40 Años de orgullo en España

Nosotros no tenemos miedo, nosotros somos

Este año se celebra el WorldPride en Madrid, y se conmemoran los 40 años de la primera manifestación del Orgullo LGTB en España. De la clandestinidad y la persecución, al reconocimiento de los derechos del colectivo LGTB, un breve recorrido a todos estos años de lucha, colectiva e individual, que demuestran cómo sólo con la unidad de la sociedad en torno a la defensa de las libertades sociales, las exigencias democráticas justas se alcanzan con éxito.

El 28 de junio se celebra en todo el mundo el día del orgullo lgbt, en memoria de los sucesos ocurridos en Stonewall en 1969, en los que el enfrentamiento al acoso policial a la comunidad gay en el Greenwich Village de Nueva York, supuso un punto de inflexión en todo el mundo. En España, con el franquismo y su Ley de Peligrosidad, la lucha comenzó en la clandestinidad, pero ello dio fuerza y valor a esta batalla que se unía con la de toda una sociedad por la libertad democrática.

En 1972, nace de manos de Francesc Francino y Armand de Fluvià, el Movimiento Español de Liberación Homosexual, que defenderá los derechos gays enfrentándose a la represión. Pero el desafío al “orden” llega el 26 de junio de 1977, cuando se hace la primera manifestación del orgullo gay en las Ramblas de Barcelona, a la que acudieron unas 4.000 personas, convocada por el Front d’Alliberament Gai de Catalunya, reclamando la amnistía para los presos homosexuales y la derogación de la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social. Se enciende un fuego que unirá a toda la sociedad. De hecho, algunos medios recogen, que en la manifestación había más heterosexuales que gays.

La represión a esta manifestación pacífica y ordenada, provocó el apoyo de multitud de organizaciones políticas, sociales, sindicales, y la expansión a buena parte de España del movimiento de liberación homosexual; Al año siguiente, la manifestación se repetiría ya en Madrid, Bilbao o Sevilla, y en diciembre del 78, Adolfo Suárez retiraría la Homosexualidad de la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social.

Una historia de conquistas ( a través de escollos)

A partir de estos valientes inicios, se irá consolidando la protección y la igualdad del colectivo LGTB en nuestro país, en el que nuestra sociedad más aceptación manifiesta en el mundo (el 88%), aunque salvando duros obstáculos. En los ochenta, la expansión de una nueva peste, el SIDA, y el avance de la epidemia del VIH en todo el mundo, provocará una reacción en los sectores más recalcitrantes que intentarán estigmatizar la homosexualidad, alimentando odios y discriminación. Durante esos duros años, la lucha continuará, uniendo esfuerzos de los colectivos LGTB, los avances médicos y la sociedad en general, por la concienciación y la prevención respecto a la enfermedad.

La unidad en la defensa de los Derechos Humanos, por una sociedad más igualitaria, hará que en el transcurso de unos años, la ley española reconozca paulatinamente las exigencias de varias décadas de movilizaciones. En 1996, se produce un salto en la protección frente a los ataques homófobos y discriminatorios, al aprobarse en el Código Penal, la inclusión de la defensa de la orientación sexual, considerando agravante de delito la homofobia.

Y en 2005, España será el tercer país del mundo, en aprobar una ley de matrimonio igualitario, que permitirá la unión de personas del mismo sexo, pese al intento de división de la opinión pública por parte de los sectores más reaccionarios, la inmensa mayoría de la sociedad aplaudió y apoyó este avance democrático, en defensa de la igualdad y la diversidad.

En los últimos años, se han ido afianzando las conquistas, y se persiste en el camino de conseguir la plena igualdad, con la aprobación de leyes para la adopción, leyes integrales contra la discriminación, o la entrada a trámite en el Parlamento, este mismo año, de una ley de igualdad LGTBI, que avancen contra la homofobia y por la despatologización.

El motor de la lucha

Sin organización no hay éxito en las luchas. Sólo podemos entender el avance de las conquistas democráticas de estos años, atendiendo al amplio tejido social organizado, que ha presionado para conseguir estas libertades. Desde los difíciles años de la clandestinidad, pasando por la efervescencia revolucionaria de la Transición y principios de los ochenta, hasta la enorme red actual interconectada entre la base de la sociedad y las instituciones.

Cuando se persigue el objetivo de conseguir unas exigencias sociales justas, la sociedad se adhiere apoyándolas y fortaleciendo este camino. Pero son las múltiples organizaciones de ámbito local, regional o estatal las que lanzan sus consignas y luchas para que lleguen al resto de la población, dando músculo y estructura, y una orientación a esas demandas que represente los intereses colectivos.

Desde los primeros movimientos de liberación homosexual, hemos visto expandirse a cada rincón de España, pequeños colectivos municipales, fuertes entidades en las principales capitales, colectivos autonómicos, unificando luchas en coordinadoras y federaciones estatales. Que transmiten sus demandas a otras organizaciones políticas, sociales, sindicales, culturales, del deporte, etc, tomándolas en sus manos, haciéndolas suyas también.

No podemos entender todas las conquistas conseguidas, y la persistencia en las que están por conseguir, sin involucrar a toda la sociedad, una sociedad diversa y plural, abierta, que empuja desde todos los ámbitos para mejorar y desarrollarse.

No podemos entender los cambios sin toda la gente que se ha organizado para conseguir un objetivo, justo y democrático, y se han apoyado en los demás.

Un camino que continúa

Los avances y conquistas son grandes -hace unas décadas parecerían inasequibles- y tanta gente se ha esforzado por ello. Pero no está todo resuelto, ni en todos los lugares es igual. Lo que en España y otros países hemos conquistado, en otros países y regiones del mundo es perseguido y atacado, aunque también hay avances importantes a nivel internacional.

Tanto a nivel europeo como global, en los últimos años la comunidad LGTB,ha conseguido que se creen organismos a través de la ONU o en la Unión Europea, y que se han involucrado en la protección de las personas LGTBI, y en la defensa de los DDHH, contra la persecución y discriminación (aún hay 5 países con pena de muerte para la homosexualidad), y por la equiparación y la igualdad real.

Si volvemos a España, aún queda mucho trabajo por hacer, en cuanto a visibilidad lésbica, al trato de la transexualidad, en el terreno de la educación, sanidad, ocupación laboral, igualdad salarial, etc. y, por supuesto en el terreno de los delitos de odio y discriminación.

Pero queda aún más trabajo que hacer cuando miramos lo conseguido. Son éxitos democráticos en cuanto que nos equiparan a todos, con los mismos derechos y libertades, y eso es un bien colectivo.

Pero si nos retrotraemos a los comienzos del movimiento LGTB, nos encontramos con que se ha perdido buena parte de su sentido revolucionario, de crítica a la sociedad misma, al matrimonio, a la forma de familia, a la educación, etc.

Si queremos transformar de verdad la sociedad, debemos enfrentarnos al reto de cuestionar toda la base sobre la que se asienta, romper muros y barreras que nos encuadran en una sociedad que “es así”, que es “cómo es”. Por respeto a Lorca, a Sontag, y al Titi, y al transformista del antro de la esquina, y a las prostitutas apaleadas, por respeto a nuestros hijos y a nosotros mismos, por respeto a los que no disfrutarán de las libertades que hemos conseguido, por respeto a los que luchan y lucharon valientemente, y a los que no lucharon por miedo,…

Por respeto y dignidad, tenemos que hacer este esfuerzo, para conseguir un futuro realmente en nuestras manos.

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