En 1982, en Guatemala, las fuerzas armadas atacaron en repetidas ocasiones el pueblo de Sepur Zarco, matando o desapareciendo forzadamente a líderes y propietarios maya que estaban tratando de recuperar sus títulos de propiedad. Sus esposas e hijos permanecieron en la base militar en Sepur Zarco, y fueron forzadas a la esclavitud sexual, así como tener que cocinar y limpiar para los soldados. Durante décadas, las víctimas han estado exigiendo justicia por estos crímenes. Finalmente, el 26 de febrero de 2016, cada uno de los dos acusados fueron declarados culpables y condenados a más de 100 años de prisión. Este fue un hito en el poder en la lucha mundial para acabar con todas las formas de violencia contra las mujeres.