Entrevista a Mikel Buesa

«Un desequilibrio tan drástico solo puede corregirse con operaciones muy drásticas»

Mikel Buesa es catedrático de Economí­a Aplicada de la Universidad Complutense de Madrid. Fue presidente del Foro de Ermua hasta septiembre del 2007, y hasta julio del 2009 miembro promotor de Unión, Progreso y Democracia. En esta entrevista para Chispas se combinan ambos aspectos: un especialista con experiencia polí­tica.

Ha sido vicedecano de la Facultad de Económicas y director del Instituto de Análisis Industrial y Financiero en la UCM; su actividad académica gira en torno a la docencia e investigación sobre la economía esañola, especialmente en economía y política industrial, innovación y cambio tecnológico, y con una larga lista de artículos y ensayos en este terreno. Es socio fundador de la Revista de Economía Aplicada, miembro de varios consejos de redacción y partícipe en las tareas de evaluación de publicaciones especializadas. Ahora se compara a España con Grecia, Portugal, sin embargo se nos ha vendido como la 9 potencia económica del planeta, ¿qué está pasando? ¿o era ésta una posición falsa? Ser un país de cierto tamaño en la economía mundial no es incompatible con tener una situación financiera desastrosa, que es lo que ocurre en el caso de España. La situación española no es igual que la griega, pero se va aproximando fundamentalmente porque en el último año hemos acumulado un déficit público excesivo que ha tenido que ser financiado por unas emisiones de deuda pública muy elevadas. Y esto ha reducido la fiabilidad de nuestra condición financiera y, por lo tanto, un encarecimiento de nuestra deuda con el aumento del diferencial de los tipos de interés con respecto a los bonos alemanes. Pero la deuda no es superior a la de otros países como precisamente Alemania… El problema no es solo el tamaño absoluto de la deuda sino su variación en el tiempo. Es verdad que España tenía un nivel de deuda pública bajo, y también es verdad que lo sigue teniendo por debajo del promedio europeo, pero se ha duplicado en un año. Grecia tiene un nivel de deuda pública muy elevado pero desde hace muchos años, y con variaciones relativamente pequeñas, aunque su problema sea de otra naturaleza, el resultado es el mismo, el encarecimiento de los recursos públicos. En estos momentos estamos pagando 20 mil millones de euros anuales por la carga de la deuda pública, y esto pesa fuertemente sobre el presupuesto. Hay que tener en cuenta que ahora mismo prácticamente el 50% de los presupuestos se emplean en la protección del desempleo y en los intereses de la deuda pública. Esto impide desarrollar otras políticas porque no hay recursos suficientes. El 4 de febrero se produjo una caída en la bolsa solo comparable a los peores momentos del 2008 con una especial salida de capitales extranjeros. El crecimiento de los últimos años se ha sostenido sobre la financiación exterior, que ahora se ha “secado”. ¿No es por eso que España está cayendo hasta el lugar que verdaderamente ocupa como economía? Naturalmente la financiación exterior en la etapa de auge favoreció un crecimiento muy fuerte basado en fundamentos demasiado especulativos, especialmente en el sector inmobiliario, y efectivamente esa pérdida de credibilidad y capacidad de financiación internacional es la que provoca la imposibilidad de continuidad de ese crecimiento. Pero ambas cosas no son contradictorias, sino que se complementan. Es que España es ahora el país más endeudado per cápita del planeta… Claro. Hasta que empezó la crisis el sector público ahorraba, mientras que al sector privado le ocurría precisamente lo contrario. Esa necesidad de financiación, porque su ahorro era insuficiente, menor que la inversión, se ha satisfecho con endeudamiento exterior. Por eso el endeudamiento privado internacional es muy importante en España. En el marco general coinciden dos fenómenos: el crack de Wall Street que rápidamente se extiende a Berlín, Londres…, y al mismo tiempo la aparición de nuevas potencias que reducen el espacio en el que pueden moverse las viejas. ¿Podemos hablar de que asistimos a una agudización del reordenamiento de las potencias a escala internacional? Eso es evidente. La emergencia de China, y en menor medida de la India como actores internacionales, con una participación enorme, en el caso de China, en el comercio mundial, efectivamente está reordenando las relaciones económicas internacionales, la capacidad de los distintos países para liderar esas relaciones. China se ha mostrado como un competidor muy poderoso, que además ha acumulado una posición exterior positiva y, a su vez, ha acumulado un ahorro superior a su inversión, con lo cual tiene capacidad financiera para influir sobre los mercados internacionales. En realidad uno de los desencadenantes de la crisis tiene que ver también con esto, con el desequilibrio, en este caso positivo, de la balanza de pagos china que se compensa con algún desequilibrio negativo en otros países, principalmente en EEUU. ¿Qué consecuencias pueden preverse que tenga esto para España?, porque