Francia pide a la UE el fin de las negociaciones del TTIP por el "desequilibrio" con EEUU.

TTIP: las negociaciones se resquebrajan

Aunque la Casa Blanca continúa firme en su intención de cerrar el acuerdo sobre el Tratado de inversiones y libre comercio (TTIP) con la Unión Europea antes de finalizar el mandato de Obama, a finales de año, a Washington se le levantan fuertes vientos desfavorables en Europa que pueden acabar dando al traste las negociaciones. Las desavenencias parecen haber llevado a la via muerta los acuerdos, y ahora el presidente francés, Franí§ois Hollande, pide el final «puro, simple y definitivo» de las negociaciones sobre el TTIP.

Las negociaciones sobre el TTIP -el Tratado de Libre Comercio entre la UE y EEUU que supone multiplicar el poder de las multinacionales y pulverizar los derechos ciudadanos- lleva meses severamente atascadas, y corriendo el riesgo de ser dadas por muertas. Si la Casa Blanca sigue -a pesar de la catarata de declaraciones de múltiples mandatarios europeos- insuflándoles vida y negándose a abandonarlas, es porque el TTIP (la llamada ‘OTAN económica’) se corresponde con los intereses fundamentales de Washington.

Inmerso en un cada vez más acelerado declive económico, EEUU necesita del marco legal que le proporcionaría el TTIP (y otros tratados similares como CETA o TiSA), no sólo para inundar los mercados europeos con mercancías norteamericanas que ahora tienen vetada la entrada a la UE, sino para apoderarse de las arterias económicas de los países de la Unión, de sus principales fuentes de riqueza y de sus sectores económicos más jugosos. «El rechazo al TTIP no solo existe en los pueblos, también en importantes nódulos de las burguesías europeas»

Washington necesita incrementar el grado de saqueo y la recaudación de tributos sobre sus vasallos europeos, y el TTIP es el instrumento idóneo para ello. Y por eso -digan lo que digan los dirigentes comunitarios- el Departamento de Estado no va a firmar el acta de defunción del TTIP hasta días o semanas después de que haya muerto. Si es que lo hace. Prudencia.

Pero lo cierto es que hay países como Francia que ya están hartos de olor a podrido, y quieren enterrar lo que consideran un cadáver indigerible. El Eliseo quiere el fin «puro, simple y definitivo» de las negociaciones con EEUU sobre el TTIP. «Las posiciones no se han respetado, el desequilibrio es evidente», ha afirmado François Hollande, que ha hecho referencia a una asimetría de fuerzas en la mesa de diálogo a favor de los americanos. » Francia prefiere mirar las cosas de frente y no cultivar la ilusión de que se podría concluir un acuerdo antes del fin del mandato» de Barack Obama, ha dicho el presidente francés.

Su responsable de exteriores también se ha despachado a gusto con la intransigencia negociadora de los norteamericanos. “Desde el comienzo esas conversaciones transatlánticas se han llevado a cabo con opacidad y han generado mucha desconfianza y miedo”, ha llegado a decir Matthias Fekl, añadiendo que «los americanos no dan nada o sólo migajas (…) Entre aliados no se negocia así».

Desde hace meses la posición de Francia hacia el TTIP ha ido transformándose, de reacia y poco colaborativa a abiertamente hostil a la firma del tratado. No es para menos: de forma particularmente iportanteentre las clases dominantes europeas, la burguesía monopolista gala tiene poco o nada que ganar con el TTIP, y mucho, muchísimo que perder. De llegarse a aprobar el acuerdo en sus actuales términos, el Tratado derribaría numerosos aranceles y barreras legales qe protegen a sectores en los que la burguesía francesa tiene sus principales áreas de negocio: el agroalimentario, el farmacéutico y cosmético, el mercado de obras públicas, el sector automovilístico…

El segundo factor del NO de Hollande tampoco es desdeñable. Después de impulsar -contra un movimiento popular extrordinariamente combativo- una draconiana reforma laboral, su popularidad entre los trabajadores y en la izquierda está bajo mínimos. Y en breve (2017) deberá enfrentarse al veredicto de las urnas. Quedar como el presidente que aceptó el TTIP es el último problema que quiere tener. Tambien se enfrentan al escrutinio del electorado los alemanes y holandeses. Y eso impone prudencia a Merkel y otros socios europeos, en un terreno abonado para euroescepticos de izquierda y derecha. Las consecuencias del TTIP podrían desgarrar socialmente una Europa ya de por sí muy agitada, incidiendo en la aguda contradicción entre las clases populares y las oligarquías financieras de cada país. A pesar de que la canciller Merkel ha querido ser más cauta y ha declarado que «continuar negociando es lo correcto», su ministro de Economía y vicecanciller, Sigmar Gabriel, ha dado también por fracasadas «de facto» las discusiones sobre el acuerdo. La poderosa burguesía monopolista alemana -y en especial sectores como el de la farmacia o el automóvil- tienen mucho que perder con el TTIP.

Las burguesías monopolistas más poderosas del viejo continente, con la alemana y la francesa a la cabeza, ven un TTIP de diseño ‘made in USA’ mucho más como un trago amargo para muchos de sus áreas de interés, en vez de como una oportunidad de negocio. EEUU podría haber presentado un Tratado de Libre Comercio con más aroma a caramelo, pero no han sabido o no han podido. Su acelerado declive en lo económico, su ansiedad estratégica, ha impuesto un TTIP de sabor rancio. Ya dicen los italianos eso de “quien sabe comer, sabe esperar”.

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