Presupuestos USA 2019

Trump: “Billions and billions” a la caldera militar

Los presupuestos federales para 2019 disparan enormemente el gasto militar (686.000 millones), invirtiendo en infraestructuras para estimular la productividad y ejecutando draconianos recortes sociales contra los sectores más vulnerables. La Casa Blanca se ha embarcado por una senda donde se dispara el endeudamiento de EEUU, incrementando los números rojos de la superpotencia en un 125%.

Defensa, infraestructuras, fronteras, recortes sociales y sobre todo, aumento del déficit sin mesura. Aún deberán ser modificados por los muñidores del Congreso, donde la agria batalla entre republicanos y demócratas -la amenaza de un nuevo desacuerdo que lleve al cierre parcial de la administración está aún presente- seguramente modificará en parte algunas partidas. Pero el documento muestra cuál es la prioridad presupuestaria de la Casa Blanca para 2019. Lejos de cualquier moderación, las cuentas federales de EEUU (que suman un presupuesto de 4,4 billones) aumentan un 10% el gasto, en especial la partida destinada al gasto militar, disparando el déficit hasta casi el billón de dólares.

Más billones, es la guerra

“Vamos a tener el ejército más fuerte que hemos tenido, de lejos”, ha afirmado Trump. «El presupuesto refleja que nos encontramos contra adversarios y competidores políticos, económicos y militares que nos han llevado a ajustar nuestra estrategia de seguridad nacional”, insistió en su declaración.

Y efectivamente, la Casa Blanca destinará el grueso del presupuesto nacional en 2019 para el Pentágono, que recibirá un récord de 686.000 millones de dólares. Trump ordena un aumento de más de 74.000 millones de dólares (el 13,5%) respecto al presupuesto militar de 2018, un gasto que ya había subido un 10% en su primer año en la Casa Blanca. La OTAN será una de las grandes beneficiarias de este aumento, al pasar de recibir 53.504 millones de dólares en 2017 a 70.177 millones en el próximo presupuesto.

Para hacerse una idea de este astronómico incremento es necesario ponerlo en comparación. Solo la subida de este año equivale a la mitad de lo que gastó la segunda potencia militar mundial -China- en 2017, supera con creces al presupuesto bélico de la tercera -Rusia- y equivale a unas 70 veces el gasto militar de España. Ante esta escandalosa lluvia de “billions and billions” (una de las expresiones favoritas de Donald Trump en sus mítines), no es de extrañar que el jefe del Pentágono -el general James Mattis- diga exultante que permitirán a EEUU “volver a la primacía” en el pulso geoestratégico con China y Rusia.

En realidad, esos 686.000 millones son solo el gasto militar oficial. Ocultos y solapados en diversos apartados presupuestarios -inversión en I+D+i que ocultan investigaciones militares, parte del presupuesto de la NASA, parte del presupuesto de inteligencia, etc…- hay partidas que sirven para mantener y desarrollar el poder bélico de EEUU. En realidad la superpotencia destina en torno a un billón de dólares al año para su aparato militar.

En contraste con el continuo aumento del gasto de Defensa, el Departamento de Estado ve recortados sus fondos en 17.831 millones, un 32% de lo que recibirá en 2018. Mostrando claramente lo que es principal para la línea Trump: el fortalecimiento del brazo militar, y su prioridad por encima de otros mecanismos de dominación, como la diplomacia, que pasa a recibir veinte veces menos que el Pentágono.

Un plan de infraestructuras para estimular el crecimiento interno

La segunda partida más voluminosa de los presupuestos de Trump se la lleva un plan de obras públicas diseñado para activar el crecimiento interno. Anunciado como si se tratara de un nuevo New Deal, Trump ha dicho «construiremos flamantes carreteras, puentes, autopistas, vías férreas y vías fluviales por toda nuestra tierra. Y lo haremos con corazón estadounidense, con manos estadounidenses y con agallas estadounidenses”.

