La indiscreción de Joan Saura, conseller de interior de la Generalitat, filtrando la negativa del gobierno catalán a aceptar las cifras de la financiación autonómica ofrecidas por Zapatero, ha desatado una tormenta política. En la que el gobierno tripartito tiene las de perder. Y así lo atestigua la reacción de Montilla y los consellers del PSC, mandando callar a Saura. Los tiempos donde el tripartito marcaba, desde una posición de fuerza, la agenda política española han pasado. El estallido de la crisis, de consecuencias especialmente devastadoras, y el fuerte viento popular en defensa de la unidad -que se ha llevado por delante al bipartito con el BNG- han debilitado la posición de un tripartito hoy en apuros.
Joan Saura comareció el pasado 19 de marzo para dar explicaciones sobre la brutal carga policial contra la manifestación anti Bolonia. La actuación de la policía autonómica dejó el saldo de 81 heridos no sólo entre estudiantes, sino también entre periodistas o simples vecinos y viandantes.El "ecosocialista" Joan Saura, que en 2001 presentó una querella contra el gobernador civil del PP por una carga mucho más leva contra una manifestación antiglobalización, ha dado carta de naturaleza a la "represión verde".Y en plena rueda de prensa, Saura dejó caer la bomba política, desvelando que el gobierno central ofrecía "una financiación insuficiente a Cataluña, cifrada en 1.200 millones extras el primer año, 1.600 millones el segundo y 2.000 millones el tercero". Saura consideraba "ridículas" las cifras y exigía 3.800 millones más, el triple de lo ofrecido por Zapatero.La negociación bilateral entre Montilla y Zapatero, mantenida en secreto para evitar el rechazo que genera este cambalache insolidario, estallaba por los aires gracias a la metedura de pata de Saura.Inmediatamente, ERC, de boca de su secretario general, Joan Riado, se sumaba a las amenazas, alertando a Zapatero que si opta "por escatimar a Cataluña la financiación, probablemente haría naufragar el gobierno catalán, pero evidentemente él tendría que acabar por convocar elecciones anticipadas por falta de apoyos suficientes".Pero ICV y ERC son dos partidos vapuleados por los votantes en las últimas elecciones generales. La reacción de Montilla y el PSC, mandando callar a Saura y colocando sordina al enfrentamiento, se ajusta más a la realidad.Fuentes del entorno de Moncloa reconocen que esta filtración ha estado a punto de reabrir la caja de los truenos entre el PSOE y el Gobierno de la Generalitat, después de que Zapatero hubiera conseguido convencer al resto de los barones socialistas que no habría agravios y que todas las comunidades saldrían satisfechas de la negociación.Ante las amenazas de Saura, Zapatero ha tenido que salir a la palestra, con declaraciones inusualmente contundentes hacia las reivindicaciones de la Generalitat: "Nadie puede, ni tiene autoridad suficiente para hablar de cifras porque éstas no se han validado en al Consejo de Política Fiscal y Financiera, son aproximativas, interesadas, pero no tienen validez suficiente ni carta de naturaleza".El tripartito no está ya en condiciones de lanzar bravatas insolidarias. El fuerte viento por la unidad levantado en las generales y los últimos comicios autonómicos ha creado un nuevo escenario político, que ha hecho caer al gobierno bipartito entre el PSG y el BNG, y arrojado a una profunda crisis al tripartito balear entre socialistas y nacionalistas. El gobierno catalán no es una excepción, y está en sus horas más bajas.A esto se unen los efectos de la crisis, que en Cataluña, una de las zonas más industriales de España, está teniendo efectos devastadores en forma de EREs, cierres de empresas… Y levantado una oleada desconocida de huelgas.El tripartito tiene que andar con pies de plomo. Y Montilla lo sabe. Las bravatas de Saura o las amenazas de ERC son ya residuos del pasado sin validez política.