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UE-Ucrania, una asociación para delinquir

La tensión está ya “bajando”, dicen. Pero lo cierto es exactamente lo opuesto. He aquí por qué: mientras Putin en Moscú ratificaba el paso, previo referéndum, de Crimea a la Federación Rusa, el Consejo de Jefes de Estado y de Gobierno en Bruselas aprobaba el acuerdo de asociación de Ucrania a la Unión Europea. Se trata, solamente, de la parte política; la parte económica “seguirá”; y en el aspecto militar habrá avances: Kiev está ya en asociación con la OTAN.

Sin embargo, no se trata de la adhesión a la UE. Haberlo hecho creer es –como señala Sergio Romano– parte de la peligrosa mitología nacionalista-europeísta del Maidán . La adhesión llegará dentro de muchos años, como para el resto de países de Europa del Este que, en una prueba del nueve de su “civilidad”, han debido unirse a la Alianza Atlántica y han acabado luchando las guerras de Estados Unidos en el mundo. Firmaron el acuerdo el presidente del Consejo Europeo Herman Van Rompuy y el de la Comisión Manuel Barroso.

Con su contrafirma, Arseni Yatseniuk, proclamado primer ministro por lo que queda de la Rada ucraniana y aprobado en última instancia por los insurgentes nacionalistas antirrusos (cuando no abiertamente neonazis) del Maidán, pero sin embargo, en representación de sólo una parte del país.

Porque ¿a quién representa realmente Yatseniuk y qué parte de Ucrania se reconoce en él? Y el acuerdo de asociación ¿no parece haber sido no hecho a propósito para “delinquir”, para desencadenar nuevas protestas más violentas en el este de Ucrania prorruso y dividir más aún el país? Es la nueva versión del modelo destructivo europeo ya utilizado en la ex Yugoslavia. ¿Cómo van a reaccionar al acuerdo de asociación con la UE las regiones ucranianas orientales, que no se identifican con Yatseniuk, y mucho menos con la plaza Maidán, y en su lugar quieren seguir el camino de Crimea? ¿No hubiera sido necesaria, tal vez, más cautela? Todo, dicen, estará más claro tras las elecciones de Ucrania, el 25 de mayo. Pero –si llegan a celebrarse, realmente– ¿qué valor tendrán estas consultas si, tal como se anuncia, serán desertadas por las regiones del Oriente?

Este acuerdo de asociación, además, es el mismo que fue rechazado (y que fue la chispa de la insurrección en Kiev) por el ex presidente Yanukovitch porque no ofrece respuestas concretas a la vorágine de deuda que se abrirá si el país, ya en crisis, renuncia a la unión aduanera con la Comunidad de Estados Independientes vinculados a Moscú. ¿Qué fondos va a asignar la troika de la Unión Europea que ha sometido al hambre con su austeridad el sur de Europa –empezando por Grecia– y que insiste con sus diktat sobre los presupuestos nacionales de los países miembros?

La Comisión Europea se compromete a conceder 11.000 millones a los actuales dirigentes ucranianos, tres de los cuales de inmediato y uno en particular en efectivo. ¿Dónde está ese dinero? ¿Acaso van a transferirse fondos desde la desesperada Syntagma –la plaza de la protesta social de Grecia– para financiar la insurgencia del Maidán? En Atenas, los neonazis de Amanecer Dorado están en contra de Europa. Pero no hace falta mucho para cambiar de “tácticas” si resulta que es el país más insurgente quien recibe atención y financiación.

“ Hagamos un Maidán” podría convertirse en el lema de las próximas protestas europeas –y no solo de derechas– en contra del diktat de Bruselas.

Por último, llegan, por ahora con el consentimiento de Putin, un máximo de 100 observadores de la OSCE, la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa. Como para estar poco tranquilos. De hecho, en Kosovo aún en la soberanía de Serbia, en febrero de 1999 fue la OSCE dirigida por el ex espía de EE.UU. William Walker, quien, en lugar de hacer una observación neutral, según el mandato internacional, de la violencia étnica que venía de todos los lados (según testimonio de la ONU), aprovechó la oportunidad que ofreció la invención de la masacre de Racak para abandonar la región y así dar luz verde a los bombardeos de la OTAN, lanzados sin autorización de la ONU. Y hasta este momento, en los últimos veinte años, la Alianza nunca ha dejado de expandirse militarmente en el Este, ahora hasta las fronteras de Rusia. Es una noticia de ayer que las tropas occidentales corren hacia los países de la OTAN bálticos –Estonia, Letonia y Lituania– en dificultades ante las demandas de las minorías rusas.

Así pues, la tensión no baja, el conflicto de las sanciones a Moscú y su efecto boomerang en la crisis europea apenas comienza, igual que la guerra de los gasoductos y las maniobras militares de Rusia. La “guerra fría” en torno a Ucrania acaba de empezar y dará la “bienvenida” a Barack Obama con ocasión de su visita a Roma y Bruselas en los próximos días.

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