no es lo mismo endeudamiento exterior que se convierte en economía productiva y beneficio, que más endeudamiento exterior sin tejido productivo… Efectivamente. La crisis ha puesto de manifiesto que los fundamentos de la economía española eran muy endebles, y tenían mucho que ver con una actividad meramente interior, que es la inmobiliaria, y con una incapacidad de competir en los mercados internacionales. En esta situación la única salida que tiene España es recomponer su capacidad de competitividad internacional. Y esto requiere cambios muy importantes en las instituciones económicas. Entre ellos los que tienen que ver con los costes de la producción de servicios, los costes salariales, los costes financieros… por eso se reclama una modificación en la ordenación del mercado de trabajo, un cambio en la política energética, sería necesario un impulso fuerte en la capacidad de innovación tecnológica en España, mejorar sustancialmente el nivel educativo, que ha ido deteriorándose en la última década… El 2009 la banca española ha cerrado el ejercicio con más de 14 mil millones de euros de beneficios, sin embargo las condiciones de los trabajadores y de las pymes empeoran. Se supone que el rescate bancario eran recursos para que llegasen a los diferentes sectores de la sociedad… Es que esa idea es falsa. El destino de esos fondos del rescate bancario, que no han sido tan grandes como al principio se creía, y me refiero a fondos públicos porque otra cosa ha sido la intervención del Banco Central Europeo, no era canalizarlos al sector privado, a las familias y a las empresas. El destino era sanear la situación financiera de la banca. Para la parte bancaria del sistema financiero parece que esta situación se ha corregido, pero no para las Cajas de Ahorros que aún están en una situación de riesgo financiero muy elevada. Los bancos han ganado dinero porque como derivación de todo esto quien ha necesitado endeudarse ha sido el sector público. Los bancos han cogido el dinero que les daba el Banco Central Europeo a un coste muy bajo, un 1%, y se lo han prestado al Estado, comprando deuda pública al 4%. Esto ha favorecido el saneamiento o la mejora de la posición financiera del sector bancario. Es un requisito necesario para poder afrontar la crisis. Pero quienes nos han traído la crisis son ellos… y el dinero público sale de nuestros bolsillos. Pero vamos a ver, la corrección de esta situación solo puede venir de la mano de la reducción de las necesidades de financiación del sector público. Mientras el Gobierno siga con niveles de gasto muy altos, que es el 45% del PIB, y una recaudación muy baja, que es del 30%, los recursos financieros acabarán colocándose en el sector público y no habrá suficiente capacidad de financiación para el sector privado. La corrección no viene de la mano de intervenir los bancos, o cosas por el estilo, sino que viene de la mano de la reducción drástica del déficit público… de la actividad del Estado, de las comunidades autónomas y de los ayuntamientos, que son causantes muy importantes del desequilibrio financiero que hay en las administraciones públicas. En ese sentido ¿estaría de acuerdo entonces con acabar drásticamente con el despilfarro y los gastos superfluos, la multiplicación de transferencias…? Claro. Un desequilibrio tan drástico solo puede corregirse con operaciones muy drásticas, que exigirán el sacrificio de los funcionarios porque tendrán que ver congelados sus salarios, el sacrifico de los que obtienen prestaciones sociales que no son sostenibles, y no estoy hablando del desempleo, sino, por ejemplo, del premio de natalidad que instituyó Zapatero. También es necesaria una mejora de la eficiencia en los servicios públicos. Tenemos un sistema sanitario que derrocha muchos recursos porque en realidad tenemos diecisiete sistemas sanitarios, y se duplican servicios y capacidades que crean nuevos puestos de trabajo donde no hace falta. En España existen veintiuna unidades de trasplante de corazón, pero en niveles de eficiencia normales no hay trabajo más que para cinco o seis. Esas cuestiones son las que hay que resolver. Tenemos también a los ayuntamientos con multitud de servicios que son puramente clientelares con un gasto que supone la cuarta parte del presupuesto, ejerciendo competencias que no tienen los ayuntamientos. Pero hablando de sacrificios y de los que nos han traído la crisis, ¿no tendríamos que exigir que las grandes fortunas que pagan un 1%, mientras un autónomo paga un 30%, pagaran más? Yo de hecho he defendido que no desapareciera el impuesto sobre patrimonio, que no es que tuviera una recaudación muy alta, pero en un momento como el actual no hubiera estado mal mantenerlo. Pero nos hemos encontrado con lo contrario. Las escasísimas reformas fiscales que se han hecho con este Gobierno han ido en contra de los asalariados y a favor de los rentistas del capital. Luego se dice que el PSOE se preocupa de las clases menos desfavorecidas, y eso es mentira. Por lo menos desde el punto de vista de la política fiscal. También hay que tocar el sistema