Un euro made in USA

«El recurso último al Fondo Monetario Internacional. Una doble humillación para Europa. De no haber podido resolver sola su problema. De haber tenido que recurrir al dinero del FMI, del cual el primer contribuyente es Estados Unidos, para salvar a la moneda única. América acudiendo al socorro de esta moneda que se suponí­a iba a rivalizar con el dólar e incluso destronarlo, se ha debido descorchar champagne en la Casa Blanca para festejar el nacimiento de este euro made in USA».

Crisis de cometitividad, a continuación, que amenaza directamente a un país como España. Los salarios españoles han aumentado en un 50%, los salarios alemanes, sólo un 25%. ¿Cómo hará Madrid, imposibilitado de poder devaluar su moneda, para reabsorber esta diferencia y hacerlo de manera que España no sea condenada al estancamiento y al déficit corriente eternos? Misterio que los mercados no van a tardar en intentar torpedear a su manera. Muy fuerte. (LE MONDE) THE WALL STREET JOURNAL.- Zhejiang Geely Holding Corp. compró la automotriz Volvo a la estadounidense Ford Motor Co. por US$1.800 millones, una transacción histórica que sube el perfil del fabricante chino en el mercado mundial. La operación del domingo constituye el último indicio de cómo el ascenso de China empieza a transformar el mundo de los negocios, a medida que su inmenso mercado y compañías cada vez más poderosas juegan un papel estelar en industrias que van desde los autos y los recursos naturales a los equipos de telecomunicaciones. Francia. Le Monde Un euro made in USA Pierre-Antoine Delhommais Milton Friedman se equivocó gravemente sobre el euro. Él, que con Keynes ha tenido la mayor influencia en el pensamiento económico y monetario del siglo XX, estaba persuadido que no asistiría mientras viviese al nacimiento de esta moneda. “No creo en la creación de una moneda única en Europa en los años próximos”, declaró en la primavera de 1996. “Ni en 1997, la fecha originalmente prevista, ni en 1999, la que ahora ha sido anunciada, ni en 2002”. Pero los monetaristas tienen siete vidas y Friedman falleció en 2006, a los 96 años, siete años después del nacimiento de este proyecto que juzgaba irrealizable. En Europa, dirigentes políticos y monetarios disfrutaron mucho del error en el pronóstico del Premio Nóbel de Economía, que ellos atribuían a su gran edad, a su detestable ideología (liberal y monetarista, el horror absoluto), y a su nacionalidad (norteamericana). Ahora ríen mucho menos. Pues la crisis gravísima que conoce hoy la unión monetaria, también la había predicho Friedman. El día que Europa se vea confrontada a una grave recesión, explicó, los rencores y egoísmos nacionales resurgirán, el sistema de cambio fijo impedirá cualquier ajuste adaptado a la situación específica de cada país. El edificio se hundirá porque los países de la zona no tendrán homogeneidad política, social, cultural y lingüística como los Estados norteamericanos, porque no habrá unos Estados Unidos de Europa. Todo el mundo tomará conciencia, pero demasiado tarde, que no puede haber unión monetaria sin unión política, euro sin gobierno europeo. Hace apenas unos meses, sin embargo, el euro aparecía como la más bella moneda del mundo, la más virtuosa, la más protectora. Los bancos de la zona euro habían escapado a las derivas de sus homólogos anglosajones y el Banco Central Europeo había hecho un trabajo for-mi-da-ble. Sobre todo, gracias al escudo del euro, las economías europeas habían quedado preservadas de devaluaciones salvajes y destructivas, devastadoras del comercio. Hasta el punto que era incontable el número de países llamando a la puerta del euro para aprovechar a su turno de este remanso de paz. Pero hoy, el escudo se ha transformado en espada. Y es a causa del euro que Europa se encuentra en crisis. En varias crisis, para ser más preciso. Crisis de las finanzas públicas, en primer lugar, como en Grecia. Gracias a su entrada en el euro, y a la bajada en los tipos de interés que le siguió, los sucesivos gobiernos griegos han podido