El Tribunal Constitucional desautoriza al gobierno catalán por prohibir una manifiestación en periodo electoral

Tropiezo del Rey Sol autonómico

Algunos gobiernos autonómicos arecen haber hecho suya la máxima de Luis XIV, autodenominado Rey Sol como máxima expresión del absolutismo, "el Estado soy yo", para hacer y deshacer a su antojo.El Tribunal Constitucional acaba de publicar una sentencia donde desautoriza la prohibición de una manifestación por parte del gobierno tripartito catalán. El gabinete de Montilla alegó que no estaba permitido manifestarse en periodo electoral, pues perturbaba el desarrollo de los comicios. Y el alto tribunal le ha respondido enérgicamente que la Generalitat no es nadie para limitar arbitrariamente un derecho constitucional básico.Este es quizá un ejemplo diáfano del nuevo absolutismo, una especie de caciquismo autoritario remozado, que encarnan las castas políticas autonómicas.Primero -y este rasgo lo comparten con el conjunto de la partitocracia nacional- su radical aprensión a la participación política activa de la sociedad. Alegar que en un periodo electoral -cuando las libertades y derechos deben poder expresarse, si cabe más que en otros momentos, sin ninguna cortapisa- manifestarse para plantear reivindicaciones, exigir derechos o criticar al gobierno, "perturba el desarrollo de los comicios", es toda una declación de intenciones. Efectivamente, para los Montilla de turno, la libre expresión de la voluntad o deseos populares, más allá del estrecho margen de un sistema político viciado, es un elemento "perturbador".Y en segundo lugar, es sorprendente contemplar como el gobierno de Montilla, como si fuera un monarca absoluto cuya voluntad está por encima de la ley, se arroga la potestad de otorgar o prohibir derechos básicos y fundamentales como el de manifestarse.

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