España-Cuba

Un asunto de familia

Es innegable que el gobierno de Zapatero se ha distanciado de la vergonzante polí­tica de Aznar contra la isla; quien, como recordaremos, siguiendo los dictámenes de Bush, promovió la ruptura de las relaciones con la UE, la ruptura con nuestro paí­s y fomentó como nadie el asilamiento internacional de Cuba. Frente a Aznar, Zapatero, contribuyó al fin de las sanciones de la UE y ha restablecido -en parte- nuestras relaciones con La Habana.

En lo inmediato, lo que ide el gobierno cubano al español es que de un paso más y contribuya a la revisión de la llamada posición común, que define la política europea hacia Cuba. Esta “posición” fue impulsada en 1996 también por el gobierno de Aznar (mejor sería decir que por quien fuera el representante de Bush en la UE) y aboga por promover la “transición a una democracia pluralista” en la isla y la “promoción de la democracia y el respeto de los derechos humanos”. Una indignante posición intervencionista en clara sintonía con los intereses de la Casa Blanca. Esta posición común es, en palabras del gobierno cubano, un “obstáculo fundamental” en la normalización de las relaciones con la UE. ¡Qué menos que Zapatero rectifique esta posición promovida por un gobierno español anterior! Zapatero anuncia que al ostentar la presidencia de la UE el primer trimestre del 2010, contribuirá a un mayor acercamiento con la isla. Algo bueno, que debe trascender de los gestos a los hechos. Pero la cuestión de fondo es ¿será capaz Zapatero de enfrentarse a la UE para conseguir un acercamiento pleno a la isla? ¿Trabajará activamente para eliminar toda política que vaya contra la soberanía de Cuba? Y, principalmente, ¿será capaz nuestro gobierno de defender una política independiente, al margen de los intereses y las líneas de actuación de Washington o los centros de poder europeos? España debe pasar a defender que los asuntos con Cuba “son asuntos de familia”, algo que tenía claro hasta Franco. Nuestro país debe tener una política exterior independiente y unas relaciones propias de solidaridad, apoyo y exigencia que se correspondan a los profundos vínculos históricos con la isla. Y quien dice Cuba, dice Iberoamérica. No es aceptable que las relaciones con el mundo hispano se limiten única y exclusivamente a la defensa de los intereses de las multinacionales españolas al otro lado del Atlántico. En los demás ámbitos políticos, económicos, sociales o culturales nuestro gobierno “brilla por su ausencia” en Iberoamérica. No es aceptable que nuestras relaciones con Iberoamérica se muevan al compás de los intereses de EEUU o los centros europeos. Mientras muchos países del mundo hispano avanzan vertiginosamente buscando su lugar en el planeta y utilizan la integración como un elemento activo para su desarrollo, España se ha quedado “descolgada” del que sería su ámbito natural de relaciones y en el que podría estar jugando un papel fundamental en pro del beneficio mutuo. Hay un enorme potencial por desarrollar pero para hacerlo, nuestro gobierno se tiene que poner en el sitio que le corresponde: del lado de su familia. La crisis, la alternativa a la crisis en nuestro país, la próxima presidencia de la UE… es un buen momento para dar un verdadero giro a nuestras relaciones con Cuba e Iberoamérica.

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