La visita de un alto funcionario estadounidense a Taiwán -violando una vez más el precepto de «Una Sola China»- ha incrementado la tensión entre Pekín, Taipei y Washington. El gesto es una muestra más de cómo la superpotencia está incrementando el hostigamiento contra China en todos los terrenos. Algo que está subiendo la temperatura entre ambos países, poniendo en peligro no sólo la estabilidad de Asia-Pacífico, sino la del mundo entero.
El ‘número dos’ de la diplomacia norteamericana -el subsecretario de Estado, Keith Krach- ha visitado Taiwán, una isla que China considera parte irrenunciable de su territorio, para reunirse con Tsai Ing-wen, una presidenta taiwanesa que no oculta sus intenciones independentistas bajo padrinazgo norteamericano. Es la segunda vez que un importante funcionario estadounidense vuela a Taipei: en agosto lo hizo el secretario de Salud de la administración Trump.
El viaje sorpresa, que se comunicó a Pekín cuando el diplomático ya estaba en el avión, ha desatado una respuesta rápida y contundente del gobierno chino, que ha organizado en tiempo récord unas maniobras militares -con fuego real- en las cercanías de la isla; hasta 18 aviones militares chinos han sobrevolado la zona de identificación aérea taiwanesa, y Taipei ha respondido con el despliegue de varios cazas.
Las autoridades chinas han acusado a Trump de «usar a Taiwán para intervenir en China», y a las autoridades taiwanesas de “acudir a los extranjeros para engrandecerse”. El incidente no solo ha enturbiado aún más los canales entre Pekín y Taipei, sino las ya muy crispadas relaciones entre China con EEUU. Algo que al tratarse de la superpotencia y de su principal oponente geopolítico, afecta a la estabilidad mundial.
Cruzando todas las líneas rojas
Desde hace medio siglo, Pekín ha puesto una línea roja en sus relaciones diplomáticas con el resto del mundo: que nadie cuestione su integridad territorial, lo que se conoce como «Una Sola China». Esto incluye a Taiwán, una isla que lleva más de 300 años formando parte de China. En 1949, el Ejército nacionalista de Chiang Kai-shek se refugió en la isla tras su derrota en la guerra civil, y Taipei y la China continental mantienen gobiernos distintos desde hace 70 años.
En su primer año en la Casa Blanca, Trump ya cuestionó esta línea roja, vigente desde tiempos de Nixon, al mantener una conversación directa con la presidenta independentista taiwanesa. Un ataque que se suma a otros muchos hostigamientos: la guerra comercial y el incremento del cerco político y militar contra Pekín, la intervención en las protestas de Hong Kong o Xinjiang, el veto a Huawei…
Pekín considera a la isla parte inalienable de su territorio, tanto como Washington considera a Hawai o a California, territorios por cierto que tienen un recorrido histórico mucho más corto como parte de EEUU. ¿Qué ocurriría si un diplomático chino viajara a Hawai o a California para patrocinar sus movimientos independentistas? (movimientos que, por cierto, existen).
¿Una nueva Guerra Fría?
Al valorar la creciente tensión entre EEUU y China, es frecuente encontrarse con titulares que aluden a “una nueva Guerra Fría”. Pero este símil no solo es exagerado, sino falso e interesado. A pesar de su notable rearme -causado por el constante recrudecimiento del cerco norteamericano- China no resiste una comparación seria con lo que fue la URSS, una superpotencia cuya ambición hegemonista llevó a sobrepasar a EEUU en poderío militar. ¿Es China hoy, junto a EEUU, la principal fuente de guerra e inestabilidad mundial, o es un factor de estabilidad y apaciguamiento en las relaciones internacionales?
Este incidente ha sacado a la luz cómo la administración Trump está preparando una venta millonaria de armamento a Taiwán, incluidos misiles de largo alcance que permitirían a los aviones taiwaneses alcanzar objetivos chinos a gran distancia. Según Reuters, el paquete incluye drones de vigilancia, sistemas de artillería sobre camiones de Lockheed Martin, misiles antibuque de Boeing y minas marinas. Y los analistas advierten que esta venta de armas es apenas la punta del iceberg: Washington está instando a Taipéi para que incremente su poder militar y realice más ejercicios reales.
De materializarse esta transacción -un salto cualitativo en el cerco militar contra China- las relaciones sino-norteamericanas pueden tensarse hasta límites nunca vistos, poniendo en peligro no sólo la estabilidad de la región, sino la paz mundial.
Carlos dice:
Bueno, porque al kuomintang de derechas (el de izquierdas se fusiono con el partido comunista en la guerra contra Japon) no le da la gana, porque en la Constitucion China, les da derecho a participar en la politica de la Republica Popular como parte de una China unida. Los yankees como siempre «divide y venceras»(no,si aqui en Espanya tenemos experiencia con la ETA y los catalanistas )