El golpe de Estado en Turquía ha sido una sacudida global que tendrá hondas consecuencias, para Europa y para España. La movilización popular, a costa de casi 300 muertos, ha sido clave para impedir el triunfo de los golpistas. Como en un crimen, solo entendermos el trasfondo del golpe, si valoramos a quien le beneficiaba. Y es precisamente EUUU, la única superpotencia, quien ya estaba preparada para recoger sus ganancias. Provocando un mayor encuadramiento de Turquía en sus planes militares, frente a las veleidades autonomistas de Erdogan. Lo mismo que nos exige al resto de miembros de la OTAN, entre ellos España. Por eso el golpe en Turquía es un terremoto cuyas ondas expansivas también nos afectan.
Detrás del ejército turco siempre encontramos a EEUUNo se puede hablar del golpe en Turquía, como hacen todos los medios de comunicación, sin mencionar a EEUU. El ejército en Turquía es un auténtico Estado dentro del Estado, con un papel político directo, un peso significativo en la economía a través del control del sector público, y acostumbrado a intervenir para reconducir la situación política (cinco golpes en los últimos 60 años y otras muchas intervenciones políticas “no violentas” que han derribado gobiernos o presidentes).
Y siempre lo hace con una vinculación directa con EEUU. De eso existen pruebas concretas. En 1980, un golpe del ejército turco, planificado desde la embajada americana, permitió el pleno encuadramiento del país en el frente de contención contra el avance soviético que necesitaba EEUU. «El golpe beneficiaba los mandatos norteamericanos por imponer un mayor encuadramiento de Turquía en sus planes militares norteamericanos, frente a las veleidades autonomistas de Erdogan»
Hoy tampoco puede existir un golpe en Turquía (de todo o de una parte del ejército) si la participación (al menos permitiéndolo) de Washington.
Es significativo el silencio de Washington y de la OTAN durante horas. Solo se pronunciaron cuando, pasada la una de la madrugada, se confirmaba el fracaso del golpe. Entre el comunicado de la Casa Blanca y la rendición del jefe golpista apenas pasó media hora. Y ningún dirigente europeo se atrevió a condenar el golpe, a pocos cientos de kilómetros de sus fronteras, antes que que Washington dictara sentencia.
¿Qué interés puede tener EEUU en un golpe en Turquía que va a desestabilizar la ya convulsa situación internacional?
Demasiadas coincidenciasEn los últimos días hemos vivido una cumbre de la OTAN en Varsovia, donde EEUU ha exigido a todos sus “aliados” una mayor contribución económica y más implicación en primera línea en las operaciones militares. Seguida de la visita de Obama a España, centrada precisamente en reforzar los lazos militares que nos encadenan a Washington.
Hemos sufrido un salvaje atentado en Niza, cuyo resultado ha sido el anuncio del presidente francés de un incremento de las acciones militares galas en Siria y Libia.
Y ahora asistimos a un intento de golpe en Turquía, cuyo objetivo es aumentar el encuadramiento en los planes norteamericanos de un actor clave en porciones importantes del tablero global.
Cuando se concatenan acontecimientos que van todos en la misma dirección, hay poco margen para la casualidad.EEUU necesita aumentar el encuadramiento, de grado o por la fuerza, de los países bajo su dominio en su estrategia, en primer lugar en el plano militar, de contención de la emergencia china.
Precisa concentrar sus fuerzas y su atención en la región de Asia-Pacífico. Y para ello exige a los países bajo su órbita un incremento de su participación, en primera línea y siguiendo fielmente los mandatos de Washington, en el resto de escenarios de conflicto (Oriente Medio, Este de Europa, Norte de Africa).
Nada de lo que sucede en el mundo, desde España a Turquía, puede comprenderse sin partir de estos proyectos de la superpotencia norteamericana.
Turquía, un actor clave demasiado autónomoTurquía no es cualquier país. Para EEUU es clave que permanezca firmemente encuadrado en sus proyectos.Es uno de los más importante pivotes geoestratégicos del tablero mundial. Controla el acceso al Mar Negro desde el Mediterráneo, equilibra la proyección de Rusia hacia Europa y el Cáucaso.
Por eso para Washington es un país clave, y hay que hacer literalmente cualquier cosa para asegurar su alineamiento con los planes norteamericanos. Eso ha incluido históricamente golpes de Estado o cambios forzados de gobierno.
Y el ejecutivo de Erdogán ha sido un aliado demasiado incómodo para Washington. No cuestiona la dependencia turca hacia EEUU. Es capaz de aceptar convertirse en plataforma militar contra Siria o en verja que controle la avalancha de refugiados. Pero conserva un margen de autonomía. Erdogan ha liderado un proyecto que ha sabido aprovechar las condiciones internacionales para impulsar un crecimiento económico y potenciar un papel propio en una región clave.
Lo que le ha llevado a frecuentes choques con Washington. Como cuando impidió que se utilizaran sus bases para la invasión de Irak. O ahora fortaleciendo sus relaciones directas con Rusia.
Por eso EEUU ha intentado derribar su gobierno por todos los medios. Erdogán se ha enfrentado a varios golpes de Estado, a través de la red Ergenekon, directamente vinculada a EEUU, un auténtico “Estado Mayor Secreto” incrustado en puestos claves de los aparatos estatales –el ejército, la policía, los servicios secretos, los partidos políticos, los medios de comunicación, la enseñanza-, que vela porque el país otomano se mantenga en la órbita y en el rumbo que le ha asignado el hegemonismo norteamericano.
Ahora se ha intentado a través un golpe militar en el que -nadie puede dudarlo- Washington participa -directa o indirectamente, independiente de la forma concreta que adopte-.
El golpe no ha triunfado, en buena medida por la movilización popular que se ha enfrentado a los tanques siguiendo un llamamiento del presidente Erdogán. Pero poderosas fuerzas, entre las que se encuentra Washington, han demostrado que está dispuesto a quitárselo de en medio recurriendo a cualquier medio.
EEUU ya no puede permitir que en un país clave como Turquía su gobierno tenga un margen de autonomía, pueda adoptar decisiones “por libre”, o incluso se enfrente a mandatos norteamericanos.
Y lo que sucede en Turquía tiene también hondas consecuencias en el resto del tablero mundial. Revela que EEUU exige de sus “Estados vasallos” -entre los que estamos nosotros- un encuadramiento total, sin ambigüedades ni veleidades autónomas, en sus planes, especialmente los militares. Anunciando una intensificación de las presiones y maniobras estadounidenses sobre Europa, incluyendo a España.
Tenerlo en cuenta, y prepararse para unir al conjunto de la población para enfrentarse a ellas, es una de las cuestiones claves que van a decidir nuestro futuro.