Jamenei llama a Musaví­ a dejar la calle y sentarse a la mesa.

Un puerto en la taza de té

Después de las masivas manifestaciones verdes de esta semana parecí­a que el oficialismo perdí­a la iniciativa, pero ayer el máximo dirigente de Irán -muy por encima de Ahmadinejad-, el ayatolá Alí­ Jamenei demostró que no es en absoluto así­. Ante decenas de miles de fieles, el guí­a supremo de la República Islámica pronunció un duro discurso en el que llamó al orden a los candidatos opositores, sancionó tajantemente las manifestaciones y responsabilizó a sus cabezas de las consecuencias de sus actos. Pero serí­a simplista decir que el lí­der supremo está dando un puñetazo encima de la mesa a favor de Ahmadinejad, aunque su proximidad ideológica al ultraconservador es evidente. Jamenei y Musaví­, que se reunieron hace unos dí­as en un ambiente cordial, son viejos compañeros de armas, y es más que probable que el Guia Supremo esté tratando de calmar las aguas para proceder a que reformistas y conservadores -al fin y al cabo facciones del mismo régimen- se sienten a negociar y encuentren terrenos comunes, de forma que los perdedores electorales encuentren una «salida digna».

Desde luego, el discurso de ayer de Alí Jamenei deja oco margen de maniobra a los líderes de la oposición, que habían tratado de movilizar a sus seguidores sin desafiar abierta y frontalmente a las autoridades iraníes y en particular a su máxima figura. Hace varios días que Jamenei había llamado a Musaví a resolver sus diferencias por las vías establecidas, refiriéndose al veredicto del Consejo de Guardianes, que ya dictaminó que se revisaría el recuento en los distritos deonde hubiera denuncia de fraude –unos 600- pero que de ningún modo se anularían los comicios. Los partidarios de Musaví han inundado masivamente las calles de la capital, pero Musaví se ha empeñado en que fueran pacíficas, ha instado a no producir disturbios y a adoptar formas asumibles por el régimen: consignas como “¡muerte al dictador!” han sido sustituidas por “¡Alahu Akbar!” (Dios es el más grande). De hecho en la última gran manifestación, convocada por Musaví para honrar a los 8 opositores muertos en los disturbios, el líder reformista llamó a sus seguidores a acudir a la Oración del Viernes en la Universidad de Teherán, oficiada por Jamenei, para mostrar que los reformistas apoyan al guía supremo y al régimen de los ayatolás. Pero después se desdijo, quizá sabedor de que el ayatolá le iba a reprender en público y que los ánimos con los seguidores de Ahmadinejad, ayer mayoría, se podrían caldear. Y efectivamente, Jamenei hizo un discurso político antes de la plegaria: “Se debe decidir en las urnas lo que el pueblo quiere y lo que no quiere, no en las calles. Les pido a todos que pongan fin a este método. Si no lo hacen, serán responsables del caos y de sus consecuencias”, dijo, refiriéndose a los manifestantes pero también explícitamente a sus líderes –no sólo Musaví, sino Jatamí y Rafsayani-: “Los responsables políticos que tienen una influencia en el pueblo deberían prestar mucha atención a su comportamiento. Si actúan de manera extremista, este extremismo llegará a un punto sin retorno”.Musaví no sólo declinó asistir a la plegaria, sino que ha desistido de organizar junto a Jatamí –que dirige la Asociación de Clérigos Combatientes, que agrupa al clero reformista- una gran manifestación para hoy sábado. La sanción tajante de Jamenei parece haber detenido momentáneamente al líder opositor, aunque está por ver lo que harán sus seguidores, que han mostrado una gran capacidad de seguir con las protestas haga lo que haga su candidato.Jamenei llama al orden y a ir calmando a las masas, pero es consciente de que el grado de enconamiento que ha adquirido la disputa entre las dos facciones de la clase dominante y del régimen iraní precisa de una solución de compromiso, que si no deja satisfecha a las dos –dadas las diferencias frontales de fondo que plantean- si de una salida digna a los reformistas, y haga que algunas de sus demandas sean atendidas. Al fin y al cabo como observa muy agudamente el diplomático hindú M.K. Bhadrakumar en Asia Times, Jamenei está curtido en estas lides y los sucesos de estos días –dirigidos por una oposición que después de todo es parte fundadora del régimen- son para él “una tormenta en una taza de té”. Para “un habilidoso navegante a través de las aguas turbulentas del régimen”, dice el hindú, no debería ser difícil encontrar un puerto aceptable para unos y otros al calor de una acogedora taza de té persa.

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