¿Un paí­s al servicio de la banca o una banca al servicio del paí­s?

Salir de la crisis y acabar con el paro exige un cambio profundo y sustancial del modelo productivo y de desarrollo económico seguido por España en las últimas décadas. Pero esto no es algo que se pueda hacer de la noche a la mañana y sin poner los principales recursos del paí­s al servicio de ese objetivo. La financiación de la Ley de Economí­a Sostenible anunciada por el gobierno Zapatero es apenas una gota de agua en el océano de recursos necesarios para una polí­tica creí­ble de creación de riqueza y empleo.

Nuestro aís ha vivido en la última década “la madre de todas las burbujas inmobiliarias”. Aunque España apenas si representa al 10% de la población de la UE, desde el año 2000 se han levantado en nuestro suelo el 30% de todas las viviendas construidas en la Unión Europea.En eso, en esencia, ha consistido el modelo de desarrollo económico español desde el año 2000: la construcción como motor interno del crecimiento económico y el endeudamiento exterior la gasolina necesaria para hacerlo funcionar Un modelo atrofiado y caro para la mayoría Tanto el anterior gobierno del PP, como el actual del PSOE han alentado el crecimiento de un burbuja tan insólitamente desmesurada que ha hecho que durante años se construyeran en nuestro país más viviendas que la suma de las construidas en los tres principales países de la UE, Alemania, Francia y Gran Bretaña, que de conjunto prácticamente quintuplican la población española.Pero un modelo de este tipo, y desarrollado a esta velocidad, necesita de una ingente cantidad de recursos para financiarse. Ese ha sido el papel de la banca: financiar por partida doble –es decir, con doble ganancia– la burbuja inmobiliaria: primero prestando a constructoras e inmobiliarias, después, una vez construidos los pisos, hipotecando a las familias para su adquisición.El valor de los préstamos vivos a promotores inmobiliarios que en el año 2000 ascendía a 33.500 millones de euros, se había multiplicado prácticamente por 10 en 2008, ascendiendo a 318.000 millones, un incremento del 850%. Si a esto le añadimos los créditos a las constructoras, el valor total de los préstamos concedidos por la banca al sector en su conjunto (promotores más constructores) asciende a 470.000 millones de euros. Una deuda que representa prácticamente el 50% del PIB español.Para sostener el crecimiento de esa burbuja la banca ha estado destinando anualmente –y durante un período de 8 años– una media de casi 60.000 millones de euros (10 billones de la antiguas pesetas).Es importante retener el dato, porque ilustra de forma significativa los recursos que son necesarios para impulsar un modelo de desarrollo económico, incluso aunque, como en este caso, sea un modelo insostenible, hipertrofiado y caro, muy caro, para la mayoría. Los recursos de la banca son nuestros y los queremos Representémonos ahora ese mismo volumen de capitales –y durante un tiempo similar– dirigido hacia la inversión productiva, hacia la creación de un amplio tejido industrial propio, capaz de producir una alta tasa de valor añadido, de crear nueva riqueza, necesitado de dotarse de amplios recursos nacionales para la I+D+i y de generar una abundante fuente de nuevos empleos fijos, especializados y de calidad. ¿En cuántos años estaría España en condiciones de colocarse entre las primeras naciones desarrolladas del planeta? ¿Cuánto tardaríamos en acabar con el paro estructural y el empleo precario, con el endeudamiento exterior, con el déficit comercial, con la insuficiente dotación para investigación que reclaman nuestros científicos?A la gran banca española, a Botín y los suyos, le ha costado poco, apenas una década, para dar un salto gigantesco en su colocación mundial y situarse en lo más alto de la jerarquía financiera europea y mundial. Pero para ello se han lanzado a absorber y concentrar en sus manos todos los recursos del país y ponerlos a trabajar en función de ese objetivo, para el cual han contado con la inestimable e incondicional colaboración del gobierno de Zapatero y su política económica.Ya es hora de dar la vuelta a una situación donde el grueso de los recursos del país están puestos al servicio de unos pocos banqueros y monopolistas. Los recursos de la banca, tanto los depósitos que acumulan como el dinero de los rescates bancarios, son nuestros. Y los necesitamos para aplicar una política de creación de riqueza y empleo para la mayoría.Dedicar, como la banca hizo en la década pasada en la construcción, una inversión sostenida de 60.000 millones de euros anuales, es un volumen de recursos más que suficientes para crear un sólido y competitivo tejido industrial, una potente economía nacional productiva. Baste como ejemplo para hacernos una idea de lo que significa, que en Francia, el gobierno de Sarkozy se ha propuesto un ambicioso plan de modernización y desarrollo de su economía en el que piensa invertir 35.000 millones de euros en los próximos 4 o 5 años.La nacionalización de la banca, en la medida que permitiría utilizar esos recursos –que no son suyos, sino nuestros, de todos–, gestionándolos y dirigiéndolos hacia un cambio en el modelo de desarrollo económico beneficioso para la mayoría y no para unos pocos oligarcas, aparece así como la mejor, si no la única, alternativa capaz no sólo de acabar con la crisis y el paro, sino de levantar un nuevo modelo de desarrollo sostenible y de futuro.

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