Muchos medios de comunicación han presentado este 1º de Mayo como un fracaso de asistencia, incluso han aprovechado para preguntarse si no está llegando el momento de pedir el fin de la celebración de estas manifestaciones.
Preguntas de este tipo son parte de la ofensiva por reducir la capacidad de lucha y movilización de los sindicatos y organizaciones obreras. Es parte de la estrategia por consolidar un mercado de trabajo sólo precario, de bajos salarios y sin derechos, sino por desarmar a la clase obrera y el pueblo trabajador para que ni siquiera pueda reclamarlos.
Con más o menos asistencia que otros años, el Primero de Mayo ha sido un clamor en toda España contra esa situación, para mostrar la voluntad de luchar, convocados por los sindicatos por “empleos estables, salarios justos, pensiones dignas, más protección social y derogar las reformas laborales” que han llevado a esta situación.«»Defendemos el Primero de Mayo frente a quienes pretenden que no se oigan las voces que denuncian la situación, frente a quienes pretenden que la clase obrera y el pueblo trabajador no se organice «»
Un clamor contra la guerra y por la paz, frente a las amenazas de un mundo sacudido por la llegada de Trump a la Casa Blanca.
Y un clamor contra la corrupción que, “mientras nos robaban a manos llenas, nos decían que teníamos que abrocharnos el cinturón y que había que hacer políticas de austeridad”, como se denunciaba en todas las manifestaciones.
Los medios se ha referido a las 73 manifestaciones de las grandes ciudades, pro en cientos de pueblos de toda España, esos que no cuentan para las grandes estadísticas ha habido todo tipo de actos por el Primero de Mayo con el mismo contenido de denuncia y voluntad de lucha.
Defendemos el Primero de Mayo frente a quienes pretenden que no se oigan las voces que denuncian la situación, frente a quienes pretenden que la clase obrera y el pueblo trabajador no se organice en sindicatos (y no digamos ya en partidos comunistas como UCE) para luchar por nuestros salarios, pensiones y derechos laborales, y por la paz, frente a quienes no quieren no sólo precarizados sino desarmados y vencidos.
Ninguna organización en España, salvo el movimiento sindical, tiene capacidad para organizar movilizaciones sistemáticas y actos en cientos de ciudades, en todas las regiones y comarcas de España. En los pueblos barrios y fábricas de todo el país.
En todos polígonos, en todas las fábricas de más de cien trabajadores hay organización sindical. Y delegados sindicales en miles de pequeños talleres.
Los sindicatos llegan más lejos que ninguna otra organización en España. No hay polígonos, fábricas, talleres oficinas, barrio, pueblo o aldea de cualquier rincón de España donde no haya algún sindicalista.
Es más, no hay nadie que no tenga en su familia o conozca algún sindicalista o afiliado de uno de los cientos de sindicatos que hay en nuestro país.
Porque en España hay centenares de sindicatos de todo tipo, no sólo las grandes centrales sindicales. Hay sindicatos de todos los sectores, del campo, del mar, de maestros, médicos enfermería, de estudiantes, de inmigrantes, de jóvenes jóvenes investigadores precarios o de los técnicos de Hacienda y de pensionistas.
Pero no sólo eso, el movimiento sindical crece con nuevas organizaciones. Sectores hasta ahora dispersos y sin organización han encontrado el camino para organizarse en los tradicionales sindicatos de clase o crear sus propias organizaciones sindicales, como las empleadas de hogar o los teleoperadores.
Un movimiento con varios millones de afiliados, sindicalistas y luchadores activos.
Existe en el movimiento sindical español una inmensa capacidad de lucha. Ni han desaparecido, ni es verdad que estén contaminados por la misma corrupción que sacude a la clase política… Ni que este Primero de Mayo refleje el declive de la lucha sindical, como quieren hacer ver quienes atacan el movimiento sindical.
No sólo han estado las manifestaciones convocadas en las principales ciudades del país, también otras manifestaciones y miles de actos convocados en otras ciudades y pueblos o en las organizaciones locales de toda la geografía española.
Otra cosa es el reto que tenemos en el movimiento sindical y en cada uno de los sindicatos por ver con qué orientación hemos de llevar la lucha adelante. Pero ese es otro problema.
Atacan a los sindicatos porque en las manifestaciones hay mucha gente mayor. ¿Pero no es la clase obrera estable mayoritariamente mayor? ¿No hay más de 2,5 millones de parados mayores de larga duración? ¿Y varios millones de trabajadores deshauciados sin paro, sin ayudas y sin pensión o pensiones de miseria? ¿Cómo no van a ir a las manifestaciones?
¿No han expulsado del mercado de trabajo a la inmensa mayoría de la juventud y a cientos de miles de trabajadores jóvenes los han condenado al exilio económico? Una juventud encadenada a un mercado de trabajo precario, sin estabilidad ni capacidad para establecerse.
¿Alguien se puede imaginar una España sin sindicatos en un momento de precariedad y sin derechos? Con el 47% de los trabajadores que no llegan ni a mileuristas, como denuncia el informe de Gestha. Con un nuevo sector, el de los “trabajadores pobres”, creado por las reforma laboral que afecta al 14% de los asalariados…
Si ahora ya han impuesto todo esto, ¿Qué sería esto si no hubiera sindicatos?
Atacan al movimiento sindical para tener las manos libres y convertir en estructural todo lo que han hecho y que no haya la fuerza y organización para charlo abajo, en general y en cada lucha concreta de cada convenio, fábrica o sector.