La política migratoria de Trump contra las espaldas mojadas ya era agresiva hasta niveles insoportables. Pero la directiva que ordena romper las familias que son atrapadas cruzando ilegalmente la frontera, separando a los padres migrantes de sus hijos pequeños ha horrorizado por su extrema crueldad a la opinión pública mundial.
La medida ha levantado una ola de críticas a nivel internacional, y junto a otras -contra el cerrado apoyo norteamericano a la violenta represión israelí contra Gaza- ha provocado el abandono de EEUU del Consejo de Derechos Humanos de la ONU. El terreno de los Derechos Humanos se ha convertido en un campo de batalla contra la actual administración norteamericana.
Hubo un tiempo en el que EEUU podía utilizar la bandera de la «libertad» o de los «derechos humanos» como una útil herramienta de intervención en el mundo, como una forma de promocionar su poder hegemonista o su «american way of life». Pero eso queda ahora muy lejos. La administración Trump -como en su día hizo el gobierno de G.W.Bush- ha reconocido el campo de los derechos humanos y de la legalidad internacional como un terreno adverso, como un obstáculo a abatir. Y se está retirando de las instituciones internacionales que patrocinan los DD.HH., donde se ve cada vez más señalado.
Meses después de haber abandonado la Unesco, por las críticas que el organismo de la ONU defensor de la Cultura hizo contra Israel, ahora EEUU sale dando un portazo del l Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Las razones son las mismas: Nikki Haley, embajadora de EEUU en la ONU, protesta contra las denuncias sistemáticas que este órgano con sede en Ginebra hace contra Israel. Unas críticas recrudecidas tras la violenta represión contra los habitantes de Gaza en los últimos meses, a raíz de los sucesos de la Marcha del Retorno, con ciertos de palestinos muertos y miles de heridos a manos de los francotiradores israelíes.
La administración Trump, que ha alimentado esta espiral de violencia mediante el traslado de su embajada a Jerusalén, ha cerrado filas con su gendarme israelí y ha salido de un Consejo en el que no para de ser también el blanco de las críticas por sus políticas migratorias. El abandono norteamericano del organismo de la ONU para la evaluación de los DD.HH se produce un día después de la apertura de la sesión plenaria, en la que se abordó la crisis migratoria en Europa, pero en la que los ojos del mundo estaban pendientes del cruel tratamiento contra las familias de las espaldas mojadas apresadas en la frontera de EEUU con México.
Las imágenes de cientos de pequeños migrantes llorando desconsoladamente, metidos en jaulas ante el obsceno desdén de sus carceleros -un guardia bromea sobre la «orquesta» de llantos- han dado la vuelta al mundo y han sacudido la opinión pública mundial, así como la norteamericana. Hasta la propia mujer del presidente, Melania Trump, ha tenido que emitir un comunicado mostrando su «horror» y pidiendo humanidad.
La detención de las familias de migrantes centroamericanos y su deportación sumaria forma parte de las políticas estructurales de las fronteras norteamericanas. Lo vienen haciendo todos los presidentes. Pero ni Obama ni G.W.Bush se habían atrevido a cruzar la cruenta barrera de separar a las familias, de segregar a los padres de los niños, produciendo en palabras de ACNUR «un trauma psicológico duradero» para niños que en muchos casos apenas tienen menos de 5 años. Unas familias centroamericanas que se ven obligadas a huír juntas hacia EEUU «por la creciente violencia en sus países de orígen, lo que incluye asesinatos, violaciones, secuestros y reclutamientos forzosos de menores por parte de pandillas», denuncia ACNUR.
Este salto cualitativo en la ignominia fronteriza busca de forma directa amedrentar y aterrorizar a los espaldas mojadas. Se debe a una política de «tolerancia cero» contra las entradas ilegales en EEUU. A partir de ahora cualquiera que entre de manera irregular en territorio norteamericano es tratado como un delicuente (aunque no tenga antecedentes penales) y se le procesa como tal. Como sus hijos no pueden ingresar en prisión, son separados de sus padres.
Las cifras son estremecedoras: solo en los últimos dos meses, 2.033 niños migrantes fueron separados de sus progenitores. Una cifra mayor que la suma de los dos años anteriores. De octubre de 2016 a febrero de 2018, hubo cerca de 1.800 separaciones familiares, según la agencia Reuters.
El presidente norteamericano no tiene reparos en utilizar el llanto de los menores para lograr el avance de sus políticas migratorias. De nuevo, al igual que hizo con las leyes contra los «dreamers» – los jóvenes migrantes que llegaron ilegalmente siendo niños pero han crecido en EEUU- Trump utiliza el impacto emocional de esta medida para presionar a los legisladores. Busca que el Congreso y el Senado aprueben una nueva legislación migratoria más restrictiva, no solo contra la inmigración irregular, sino también contra la legal. Reclama también que las Cámaras doten un fondo de unos 25.000 millones de dólares para sufragar su famoso Muro en la frontera de México.
La bandera de los Derechos Humanos se ha vuelto hostil a la Casa Blanca. Siempre lo ha sido, pero la extrema crueldad de estas medidas migratorias ha hecho patente que las políticas de Estado – sobre todo si el Estado es una superpotencia hegemonista- son antagónicas con los derechos humanos, y con las aspiraciones de paz, libertad y derechos civiles no ya de la humanidad, sino de la propia sociedad norteamericana.
carlos dice:
A ver si Oliver Stone saca una peli de Trump,que lo va a poner fino.Pues ya,sin la bandera de la «democracia»,la «libertad» y los «derechos humanos» que utilizaban contra la socialfascista e imperialista URSS,sólo les queda la fuerza bruta y la «sinrazón»: marines,misiles nucleares y portaaviones de la 6ª flota….¡¡OTAN NO,BASES FUERA!!.Es urgente establecer un ámplio frente Anitihegemonista y en España,uno patriótico y democrático ,que vaya de la derecha democrática a la izquierda y de lo social a lo político,contra éste pájaro(ahí lo tenemos azuzando tempestades en Cataluña y el Pais Vasco)