fiscal, pero no se trata de fórmulas del tipo “hay que bajar los impuestos” o “hay que subir los impuestos”. Eso es de una simplicidad enorme. Hay que modificar el sistema fiscal para hacerlo más equitativo y con más potencial recaudatorio, pero esto no quiere decir que haya que subir todos los tipos impositivos o bajarlos todos. Habrá que subir unos y bajar otros. Por ejemplo, es muy importante reducir la carga fiscal del trabajo porque las cotizaciones sociales suponen un tercio del coste laboral y son las más altas que hay en toda Europa. A lo mejor es preferible hacer un aumento de los tipos impositivos del IVA que son muy bajos en España, en términos comparativos, y reducir la carga fiscal del trabajo. Para que no se vea afectada la capacidad recaudatoria pero si los costes que luego se reflejan en los precios de las exportaciones, y mejore nuestra posición exportadora y la situación económica. ¿No le ha llamado la atención que algunos poderes económicos, especialmente los capitaneados por Emilio Botín, hayan salido a respaldar el programa de Zapatero mientras otros han dado la callada por respuesta? Es evidente que Botín está muy cómodo con Zapatero. Si yo fuera Botín también haría lo mismo. Si hay un presidente que te echa una mano seguramente estará dispuesto a seguir echándotela. Sencillamente es así. Lo que no debería ocurrir nunca es que los banqueros se dedicaran a hacer propaganda política. Esto quiere decir que la política que desarrolla el Gobierno tiene algunos sesgos que no son beneficiosos para todo el mundo. Es que la banca española deben responder ante una deuda de 800.000 millones con la banca extranjera, y aquí se decide que la vamos a pagar todos. Evidentemente Por otra parte se han agudizado los enfrentamientos entre los principales sectores financieros, incluso con un órdago como el lanzado por el BBVA al Banco Santander llamando a la reestructuración del sector financiero… Es que las pugnas entre el BSCH y el BBVA tienen más que ver con su posición en la economía española. El BSCH es un banco mucho más vertido hacia los negocios internacionales que el BBVA, y por lo tanto la coyuntura interna le afecta más negativamente al BBVA que al otro sector. Esas diferencias se aprecian en esa pugna. Luego hay que tener en cuenta que está la mitad del sector financiero, que son las Cajas de Ahorros, que están a punto de obtener suculentos recursos públicos, que es harto dudoso que asegure su viabilidad, que puedan competir con los bancos, que, a su vez, no están recibiendo esos recursos en estos momentos. Eso crea situaciones de falseamiento de la competencia, que afectan negativamente a unas entidades y positivamente a otras. Pero en las últimas semanas también el enfrentamiento político se ha agudizado, dentro del propio PSOE, o visto en el llamamiento desoído hasta ahora de la Moncloa a un Pacto de Estado, ¿no está trasladándose la crisis económica a crisis política, como reflejo de las contradicciones entre los diferentes sectores financieros y los distintos alineamientos, con uno u otro, en la clase política? Yo creo que la crisis política es anterior a la crisis económica. Tenemos un sistema político en crisis porque el proceso de descentralización autonómico ha llegado excesivamente lejos. El poder local o regional es excesivo con respecto al poder central del Estado. La crisis económica se ha superpuesto sobre la crisis política. En ese sistema político es imposible, o muy difícil que los dos grandes partidos puedan llegar a acuerdos, porque su capacidad de gobernar no depende de lo que haga el otro, sino de su capacidad de llegar a acuerdos con las fuerzas nacionalistas. Al llamamiento que hace el Rey, en este sistema político, los dos grandes partidos no pueden responder. Además ambos actúan de la misma manera, estableciendo conversaciones con los partidos minoritarios en el Congreso de los Diputados, que en esto francamente no tienen nada que decir. Si de lo que se trata es de cambios de gran envergadura, solo es posible si se aglutina en torno al cambio al 80% de la opinión pública. Si no es inviable, y creo que por eso la crisis se va a seguir agudizando. Si hablamos de un Pacto de Estado, el problema es ¿para qué?, porque si no es para dotarnos de un tejido productivo independiente que cree riqueza y empleo… Ese es el objetivo. Lo que pasa es que para conseguirlo hay que doblegar muchas voluntades, porque hay muchos que incluso en una situación tan catastrófica están muy bien. Por ejemplo, los sindicatos están en una posición muy cómoda, aunque no se solucione ningún problema. Porque su capacidad de actuación no depende de su capacidad para representar a los trabajadores. Podrían mantener la misma posición que mantienen ahora sin tener ningún afiliado. ¿Qué interés tienen los sindicatos en cambiar el sistema?, ninguno, porque el sistema les permite tener un poder muy grande aún con una baja afiliación. Para cambiar estas cosas hace falta un consenso muy amplio. Con un 52% de votos en el Congreso no se logra.

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