Es el momento de tomar la iniciativa

Un programa para el pueblo trabajador

Según el premio Nóbel de economí­a Paul Krugman, de visita estos dí­as en nuestro paí­s, «el camino para salir de la crisis que tiene España será doloroso o extremadamente doloroso». Y vaticina 5 o 7 años, en el mejor de los casos, donde habrá que acometer unas rebajas salariales de al menos el 15%.

¿Es este el futuro inevitable que nos esera a España y a los españoles? ¿Significa esto que no hay nada que hacer? ¿Qué estamos a merced de los acontecimientos?De ninguna manera. Es en los momentos de crisis, de mayores dificultades cuando los pueblos, la gente, si toman las decisiones correctas cambian el curso de la historia.La lógica de las clases dominantes es que los trabajadores, las clases populares paguemos la costosa factura de una crisis que ellos mismos han provocado en su frenética carrera por revalorizar su capital, por obtener siempre unas tasas de ganancia más altas. Nuestra lógica, por el contrario, debe basarse en hacer avanzar nuestros intereses, imponiendo, en todo o en parte, mediante la unidad, la organización y la lucha un programa de redistribución de las rentas y de la riqueza nacional como el mejor medio para salir de la crisis desde el punto de vista de los intereses del pueblo trabajador.¿Existen condiciones para llevar adelante este programa de redistribución de las rentas? Sí, existen a poco que seamos activos y consecuentes en difundirlo, llevarlo a la gente y agruparla en torno a él.¿Quién, sino una ínfima minoría, puede estar en desacuerdo –en la España que camina hacia los cinco millones de parados, con 11 millones de mileuristas y un millón y medio de desempleados que no reciben ningún tipo de prestación– con un programa que fija, en primer lugar una escala salarial del 1 al 10, en el que nadie, ni trabajadores, ni parados ni pensionistas, cobre menos de 1.000 euros mensuales y nadie por encima de 10.000?Aplicar una medida de este tipo supondría, por ejemplo, que sólo con la limitación del sueldo del presidente del BBVA, daría para que 37.000 viudas pudieran pasar a cobrar una pensión digna de 1.000 euros mensuales. ¿Cuánta gente suscribiría ya mismo esta medida y la haría suya?Recortar en un 10% los gastos del Estado –para lo que no habría que hacer más que suprimir el despilfarro y los gastos superfluos y suntuarios– daría para conceder durante 12 meses un subsidio de 1000 euros mensuales a los 1,5 millones de parados que en la actualidad no cobran nada. O para pagar una prestación extra de 600 euros mensuales durante 22 meses a las 827.000 familias que tienen a todos sus miembros en el paro. O para construir cada año 1.632 hospitales de tamaño medio, con 200 camas hospitalarias y capacidad para atender a miles de visitas y urgencias diarias. ¿Cuánta aceptación puede llegar a tener una medida así?Obligar a poner los recursos de unas instituciones semipúblicas y sin ánimo de lucro como las Cajas de Ahorro –y que representan más del 50% del sistema financiero– al servicio de las necesidades de la mayoría de la población, del crédito a las familias y las pymes, de la creación de riqueza y empleo, ¿quién, que no sea las ínfimas castas político-burocráticas regionales que se han apoderado de ellas, puede no estar de acuerdo con esto?Si hasta en los mismísimos EEUU, Obama se está viendo obligado a tomar medidas de limitación salarial de los ejecutivos de Wall Street dado el estado de auténtica indignación nacional entre la población por los multimillonarios rescates bancarios, ¿por qué aquí habría de ser distinto?Que en nuestro país nadie, ni los sindicatos mayoritarios, ni los grandes partidos parlamentarios esté en condiciones de proponer algo así por sus múltiples lazos de subordinación y dependencia del Estado y de la clase dominante, no quiere decir que no exista entre las clases populares la demanda –cada vez más acuciante a medida que la crisis empeora aceleradamente sus condiciones de vida– de un programa de esta naturaleza.Frente a la idea de que no hay otra alternativa a la crisis que resignarnos a lo que venga, nosotros sí tenemos otro plan, radicalmente distinto, de aprovechar las circunstancias de la crisis para abordar una redistribución de las rentas en beneficio del pueblo trabajador y de la creación de riqueza y empleo. Una alternativa que el mismo tiempo que defender los intereses del país –y por supuesto los derechos democráticos– lo hace desde el interés del pueblo trabajador, de que sus intereses avancen y ganen terreno en la práctica.De todos y cada uno de nosotros, de tomar en nuestras manos esta alternativa y este programa, de unirnos y organizarnos en torno a él va a depender que seamos capaces de imponerlo.

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