La voracidad de las burguesí­as burocráticas regionales

Un cáncer que devora la riqueza nacional

Quien piense que este va a ser, por fin, el modelo definitivo de financiación autonómica se equivoca. El modelo tiene fecha de caducidad fijada en el 2013. Y son ya varios los barones autonómicos que han advertido de que entonces volverán a pedir más. ¿Por qué los gobiernos autonómicos se han convertido en un pozo sin fondo que cada vez se traga un porcentaje mayor de los recursos nacionales? ¿Cómo es posible que la descentralización autonómica haya dado lugar a unas castas polí­ticas tan insaciables como insolidarias?

Nadie en su sano juicio discute la descentralización roducto del Estado de las autonomías. Sin embargo, los excesos y desmanes en su aplicación han gestado un monstruo que cada vez es más nocivo para los intereses populares y nacionales.El aumento del poder político autonómico, que cada vez controla competencias más cualitativas, y el progresivo crecimiento de los presupuestos de cada comunidad, han creado las condiciones para una aberración.Hemos visto como la nueva clase política autonómica, los viejos caciques franquistas y los nuevos ricos –muchos de ellos producto del boom inmobiliario- se han hermanado conformando las élites locales de cada comunidad.Nuevas élites que han adquirido un carácter extremadamente parasitario y burocrático. Su crecimiento no viene determinado por su competitividad y dinamismo, sino por la capacidad –gracias a la cercanía al poder político, y a través de sustanciosas contratas, adjudicaciones o subvenciones, o de la participación en la gestión de las cajas de ahorros- de llevarse una parte mayor del ingente presupuesto local.Estas características obligan a cada comunidad a pugnar por arrebatar al gobierno central competencias, y conseguir un montante mayor de transferencias que engorden sus presupuestos.Generando las bases de la voracidad e insolidaridad que caracterizan las negociaciones sobre la financiación autonómica.Y convirtiendo a los gobiernos autonómicos en un cáncer de despilfarro de los recursos públicos, y en un agujero negro de endeudamiento.Las autonomías son responsables de más del 60 % del gasto público, – frente al 26% de media en los estados federales – valorado en 200.000 millones en 2009, de los cuales, y ésta es la clave, unos 60.000 ¡el 6 % del PIB cada año!, es puro despilfarro.Según la agencia Standard & Poors, comunidades y ayuntamientos españoles, contraerán esta año una deuda adicional de 27.000 millones de euros, con lo que la deuda viva a fin de año será de 120.000 millones, el mayor endeudamiento regional y local del mundo. Y aquí es necesario añadir partidas de gasto a empresas satélites que están fuera del presupuesto, los denominados INIs autonómicos y municipales -unos 1.875- dedicados fundamentalmente a la ocultación del despilfarro. En total, los 1.875 INIs autonómicos tenían una deuda oculta de 43.000 millones de euros hasta marzo.La carga del despilfarro y la deuda de los gobiernos autonómicos nos cuesta a los españoles 203.000 millones de euros. ¡Un 20% del PIB dilapidado para satisfacer a las castas locales!Es necesario detener esta sangría.Para salir de la crisis es urgente imponer un plan de ahorro nacional, que comience por la reducción, al menos en un 20%, de los gastos superfluos e innecesarios del Estado. Generando una capitalización que pueda invertirse en crear riqueza y empleo.La financiación de los gobiernos autonómicos debe estar sometida a este recorte. Ampliando las transferencias que financian los servicios verdaderamente sociales. Pero, al mismo tiempo, recortando drásticamente las bolsas de despilfarro y malversación de fondos públicos.

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