SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Ucrania horada el Pirineo

Hace diecisiete años conocí a Agron Dine en el puerto albanés de Vlora. Una ciudad inhóspita y devastada, tras la caída del régimen estalinista de Enver Hoxha y el posterior estreno capitalista con una pirámide financiera que arruinó a miles de familias en toda Albania. Estatuas derribadas, sin mitos de repuesto. El nihilismo. Viajaba con el fotógrafo Ivo Saglietti para elaborar un reportaje sobre el tráfico de inmigrantes clandestinos en el estrecho de Otranto. Llovía, llovía mucho. Nos guarecimos en el zaguán de una vivienda y entonces apareció Agron. Nos invitó a tomar café turco en su casa y con la ayuda de un italiano rudimentario nos contó su vida. Estudiante de Bellas Artes en Tirana, había sido ‘deportado’ a Vlora por haberse dejado el pelo largo en los años setenta. Intentaba sobrevivir como pintor en medio de aquella hecatombe. Pintaba escenas tradicionales albanesas, con acento expresionista. Tenía carácter. Resistía.

Agron nos sugirió ir a comer al puerto, y allí acabamos entablando conversación con un grupo de contrabandistas, ‘skafisti’, en la jerga local. No paraba de llover y los vasos de ‘rakia’, el licor tradicional de los Balcanes, fueron animando la conversación. Recordaré siempre una de las cosas que dijo el contrabandista jefe: “Miren, lo que está en juego en los Balcanes es el trazado de los nuevos corredores de la energía. Uno de ellos ha de pasar por Albania”.

Meses después volví a encontrar esa idea en la revista italiana de geopolítica ‘Limes’, que dedicaba un extenso artículo al papel de los corredores energéticos en el complejo trasfondo de las guerras civiles de Yugoslavia. Estaba a punto de comenzar la última tanda: la guerra por el control de Kosovo, la región albanesa bajo dominio serbio.

Hace cosa de un año, Mariano Rajoy tuvo también una iluminación sobre los corredores de la energía. Poco después de iniciarse la guerra en Ucrania, el presidente comenzó a pedir informes sobre el acceso de España a los yacimientos de gas de Argelia y los motivos por los que Francia mantiene paralizado el gasoducto Midcat.

Francia nunca regala nada y controla con esmero las puertas de los Pirineos. No quiere muchos más túneles en la cordillera. La conexión por alta velocidad ferroviaria, lenta. Ni hablar de un eje ferroviario de mercancías por el Pirineo aragonés. Las interconexiones eléctricas, poco a poco, con el consiguiente perjuicio para Portugal. La península Ibérica, isla energética. Y escaso interés, también, por la conexión gasista, puesto que Francia gira alrededor de la energía nuclear, el gran proyecto estratégico del general De Gaulle.

En cuestión de un año, Rajoy ha logrado mover pieza. El asunto lo ha llevado él personalmente y sería estúpido regatearle el mérito. Ha conseguido que Alemania se interese por la conexión con el gas de Argelia. Y ese gesto alemán ha ayudado a mover la posición francesa. Objetivo estratégico: depender un poco menos del gas ruso. Un 20% menos. Enviar de inmediato a Rusia la señal de que se trabaja en esa dirección. A menor dependencia, mayor equilibrio político. Es en este contexto que Francia está aceptando desbloquear la conexión con el Midcat, para poder transportar, vía terrestre, el gas de Argelia a la Europa central. En el trayecto argelino –no en el trazado español–, el gasoducto ahora políticamente revalorizado lleva el nombre de Pere Duran Farell, el visionario ingeniero catalán que en los años sesenta fue a buscar el gas de Argelia y Libia. Un discípulo suyo, Antoni Llardén, actual presidente de Enagás, ha asesorado al Gobierno estos últimos meses. Nueva geografía política. La guerra de Ucrania contribuirá a ensanchar algunos conductos pirenaicos. La cumbre de esta semana en Madrid así lo certifica. Jean-Claude Junker, nuevo presidente de la Comisión Europea, está ayudando.

Mapas, mapas, mapas. El corredor ferroviario mediterráneo ha triunfado como concepto, pero su concreción va muy lenta. China, muy atenta a la Grecia de Tsipras, quiere impulsar ahora un corredor ferroviario de mercancías desde el puerto ateniense de El Pireo -el primer gran puerto europeo que hallan los buques que atraviesan el Canal de Suez-, hasta Alemania, atravesando Serbia y Hungría. La ruta de la Seda balcánica.

Estos días he pensado en los contrabandistas de Vlora. En Madrid se ha acordado desbloquear el Midcat y pronto empezarán los trabajos para la construcción del gasoducto adriático que ha de llevar gas de Azerbaiyán a Europa, sin pasar por suelo ruso. A ver si adivinan el recorrido. Azerbaiyán (Bakú), Turquía. Grecia, sur de Albania (puerto de Vlora) e Italia, a través del estrecho de Otranto.

He perdido la pista de Agron Dine. Lo último que supe de él es que había emigrado a Grecia.

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