A una semana de las elecciones vascas

Un lehendakari para la libertad

Sólo hace falta escuchar las agrias descalificaciones de los jelkides peneuvistas, para comprender que estamos ante un momento histórico. Sus referencias a que la investidura de un lehendakari socialista, enviando a Ibarretxe a la oposición, serí­a un «golpe institucional» son la mejor prueba de que quien se creí­a el eterno dueño del caserí­o está a punto de ser desalojado de Ajuria Enea. Ahora nos toca defender ese terreno conquistado. Respaldar a Patxi López para que forme un gobierno por la libertad. Y permanecer vigilantes para que así­ sea.

Por rimera vez en la historia de la política vasca, existe una mayoría parlamentaria no nacionalista. Por primera vez, estamos ante la posibilidad real de enviar a la oposición a los Ibarretxe, Arzallus y Eguibar, y conquistar un gobierno que desmantele el régimen etnicista imperante durante 30 años. Ahora es posible un lehendakari no nacionalista que deamantele el régimen excluyente: acabando con la educación en el odio a España, amparando y protegiendo a las víctimas, eliminando las subvenciones al entorno de ETA, dejando definitivamente atrás los delirios soberanistas, garantizando la libertad de sentirse tan vasco como español sin ser señalado y amenazado… Todo ello es posible y necesario. Y esa responsabilidad histórica recae sobre el PSE-EE, y en particular sobre Patxi López. Los 315.893 votos socialistas, 40.000 más que en las anteriores elecciones, son votos por la libertad, para desalojar a Ibarretxe del gobierno y propiciar un ejecutivo vasco que acabe con el etnicismo. Millones de personas confiamos en que Patxi López cumpla su promesa, formulada durante la campaña y reafirmada tras los comicios, de propiciar el cambio en Euskadi. Sus primeras reacciones (negándose a entablar negociaciones con el PNV, o reafirmando su voluntad, en el homenaje a Isaias Carrasco, concejal de Mondragón asesinado por ETA, de acabar con la connivencia, cuando no el respaldo, que el entorno de ETA ha encontrado en los sucesivos gobiernos de Ibarretxe) apuntan en la buena dirección. Pero tambien recordamos las vacilaciones y pasos atrás protagonizados por Patxi López. Recordamos su llegada a la secretaría general del PSE con el explícito objetivo de acabar con la línea de firmeza de Nicolás Redondo; el activo trabajo por desmantelar el movimiento cívico de rebelión democrática; el papel jugado durante el proceso de negociacioón con ETA; los balones de oxígeno prestados a Ibarretxe aprobando los presupuestos. Tenemos motivos para la alegrçia, pero también para permanecer vigilantes. Confiamos en Patxi López (él es quien los votantes han designado para enviar a Ibarretxe a la oposición) y le apoyaremos para que lo haga. Pero debe ser un apoyo exigente y vigilante. Antes y después de la campaña se ha especulado con un futurible pacto entre el PSE-EE y el PNV. Posibilidad que las vacilaciones de la actual dirección del PSE -expresadas durante la tregua y la negociación- parecen abonar. Pero tras el verdicto de las urnas, eso seria algo más que una traición, en primer lugar a los votantes socialistas que anhelan un cambio por la libertad. A la dirección del PSE-EE le toca estar a la altura de esta oportunidad histórica. Al conjunto de la sociedad nos corresponde mantenernos vigilantes para que así sea.No podemos permitir que ninguna consideración o interés nos haga desaprovechar la histórica oportunidad para dar una oportunidad a la libertad en Euskadi.

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