Sin embargo, el presupuesto para el plan de infraestructuras, cifrado en 200.000 millones, es una versión bastante jibarizada del billón para obras públicas que Trump venía prometiendo más de un año para modernizar las comunicaciones y dinamizar la economía norteamericana. El resto, dice la Casa Blanca, procederá de fondos estatales, locales e inversión privada. Trump promete a gobernadores, alcaldes y empresas, que allanará cualquier obstáculo burocrático para atraer la inversión a este plan de obras públicas. De momento, las bolsas han acogido con tibieza este proyecto de infraestructuras.

Ataques a los sectores más vulnerables

Lo que no ha causado indiferencia entre los movimientos sociales de EEUU son los brutales ataques que contienen estos presupuestos para amplios sectores de las masas, en especial contra sus sectores más vulnerables: recortes sociales por valor de tres billones de dólares.

Por un lado financia abundantemente (23.000 millones) las políticas xenófobas contra la inmigración. De ellos -si pasan la prueba del Congreso- Trump destinará 18.000 a construir su famoso muro en la frontera con México. Para evitar confrontaciones como la del pasado mes, la Casa Blanca ha dejado fuera del presupuesto cualquier política destinada a los dreamers, los casi 700.000 inmigrantes registrados que llegaron siendo menores a EEUU y que, por orden de Trump, se quedarán sin protección legal el próximo 5 de marzo. Pero esa cuestión de alto voltaje social seguirá revoloteando en el Capitolio.

Pero por otro lado, en estos presupuestos Trump recorta -o elimina- sin piedad los programas contra la pobreza que conforman el núcleo de la (ya de por si famélica) red de seguridad social de EEUU. Los presupuestos atacan con dureza a los sectores más vulnerables de la sociedad norteamericana, dejando gravemente mermados los ya magros sistemas de seguridad social como Medicare (el programa público-privado de asistencia médica a la tercera edad) o Medicaid. Por ejemplo, el Seguro por Incapacidad del Seguro Social (SSDI) o el programa de Asistencia para la Vivienda, ven muy dificultado su acceso, incluyendo requisitos de trabajo onerosos a los solicitantes, pese a la evidencia de que estos receptores con frecuencia no tienen posibilidad de trabajar.

Los tijeretazos de Trump hunden programas asistenciales que van desde el cuidado de las personas mayores, la capacitación laboral o incluso la nutrición infantil. Por ejemplo, recorta 213.000 millones de dólares para el Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP), cuyos beneficiarios son ancianos sin recursos, discapacitados o familias pobres con niños que recibían de este programa dinero (un dólar y cuarenta centavos al día) y comida. Ahora ni eso.

Entre otras partidas consideradas superfluas por la administración Trump, y que sufren grandes recortes en sus presupuestos, están las destinadas a la Organización Mundial para la Salud (OMS), que sufre una reducción del 50% (de recibir 111.402 millones de dólares en 2017 a 58.176 millones en 2019); la asistencia para migración y refugiados también se verá reducida drásticamente en el nuevo presupuesto, al pasar de 3.366 millones de dólares en 2017 a 2.800 millones en 2019; y por supuesto, todas las partidas dedicadas al Medio Ambiente. La Agencia de Protección Ambiental, ya recortada el año pasado, se queda en una cuarta parte del presupuesto del que disfrutó hace años.

Déficit en la estratosfera

Si hay algo que caracteriza los presupuestos de Trump para 2019 es que, lejos de cualquier intento de alcanzar nada parecido al equilibrio fiscal, algo que se supone que es el máximo mandamiento de la biblia republicana, aumenta el techo de gasto público en un 10%. Todo ello junto con una política de recortes en la recaudación: Trump ha puesto en marcha un recorte de impuestos tributarios -sobre todo favorable a los grandes capitales y a las grandes fortunas- que hace que las arcas públicas dejen de recaudar 1,5 billones de dólares al año. El resultado de este balance es que el déficit del país más endeudado del mundo se dispara hasta casi el billón de dólares.

