cada vez menor. Un triple trasvase de rentas Pero quedarse en esto es llegar sólo a la mitad del problema. Porque el origen de este aumento de las desigualdades –que con la crisis no está haciendo sino acelerarse– está en una política económica que ha propiciado un triple trasvase: desde las rentas salariales hacia las rentas de capital, desde la ganancia empresarial hacia el sector financiero y desde la riqueza nacional hacia el capital extranjero.Como hemos visto más arriba, el salario relativo, es decir, el que se mide en relación a la parte del nuevo valor añadido que se apropia el capitalista mediante la ganancia ha sufrido estos años un descenso proporcional al aumento que, inversamente, ha conocido la ganancia empresarial.Pero esta ganancia empresarial tampoco se reparte de forma equitativa entre todos los capitalistas, ni mucho menos. Lo cierto es que durante los años del primer gobierno de Zapatero los beneficios empresariales han sufrido también su propio trasvase interno.La parte de ellos que ahora se llevan los intereses, esto es, los pagos al sector financiero en detrimento del beneficio del empresario, han aumentado en esos 4 años (pero especialmente entre 2006 y 2007), en un 6,58%. Es decir, el sector financiero, a través de un proceso gigantesco de endeudamiento de las empresas, ha aumentado exponencialmente la proporción en que, a través del cobro de los intereses de la deuda, participan de la ganancia empresarial.Mientras del año 2000 al 2003 la ganancia capitalista se distribuía en un 33,7% para el sector financiero y el 66,3% para el beneficio empresarial, en el período 2003-2007, en pleno gobierno Zapatero, esa distribución de la ganancia ha cambiado radicalmente. Ahora, la parte de la nueva ganancia que se llevan los intereses, la banca y el sector financiero es del 55%, mientras que los beneficios empresariales tienen que “conformarse” con el 45%.Al mismo tiempo, el déficit exterior acumulado –el trasvase de rentas hacia el exterior, hacia el capital extranjero– aumentaba entre 2004 y 2007 un 200,5%, hasta convertirnos en el país más endeudado del mundo per cápita.Un triple trasvase (de rentas, de ganancias y de ahorro) que no hace sino poner de manifiesto cómo durante los gobiernos de Zapatero lo que ha ocurrido es el aumento del dominio de un pequeño puñado de grupos monopolistas sobre los trabajadores asalariados; del capital bancario –a cuya cabeza está Botín– sobre el resto de sectores oligárquicos y la pequeña y la mediana burguesía; y del capital financiero extranjero –a cuya cabeza están Alemania y Francia– sobre la economía del conjunto de la nación.A esto es a lo que Zapatero llama una política social.