durante años gastar sin contar el dinero público. A continuación, para tratar de ocultar la deriva de sus cuentas ante Bruselas y sus socios, Atenas optó por maquillar sus cuentas. El euro llevó a Grecia a la lasitud, después al embuste; el descubrimiento simultáneo de ambas ha provocado la tormenta. Crisis de competitividad, a continuación, que amenaza directamente a un país como España. Como ha recordado el economista Jean Pisani-Ferry, entre 1998 y 2008, los salarios españoles han aumentado en un 50%, los salarios alemanes, sólo un 25%. ¿Cómo hará Madrid, imposibilitado de poder devaluar su moneda, para reabsorber esta diferencia y hacerlo de manera que España no sea condenada al estancamiento y al déficit corriente eternos? Misterio que los mercados no van a tardar en intentar taladrar a su manera. Muy fuerte. Crisis institucional también. El derrapaje descontrolado de los déficit, en Grecia pero también en la mayoría de países de la zona, ha enterrado directamente el pacto de estabilidad y de crecimiento, que ha demostrado su total ineficacia cuando se suponía que debía garantizar una política económica virtuosa en la zona. En cuanto al psicodrama que rodea al plan de rescate griego, ha puesto de manifiesto que el Tratado de Maastrich tenía entre sus miles de artículos todo previsto, salvo lo esencial (la cláusula de no rescate fue un señuelo colocado para hacer aceptar a los alemanes el euro): saber cómo hacer, qué mecanismo de solidaridad desplegar cuando un Estado de la zona se encuentra al borde de la bancarrota y amenaza a los otros. De ahí la idea difusa, improvisada y tardía del ministro alemán de finanzas, Wolfgang Schaüble, de crear un Fondo Monetario Europeo, del que nadie –ni siquiera Giscard, que ya es decir– ha comprendido realmente en qué consiste. De ahí sobre todo el recurso último al Fondo Monetario Internacional. Una doble humillación para Europa. De no haber podido resolver sola su problema. De haber tenido que recurrir al dinero del FMI, del cual el primer contribuyente es Estados Unidos, para salvar a la moneda única. América acudiendo al socorro de esta moneda que se suponía iba a rivalizar con el dólar e incluso destronarlo, se ha debido descorchar champagne en la Casa Blanca para festejar el nacimiento de este euro made in USA. Crisis de identidad, en fin, con un euro del que se prometía que acercaría a los pueblos que lo poseyeran y del cual se percibe, por el contrario, que los aleja. Y los desgarra. Christine Lagarde denuncia el egoísmo de la política económica alemana, los alemanes tratan a los griegos de vagos tramposos y los griegos evocan el pasado sombrío de Alemania para explicar la intransigencia de Berlín. Lo que mantiene al euro con vida, es la complejidad técnica que tendría deshacerlo y regresar a las monedas nacionales. Estamos bien lejos del “formidable destino común” evocado por Jean-Claude Trichet. Se puede decir, ciertamente, por retomar los clichés habituales, que todo lo que no mata a la Unión monetaria la hace más fuerte, que la crisis abre por fin a vía a un federalismo presupuestario. Puede ser. Lo único seguro, es que al menos Milton Friedman se ganó justamente su Premio Nóbel. LE MONDE. 27-3-2010 EEUU. The Wall Street Journal Geely: de automotriz china a multinacional Matthew Dolan y Norihiko shirouzu Zhejiang Geely Holding Corp. compró la automotriz Volvo a la estadounidense Ford Motor Co. por US$1.800 millones, una transacción histórica que sube el perfil del fabricante chino en el mercado mundial. La operación del domingo constituye el último indicio de cómo el ascenso de China empieza a transformar el mundo de los negocios, a medida que su inmenso mercado y compañías cada vez más poderosas juegan un papel estelar en industrias que van desde los autos y los recursos naturales a los equipos de telecomunicaciones. La compra de Volvo, que se produce después de que China superara a Estados Unidos como el mayor mercado de automóviles del mundo, deja por primera vez en la historia a una empresa china a cargo de una