El proyecto de presupuesto para 2019 duplica el déficit previsto para el año fiscal, elevándolo hasta los 984.000 millones de dólares. Eso siendo optimista, porque entre este presupuesto y el del año pasado, republicanos y demócratas se han puesto de acuerdo para aumentar el techo de gasto en 300.000 millones. El desequilibrio podría ascender entonces a 1,3 billones de dólares. La deuda pública norteamericana es, en total, oficialmente superior a los 20 billones de dólares (aunque informes de la Reserva Federal indican que en realidad, la deuda externa de la superpotencia norteamericana es muchísimo mayor, y que asciende al 600% de su PIB).

Trump dice no tener problema en seguir abultando estos números rojos (aunque se pasó toda la campaña criticando los déficits públicos y la deuda heredada de Obama) pero si todo sigue así, EEUU acabará la década habiendo aumentado en 7,2 billones su deuda externa, una cantidad equivalente al PIB conjunto de Alemania, Francia y España juntas. El año pasado, esa previsión era de 3,2 billones de dólares. O sea, en apenas 12 meses, el presidente de EEUU ha incrementado el agujero previsto en un 125%.

Esa enorme montaña de déficit público, cuyo principal destinatario, como hemos visto, es la financiación de un cada vez más costoso y gigantesco aparato de dominio militar, se puede mantener gracias al estatus de única superpotencia que todavía conserva EEUU. A través de múltiples mecanismos, la burguesía monopolista norteamericana se dedica a saquear y expoliar a todo el planeta, recaudando «impuestos de guerra» en los países sometidos, para poder sostener este suntuoso Estado imperial.

Pero aún así, esta creciente montaña de déficit agrava sin cesar una contradicción irresoluble sobre la que se asienta la superpotencia norteamericana. La contradicción entre su cada vez menor peso económico relativo en el mundo y el cada vez mayor peso del aparato político-militar irrenunciable para mantener su hegemonía. Como unas piernas cada vez más endebles a las que les cuesta cada vez más soportar el peso de una coraza cada año más pesada, la crecientemente insuficiente base económica de Washington no puede seguir sosteniendo ad infinitum a un Pentágono cuyos gastos no paran de crecer y crecer, pero que al mismo tiempo es el gran garante de que Washington conserve su rango de única superpotencia.

«Reagan demostró que los déficits no importan». La frase es de Dick Cheney, vicepresidente con George W. Bush, y pareciera que Trump se ha abonado a ella. Alguien le tendría que recordar cómo acabó la presidencia de Bush, con la superpotencia sumida en un declive irrefrenable, siendo derrotada en Irak y Afganistán a pesar de su abrumador despliegue militar. O la máxima de su predecesor, Bill Clinton, que ganó unas elecciones exhortando a su adversario con su famoso «¡es la economía, estúpido!».

2 comentarios sobre “Trump: “Billions and billions” a la caldera militar”

  • Brillante texto que expone una cruda realidad sobre los presupuestos del año 2019 de EEUU. Me gustaría hacer una mención muy importante sobre los recortes hechos a la Agencia de Protección Ambiental (EPA en inglés). Que conste que en todo lo demás, estoy de acuerdo al 100% con lo expuesto en el texto y es una vergüenza los múltiples recortes sociales que se han hecho.

    Dicho organismo federal se ha convertido en una gran organismo burocratizado que ha impuesto todo tipo de medidas hiperreguladoras de la economía. Sobretodo en cuanto a contaminación aérea, basado en el fraude la contaminación PM 2.5, que se sostiene con ciencia basura basada en manipulación epidemiólogica y estadística de estudios publicados con datos poblacionales que no pueden ser revisados ni cotejados para poder repetir el experimento. Se trata pues de ciencia basura y ciencia secreta que ha hundido la industria del carbón en los Estados Unidos en la era Obama. Os podéis entenrar de esto y más cosas entrando en la página web de Junk science (ciencia bsaura) del estadounidense Ssteve Milloy: http://junkscience.com/

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