Hasta ayer mismo era «el millonario, xenófobo y racista, el ultrarreaccionario que acosa a las mujeres y no paga impuestos…» que podía ser presidente. Desde hoy es el presidente de los EEUU, la principal potencia del planeta.
En Washington se sentará a partir de ahora el representante de uno de los dos sectores en los que se ha dividido la burguesía monopolista norteamericana sobre cómo gestionar la hegemonía norteamericana en declive. Quienes apuestan por recomponer la política internacional norteamericana, especialmente en sus relaciones con Rusia y endurecer el cerco a China en todos los terrenos, económico, política, diplomático y militar. Pero también en las zonas más sensibles como Siria y la guerra contra ISIS o en las exigencias a los países de Europa para que “pague su propia defensa” contribuyendo con más recursos militares y dinero a la OTAN.
La victoria de Clinton parecía asegurada hasta que entró en escena el director del FBI con su decisión de reabrir el tema de los correos de Hillary Clinton a poco más de una semana de la cita electoral. Donald Trump no desaprovechó la oportunidad para saltar a la yugular de Clinton y dar la vuelta a las encuestas: “Es el peor escándalo desde el Watergate”.
A la cabeza de EEUU ha llegado un político que se presenta así mismo como el “antipolítico” que ha hecho de la crítica a la clase política “corrupta” de Washington uno de sus arietes en la campaña hacia la Casa Blanca. Un multimillonario que vive en la Quinta Avenida de Nueva York, no manejado por Wall Street, pero que ha conectado con las clases medias y la clase obrera blanca empobrecidos por la crisis. Ningún dirigente significativo republicano ha hecho campaña junto a él; pero le han seguido masivamente las bases republicanas.
En el terreno económico ha defendido un proteccionismo exacerbado estableciendo barreras arancelarias a los productos extranjeros, especialmente a los productos chinos, y cuestionando los tratados internacionales firmados o por firmar por EEUU para obligar a las grandes corporaciones estadounidenses a invertir y volver a impulsar la producción industrial en los Estados Unidos y volver al “sueño americano” a las clases blancas trabajadoras. Así ha amenazado con renegociar o incluso «romper» el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) cuando llegara a la Casa Blanca, y no firmar el TTIP si por encima de todo no defiende los intereses norteamericanos.
Una política que también es bien vista por importantes sectores de pequeños y medianos empresarios. Como recogía una encuesta de un instituto empresarial, el Committee for Economic Development (CED), publicada en los medios norteamericanos: “Se podría decir que Wall Street es pro-Clinton y Main Street (las Pymes) son pro-Trump”.
El sistema de contrapoderes norteamericano en el Congreso y en el Senado determinarán hasta dónde y cómo se llevan adelante las promesas de Donald Trump, contenidas en sus declaraciones más polémicas, como la construcción de un muro de miles de kilómetros en la frontera de México, pero su llegada a la Casa Blanca no hay duda de que va a traer cambios en la política internacional y económica de la superpotencia aún imprevisibles.
Lo que parecía imposible cuando se inició la campaña electoral se ha hecho realidad. Donald Trump es el nuevo presidente del Imperio.
Anónimo dice:
Tal y como dice el artículo, la clase media norteamericana quiere a Trump y hay que respetarlo y darle un voto de confianza.
Anónimo dice:
sería una locura atacar a China, su gallina de los huevos de oro, tanto para sus empresarios como para su máquina de fabricar dólares, todo se vendría abajo, los chinos son los primeros inversores en EE UU, tienen al Tesoro de EE UU en sus cámaras de seguridad, han venido comprando Dólares que si los soltasen al mercado, se depreciaría tanto la moneda estadounidense que no valdría ni para comprar una pipa. es que no saben que China es la primera potencia precisamente por eso? ha comprado Euros y Dólares, se ha ganso pulso las gentes del Brick, haciendo carreteras, viviendas, invirtiendo no saqueando como hacen los yankees y los europeos.
Anónimo dice:
Buen artículo, interesante analisis
Anónimo dice:
No hay que olvidar que es solo una marioneta de los poderes económicos, como sus antecesores, pero es un riesgo adicional: podemos estar en los preliminares de la 3@ guerra mundial
Anónimo dice:
Es importante recordar siempre que (como de costumbre) en estas elecciones ha votado alrededor del 52% del censo. Es decir, que sólo 1/4 de los electores a apoyado a Trump. El régimen electoral de EEUU no tiene ni una fisura que permita que algo de viento popular entre en la Casa Blanca. Todo está fundamentalmente manejado por los grandes medios de opinión pública y la encerrona en la que consiste las propias reglas electorales.
@lebidario
Anónimo dice:
Esperemos que no cumpla las promesas electorales, lo incomprensible es como un millonario seguido por las clase mas inculta de la sociedad sea presidente.
No creo en la democracia de EEUU.
Anónimo dice:
Excelente artículo, por fin un poco de claridad entre tanta manipulación informativa
Anónimo dice:
Aclarador artículo, frente a las vaciedades que están diciendo en los medios. Parece que no saben hablar más que de «populismo» ¿? y fallos en las encuestas. Y desde luego, nadie comenta a santo de qué irrumpió el FBI en campaña.
Trump es de todo, menos un outsider como nos quieren hacer creer
Anónimo dice:
JA JA JA HAY QUE VER Y OIR CADA COSA,Que esperabais?Ya se sabía,se veia claramente venir, segun y donde es totalmente COHERENTE
Anónimo dice:
Magnífico artículo, si Trump se hubiera declarado nazi o troskista las clases empobrecidas norteamericanas (media y trabajadora)le habrían votado igual.