Visita de Clinton a Corea del Sur:

Un pivote para el ancla

La fugaz estancia de Hillary Clinton en Corea del Sur, como última y previa escala a su visita a China se ha desarrollado según lo previsto. La Secretaria de Estado norteamericana se ha limitado a dejar claro que la posición de EEUU respecto al tema nuclear norcoreano no se ha suavizado un ápice y Washington mantendrá uno a uno los compromisos adquiridos para la «seguridad» de Corea del Sur frente a su vecino del norte.

Comromisos firmados en 2005 por los cuales, además de los 32.500 soldados norteamericanos instalados de forma fija en la península, los EEUU, en caso de amenaza de guerra, movilizarían nada más y nada menos que hasta 690.000 soldados, junto con 2.000 aviones militares y 160 buques de guerra, para defender a Corea del Sur. El hecho de que “en caso de emergencia” los EEUU tengan un plan para enviar refuerzos que suponen el 70% de sus marines, el 50% de su fuerza aérea y el 40% de su flota aérea a Corea, expresa claramente la importancia que dan a su permanencia en la península. Pero hay más, EEUU impuso un “acuerdo de principios” a Corea del Sur según el cual sus tropas estacionadas en este país están sometidas a “flexibilidad estratégica”, es decir, el ejército norteamericano en Corea del Sur no se ocupará sólo de los asuntos relacionados con la defensa de la península coreana, sino que es también una fuerza de reserva estratégica con licencia para intervenir en los asuntos de fuera de la península. Respecto al resultado de la fugaz visita, Clinton ha dejado claro en Seúl que la posición de EEUU ante Corea del Norte no se ha suavizado y que las relaciones no mejorarán hasta que el régimen de Pyongang ponga fin a sus ambiciones nucleares y se decida a dialogar con Corea del Sur. Stephen Bosworth, ex embajador en Corea del Sur, se dibuja como el candidato para ocupar el puesto de enviado especial a Corea del Norte. Oficialmente las dos Coreas siguen en guerra desde 1953 y el cambio de gobierno en el sur ha deteriorado las relaciones entre los dos países. El presidente surcoreano, el conservador Lee Myung-Bak, aboga por una línea más intransigente hacia Corea del Norte, tras una década de política de mano extendida practicada por su predecesor liberal. En represalia, Corea del Norte rompió a finales de enero todos los acuerdos políticos y militares con Corea del Sur. Y horas antes de que Clinton llegara a Seúl, hizo la última de una serie de advertencias a su vecino del sur, declarando que sus soldados estaban "totalmente listos" para la guerra. Las negociaciones sobre el desmantelamiento de las instalaciones atómicas norcoreanas y que ocupan, además de las dos Coreas a Rusia, China, Japón y EEUU, están estancadas. La incertidumbre sobre el estado de salud de Kim il Jong y su posible sucesión aumentan la preocupación sobre el curso que tomará el hermético régimen norcoreano. El papel que EEUU otorga a la permanencia de su presencia en Corea y que se refleja en la magnitud de los compromisos militares arriba enunciados, está tan clara y diáfanamente expuesto por el estratega Brzezinski que, una vez más, hemos de referirnos a sus análisis. Veamos qué nos dice Brzezinski respecto al papel de las relaciones con Corea del Sur: 1º.- La relación de EEUU con Corea del Sur permite “impedir que Japón se convierta en una gran potencia militar sin una abrumadora presencia militar norteamericana en el propio Japón”. “Corea del Sur es un pivote geopolítico del Lejano Oriente. Sus estrechos vínculos con los Estados Unidos permiten a éstos proteger a Japón y, por lo tanto, impedir que se convierta en una gran potencia militar sin necesidad de una abrumadora presencia estadounidense en el propio Japón. 2º.- Controlar a Corea del Sur “es cada vez más vital”. Una Corea con “espacio propio” podría unificarse con el norte o desplazarse hacia la esfera de influencia china. Los EEUU deben impedir cualquiera de estas dos posibilidades. “Cualquier cambio significativo en la situación de Corea del Sur, ya sea mediante la unificación y/o mediante un desplazamiento hacia una esfera de influencia china en expansión, alteraría necesariamente de manera crucial el papel de los Estados Unidos en el Lejano Oriente, modificando por lo tanto también el de Japón. Además, el creciente poder económico de Corea del Sur la convierte en un “espacio” más importante por derecho propio, por lo que controlarla es cada vez más vital.” 3º.- La emergencia de China puede alterar el papel regional de Japón, ya que “no es nada seguro que Japón aceptase seguir el liderazgo estadounidense en la contención de China” y podría conducir al fin de de la presencia norteamericana en el Lejano Oriente. “Puede que esté emergiendo una “Gran China” y que cualquier esfuerzo para impedirlo lleve a un conflicto cada vez más intenso con este país. Semejante conflicto podría hacer más tensas las relaciones entren Estados Unidos y Japón —porque no es nada seguro que Japón aceptase seguir el liderazgo estadounidense en la contención de China— y por ende tendría consecuencias potencialmente revolucionarias en la definición de Tokio del papel regional de Japón, lo que podría conducir incluso al fin de la presencia estadounidense en el Lejano Oriente. 4º.- Los EEUU deben mantener a toda costa su presencia militar en Corea del Sur. “En ese contexto, el mantenimiento de la presencia estadounidense en Corea del Sur adquiere una especial importancia. Sin él, es difícil concebir que los acuerdos de defensa entre Estados Unidos y Japón mantengan su forma actual, porque Japón debería alcanzar una mayor autosuficiencia desde el punto de vista militar. Pero cualquier movimiento hacia la reunificación de Corea podría dañar el fundamento de la continuada presencia militar estadounidense en Corea del Sur. Una Corea reunificada podría decidir terminar con la protección militar estadounidense; ese, sin duda, podría ser el precio solicitado por China a cambio de su apoyo decisivo a la reunificación de la península. En pocas palabras, la gestión, por parte de los Estados Unidos, de su relación con China tendrá inevitablemente unas consecuencias directas sobre la estabilidad de la relación triangular de seguridad entre Estados Unidos, Japón y Corea. Tras los acuerdos sobre la "fexibilidad estratégica" de las tropas norteamericanas en Corea y con un jefe de gobierno intransigente con el vecino del norte, los asuntos de la superpotencia en el sur de la península no requieren, por el momento, una especial atención por parte de la "diplomacia inteligente" de Obama-Clinton, sus antecesores Bush-Rice, lo dejaron todo bien atado.

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