SELECCIÓN DE PRENSA INTERNACIONAL

Turquí­a acusa al Mossad de estar detrás de los atentados terroristas a Charlie Hebdo

L

os tres días de terror condenable en Francia, sea quien fuere el cerebro, entraron a la fase de la batalla por la persuasión de la opinión pública en Occidente.

Tal batalla la tiene perdida Occidente en Rusia, China, India y en el mundo islámico de 57 países y mil 800 millones de feligreses, excluyendo, naturalmente, a los enigmáticos operadores de Al Qaeda, con sus ramificaciones trasnacionales, y/o Daesh/ISIS del Estado Islámico.

Sólo cito, sin profundizar, los numerosos cuan perturbadores agujeros negros de lo que se asemeja a un “ 11-S francés”, en cuanto a desinformación autoral se refiere: un policía ametrallado a bocajarro que no sangra (http://goo.gl/wSeZ86), video que luego fue censurado en Francia (http://goo.gl/IeO3IU); el abandono de una carta de identidad de un presunto terrorista islámico; el suicidio de Helric Fredou, jefe de la policía a cargo de la persecución de los homicidas (http://goo.gl/qyGuV0); la presencia repulsiva del infanticida de palestinos, el primer ministro Benjamin Netanyahu, que hasta para el rotativo israelí Haaretz resultó un fracaso de relaciones públicas (http://goo.gl/08r5a0); la fuga extraña del lugar de los hechos de Hayat Boumeddiene, de 26 años de edad, esposa del asesino del atentado execrable a un supermercado kosher, sin ser capturada y que se refugió con los rebeldes sirios, curiosamente entrenados por Estados Unidos e Israel, según el portal israelí Debka (http://goo.gl/KGk0OO); la conspicua ausencia de altos funcionarios del gabinete de Obama en la marcha de París y otras interrogantes.

La vez anterior expuse que el arribo de Al Qaeda a la torre Eiffel era más que cantado, como vaticiné exactamente hace dos años (http://goo.gl/xJjCy1), dando a conocer la narrativa unánime de los multimedia occidentales, quienes atribuyeron sin cuestionar, a pie juntillas, los atentados a la rama de Al Qaeda en Yemen, lo cual, desde el punto de vista geopolítico, desnuda todo un operativo militar inminente que va desde el mar Rojo hasta el Golfo Pérsico pasando por Libia, como arguye Thierry Meyssan, director del portal francés Réseau Voltaire (http://goo.gl/C1DXy9).

Por la valía de la mayéutica socrática y la dialéctica hegeliana –joyas mentales en la búsqueda de la verdad en el Occidente ilustrado–, vale la pena escudriñar la filípica de Recep Tayyip Erdogan, presidente de Turquía –miembro conspicuo de la OTAN y del G-20–, quien se fue a la yugular de Occidente e Israel.

En forma huracanada, el presidente Erdogan fulminó que están operando juegos geopolíticos en el mundo islámico y externó su asombro de que los servicios de inteligencia de Francia no hayan perseguido a los culpables en forma más efectiva.

El presidente turco arremetió contra el primer ministro israelí Netanyahu por haberse atrevido a participar en la marcha de París y lo acusó de encabezar el terrorismo de Estado contra los palestinos (http://goo.gl/bohZfu).

Según el muy consultado portal estadunidense Zero Hedge (http://goo.gl/B7FX0a), justamente al día siguiente de la marcha de París, el presidente Erdogan, en una conferencia de prensa, arremetió contra la obvia duplicidad de Occidente y señaló al racismo, al lenguaje de odio e islamofobia, de encontrarse detrás de las masacres, para luego colocar su estocada: es muy claro que los culpables son los ciudadanos franceses (¡extrasupersic!), quienes perpetraron la masacre por la que los musulmanes son culpados.

Melih Gokcek, alcalde de Ankara (la capital turca) –del mismo partido tanto del presidente Erdogan como del primer ministro Ahmet Davutoglu–, imputó que el Mossad (¡extrasupersic!) se encuentra definitivamente (¡supersic!) detrás de tales incidentes que estimulan la enemistad contra el Islam y agregó que estaban vinculados al inminente reconocimiento de Palestina por Francia.

No es lo mismo que directores de think tanks y aun alcaldes de países geoestratégicamente relevantes como Turquía expresen sus puntos de vista contrarios a la unánime corriente de los multimedia occidentales, que un presidente de la talla de Erdogan lo haga en forma oficial, lo cual eleva la puja de la confrontación intraeuropea y la fractura de facto en el seno de la OTAN.

A mi juicio, una lectura geopolítica de la notable participación del primer ministro Davutoglu en la marcha de París es que Turquía –81 millones de habitantes, en su mayoría jóvenes– se posiciona como líder natural de los otros 56 millones de musulmanes en Europa (http://goo.gl/mZAyyS).

Alexander Zhilin, director del Centro para el Estudio de los Problemas Aplicados, con sede en Moscú, fustigó en una entrevista que el ataque terrorista era una venganza (sic) al presidente François Hollande por haber exhortado al levantamiento de las sanciones de Europa contra Rusia. Ni más ni menos que una de mis hipótesis vertidas al respecto, lo cual explayé a Russia Today. ¿Pasó el atentado de Charlie Hebdo por el contencioso ucraniano?

También Irán –relevante país islámico con 80 millones, también de mayoría juvenil– asegura que el ataque en París fue “una operación de bandera falsa ( false flag) de la CIA” (http://goo.gl/S05AcH). ¿Por fin: fue la CIA, el Mossad, o los dos?

Más allá de que Paul Craig Roberts, ex asistente del Tesoro del presidente Reagan, haya acusado a la CIA de encontrarse detrás de los atentados de Francia –primero, en forma inquisitiva (http://goo.gl/YW6zJ2), y luego en forma categórica (http://goo.gl/6KUP0t)–, en Rusia pocos creen la versión hollywoodense del 11-S.

Alexei Martynov, director del Instituto Internacional para los Nuevos Estudios, aseveró que en los pasados 10 años el llamado terrorismo islámico está bajo el control de una de las principales agencias de espionaje del mundo y estoy seguro de que algunos de los supervisores (sic) estadunidenses son responsables de los ataques de París o, en cualquier caso, de los islamistas que lo perpetraron.

Como se esperaría, el Financial Times, portavoz de la desregulada globalización financierista, embiste contra las teorías conspirativas de Rusia y Turquía, que endosan la autoría de los atentados a Estados Unidos y el Mossad (http://goo.gl/3DOkoi). Pero no se trata de países cualquiera, sino de Rusia, máxima superpotencia nuclear, y Turquía, potencia islámica de primer orden.

Cuando aún los investigadores occidentales rehúsan dar su conclusión sobre el atentado del avión de Malaysia Airlines MH17 sobre Ucrania –de la cual quizá el presidente Putin tenga varios ases bajo la manga de sus propias investigaciones satelitales–, en una guerra multidimensional, como la de Rusia y Estados Unidos, la primera víctima es la verdad, relegada a segundo término, cuando prevalecen la percepción y el manejo de las opiniones públicas.

Nunca ha estado más vigente el principio del empiricismo/inmaterialismo del obispo anglo-irlandés George Berkeley del siglo XVIII: “ esse est percipi” (ser es percibir).

La gravedad de los soliloquios, producto de las percepciones singulares y su hermenéutica, es que el mundo está al borde de una guerra nuclear entre Estados Unidos y Rusia, como advierte Gorbachov (http://goo.gl/K96CWx).

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