SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Un maldito embrollo

No es exagerado afirmar que las expectativas más pesimistas del resultado de las elecciones italianas se han cumplido. Una vez que la primera polvareda ha desaparecido, el balance es claro. El elector italiano ha manifestado estar harto de políticas de austeridad y de la institucionalidad política, amplio concepto que abarca desde un sistema electoral disparatado hasta los privilegios increíbles de una numerosa casta política. Comparado con Italia, nosotros somos un país europeo nórdico. La única lacra que no tienen (todavía) es la del nacionalismo.

El gran triunfador, con una cuarta parte de los votos emitidos, es Cinco Estrellas de Grillo, el partido más votado (los otros son coaliciones). Puro y simple antisistema saben lo que no quieren pero no lo que quieren ni cómo hacerlo. Pero ahí está su mensaje, claro y a imitar en otros países europeos. Mensaje que difunden castigados por errores propios (Italia es el décimo país con menor crecimiento en el mundo desde 2000) y ajenos, ejemplificados estos en la política de brutal austeridad impuesta por Bruselas, Frankfurt y Bonn.

Este último rechazo está claro en el gran fracasado, Mario Monti y su coalición, poco más de un diez por ciento del voto. Más que ese estar y no estar en la contienda, muy propio de la cacareada “finezza” política del país de Maquiavelo, el voto ha castigado la política de recortes salariales y del gasto público y el alza de impuestos del, para mayor inri, enviado de Bonn. Demasiada carga para intentar un mínimo resultado honroso.

La elección también ha tenido la dudosa cualidad (más bien desastrosa) de resucitar a un muerto no enterrado: Berlusconi. Su improbable regreso lo coloca nuevamente en el centro de la escena política para desgracia de sus compatriotas aunque si ellos lo han votado por algo será. La consecuencia: impedir la victoria de la opción que, en principio, parece la más sensata, la de Bersani.

Todo este carajal (hay que calificarlo así) produce el temido resultado de la ingobernabilidad del “Bel Paese” aunque siempre quepa esperar algún conejo de la chistera de la inagotable fertilidad política italiana. Aunque esta vez es más difícil. Así lo han deducido los grandes vigilantes, el moderno Gran Hermano: los mercados, desde Wall Street hasta Milán pasando, obviamente y en primera plana, por Madrid.

Algunos decían que era mejor para nosotros que Italia tuviese problemas porque pasarían a primer plano tapando los nuestros. Error: lo que pase en Italia se contagia a nuestro país. Sobre todo cuando, como ocurre ahora, los problemas de todo tipo que debemos enfrentar no han mejorado en el último año sino que se han agravado. Abrochémonos los cinturones.

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