marca de renombre global de autos. "Creo que Volvo es un tigre", afirmó Li Shufu, presidente de la junta directiva de Geely, quien confirmó que la empresa construirá una planta de Volvo en China. "Para liberar al tigre necesitamos pensar en cómo destapar el valor en Volvo". La venta también representa un hito para Alan Mulally, presidente ejecutivo de Ford, quien está deshaciéndose de las marcas prescindibles para que la automotriz vuelva a la rentabilidad sostenible. Ford recibirá US$1.600 millones en efectivo y un pagaré de US$200 millones de Geely. No obstante, Ford aún deberá seguir cubriendo algunos planes de pensión preexistentes y otras deudas, según su director financiero, Lewis Booth. Las compañías no detallaron el cronograma para el período de transición. "Creemos que es un precio justo por un buen negocio", dijo Booth en una conferencia de prensa el domingo en la sede de Volvo en Gotemburgo, Suecia. Ford debe usar alrededor de la mitad del dinero de la venta para reducir los US$23.500 millones en deuda incurrida en 2006. Tras la venta de Volvo, Mulally ahora podrá concentrarse en mejorar el alcance y desempeño de la marca insignia, aunque aún quedan interrogantes acerca del futuro de las marcas Lincoln y Mercury, que no han tenido el mismo éxito. Por su parte, la visión de Li para Volvo es reducir drásticamente los costos de la marca en algunas de sus actividades principales, como el desarrollo de producto y la manufactura, usando la mano de obra relativamente barata de China, dijeron personas cercanas. Li indicó en una conferencia de prensa conjunta el domingo que no planea fusionar Volvo y Geely. Volvo seguiría siendo una marca independiente y Li mantendría, por el momento, el actual equipo de gestión de Volvo. Geely, una de las principales automotrices chinas que no cotizan en bolsa, podría enfrentar dificultades al absorber Volvo. La empresa tiene escasa experiencia vendiendo autos fuera de China, por no decir nada de realizar importantes operaciones de manufactura en un país tan lejano y diferente, como Suecia. La falta de estatura global de Geely y su reputación de fabricante de vehículos baratos podría afectar la reputación de calidad y rendimiento de Volvo. Además, Volvo ha sido deficitaria durante varios años. A pesar de su creciente fortaleza, las compañías chinas han tenido un éxito limitado con las adquisiciones en el extranjero. Incluso las grandes firmas chinas carecen por lo general de experiencia gerencial internacional y tienden a tener culturas corporativas altamente centralizadas que no encajan bien con las de las empresas extranjeras. Por ejemplo, Lenovo Group Ltd. tuvo dificultades para integrar el negocio de fabricación de computadoras personales de International Business Machines tras su adquisición en 2005, en la que fue entonces la mayor adquisición internacional china. Para Ford, el desafío será eliminar a Volvo de sus operaciones, muy integradas desde la compra de la automotriz sueca por US$6.400 millones en 1999. En China, por ejemplo, Changan Ford Mazda Automobile Corp.—una empresa conjunta entre Ford, Mazda Motor Corp. y Chongquing Changan Automobile Co.—produce los sedanes S40 y S80 de Volvo. Booth dijo que Ford y Geely firmaron acuerdos separados que cubren la propiedad intelectual para facilitar el actual plan de negocios de Volvo. Pero estaban principalmente diseñados para aplacar el temor de que tecnologías desarrolladas conjuntamente por Ford y Volvo acabarán en manos de una compañía china que se espera se convierta en un competidor directo de Ford en Europa y América del Norte. Las ventas de Volvo han sufrido en los últimos años ante un enfriamiento económico en los mercados de EE.UU. y Europa. Volvo vendió 324.000 autos en todo el mundo en 2009, una caída de 10% frente a las cifras de 2008. Pero la automotriz espera que el mercado se recupere este año y prevé vender 390.000 vehículos en 2010, según su presidente ejecutivo Stephen Odell. THE WALL STREET JOURNAL. 29-3-2010

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