El islamista AKP, el partido de Erdogan que lleva dos décadas y media hegemonizando la política turca ha obtenido unos desastrosos resultados en las elecciones municipales. Por primera vez desde 2001, la oposición socialdemócrata del CHP gana holgadamente en las cinco ciudades más pobladas del país y los islamistas no logran recuperar el poder en Estambul y en la capital, Ankara.
¿Cambio de ciclo en Turquía? Aún es pronto para decirlo. Pero una cosa es evidente: hay grietas en el palacio de un sultán autocrático que lleva veinte años dominando con mano de hierro -y no poca represión- los destinos de una potencia otomana que ha adquirido un peso geopolítico más que considerable.
Desde su fundación hace veintitrés años, el islamista Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), del presidente Recep Tayyip Erdogan nunca había perdido unas elecciones. Por eso esta derrota en las urnas en unas elecciones municipales sabe a amarga debacle… o a aire fresco, según quién lo mire.
Menos de un año después de haber revalidado su presidencia en unas ajustadas elecciones en las que Erdogan sacó sólo cinco puntos de ventaja sobre su rival socialdemócrata, los islamistas acusan un descalabro. El mapa electoral de Turquía se ha teñido de rojo, el color del socialdemócrata CHP, que ha obtenido el 37,7% de los votos frente al 35,5% que ha obtenido el partido de Erdogan que por primera vez pierde el voto electoral y no logra el objetivo de recuperar el poder ni en Ankara ni en Estambul, las dos grandes capitales del país.
En la antigua Bizancio, el actual alcalde socialdemócrata Ekrem Imamoglu, ha ganado con el 51% de los votos, aumentando su ventaja a 11 puntos porcentuales sobre el candidato islamista, por lo que se perfila ya como la cara visible de una oposición política a Erdogan. En Ankara, la diferencia ha sido incluso mayor, con el CHP obteniendo 28 puntos sobre el partido del presidente turco.
Los islamistas del AKP gobernaban en 38 capitales de provincia desde las municipales de 2019, pero ahora ese saldo se ha reducido a 23, mientras que los socialdemócratas del CHP han subido de 22 capitales a 36, arrebatando a los conservadores incluso bastiones como Bursa, la cuarta ciudad de Turquía.
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La Junta Electoral turca devuelve a los kurdos una importante alcaldía
La democracia se abre paso en el Kurdistán… a pesar de todo
Hay más terremotos en el mapa político turco. También ha avanzado el partido izquierdista y prokurdo DEM (antes llamado HDP), que sube de 8 a 10 capitales provinciales
La ciudad de Van (370.000 habitantes), capital de la provincia homónima y cercana a la frontera iraní, está enclavada en la esquina inferior derecha del mapa turco, en pleno corazón del Kurdistán. El candidato del DEM, Abdullah Zeydan, obtuvo una contundente victoria con un 55% de los votos, más del doble que los obtenidos por los islamistas del AKP.
Pese a ello, la junta electoral provincial quiso emitir su propio dictamen, pretendiendo dar la alcaldía a los de Erdogan y declarando inhabilitado -después y no antes del resultado- al ganador del DEM, alegando que el ganador había quedado inhabilitado tras cumplir ocho años de cárcel por unas declaraciones que fueron interpretadas como una apología de la guerrilla PKK, considerada una organización terrorista en Turquía
Tras este escándalo, miles de simpatizantes del DEM protagonizaron fuertes protestas por las calles de Van, apoyados también por partidarios del socialdemócrata CHP. Movilizaciones en Van que fueron fuertemente reprimidas con cargas policiales y gas lacrimógeno, pero que tuvieron eco en muchas ciudades turcas, disolviendo violentamente los antidisturbios una protesta de abogados en Estambul a favor del DEM, hiriendo a tres juristas y deteniendo a catorce.
Tras un recurso del DEM ante este atropello antidemocrático, la Junta Electoral turca ha echado por tierra la decisión de la provincial, y ha devuelto a los kurdos la alcaldía concedida al partido de Erdogan.
El DEM ganó el domingo pasado con amplia ventaja en 10 provincias de mayoría kurda en el sureste de Anatolia, aunque en todo el país solo obtuvo un 5,7% de los votos, al apoyar muchos de sus militantes a los candidatos del CHP para evitar una victoria del AKP de Erdogan, que sufrió en estas elecciones su primera derrota en más de dos décadas.
Además de los kurdos, las organizaciones de trabajadores, de la izquierda revolucionaria, las feministas o del colectivo LGTBI, defensoras de la democracia y los Derechos Humanos se han visto hostigadas y perseguidas por Erdogan durante los últimos años. Turquía se encuentra entre los diez peores países del mundo en cuanto a derechos sindicales y calidad de la vida de las y los trabajadores se refiere. El Gobierno turco ha confiscado propiedades de los sindicatos, ha permitido que empresas extranjeras realicen prácticas antisindicales y ha criminalizado el derecho a huelga, condenado a quienes la secundan, entre otras prácticas ilegales.
Por eso, el resultado de las municipales ha sido celebrado por toda la izquierda política y sindical turca, frontalmente enfrentados a un Erdogan cada vez más reaccionario y autocrático.