El 20 de noviembre de 2011, después de la plaga bíblica que habían representado para España los ocho años de desgobierno Zapatero, los españoles otorgaron un apoyo sin precedentes a un farsante que había prometido regenerar España y sacarla de la crisis. El fiasco sería total: un desastre sin paliativos moral, económico y social, que ha hecho bueno al idiota contador de nubes. Rajoy no solo no ha regenerado nada, no solo no nos ha sacado de la crisis, sino que ha hecho todo lo contrario. Ha llevado la deuda a máximos históricos arruinando el futuro de varias generaciones. Ha hundido las rentas salariales un 8,6 %, la mayor caída de Europa. Ha recortado drásticamente el gasto social y elevado los impuestos a niveles confiscatorios para mantener intacto el despilfarro público. Y acaba de aprobar una Ley de Enjuiciamiento Criminal que dejará impunes a los corruptos. Es la santificación del crimen desde el poder. Rajoy es un peligro letal para España.
A diferencia de Zapatero y sus ministros, que más parecían sacados de una escombrera y nunca supieron por qué España crecía y mucho menos por qué se hundía, Rajoy sabía lo que había que hacer, y no lo hizo. Dos meses antes de las elecciones, Montoro me dijo en un programa de televisión en el que coincidimos que lo primero que harían sería reducir impuestos, recortar despilfarro público –que cifraba en decenas de miles de millones– y poner en la calle a un millón de empleados públicos, de los dos millones en que cuantificaba los nombrados a dedo. Montoro sabía, como buen estructuralista que es, que en la economía española por cada puesto de trabajo eliminado en el sector público, se crean 2,5 en el sector privado, por lo que tal medida crearía 1,5 millones de empleos netos.
En esa misma línea, Rajoy prometió bajar impuestos, “no gastar más de lo que se ingresa”. “Le voy a meter la tijera a todo salvo a pensiones, sanidad y educación”, y para no dejar duda, afirmó solemnemente: “Yo lo que no llevo en mi programa no lo hago”. Ha resultado el mayor embustero de nuestra larga historia. Y es que la verdad en España es justo lo contrario de lo que afirma Rajoy. Montoro me aseguró también que, después de la bajada de impuestos, la siguiente medida sería mandar a los “hombres de negro” a las comunidades autónomas que estuvieran quebradas –casi la mitad– es decir, intervenirlas, y hacer una limpia a fondos de enchufados y despilfarro para conseguir su equilibrio presupuestario. Han hecho justo lo contrario: “No dejaremos quebrar a ninguna comunidad autónoma”, afirmó después Rajoy.
“Aquí mando yo”, Rajoy dixit, tan prepotente como mentiroso y cobarde, igual que afirma hoy. Y para empezar, cuando en la economía se necesitaba desesperadamente unidad de criterio y de acción, la fragmentó en dos trozos, un auténtico disparate. Le quitó a Montoro la mitad del poder que esperaba, dándoselo a su enemigo irreconciliable: el irresponsable De Guindos, villano de Lehman España, desde donde había engañado y arruinado a miles de incautos inversores, vendiéndoles basura estructurada a precio de oro. “Yo coordinaré Economía y Hacienda”, afirmó Rajoy con su cinismo habitual ante las críticas por tal insensatez. Lo que diga el señorito.
Nunca en la historia de las democracias un presidente ha engañado tanto y tan gravemente a sus votantes como Rajoy. Empezaría subiendo brutalmente los impuestos a la clase media, porque «no había otro remedio», porque él, que había conseguido más poder desde Franco, no podía acabar con las duplicidades entre Administraciones, que suponen un despilfarro anual de 36.000 millones de euros, no podía acabar con instituciones inútiles como el Senado o las Diputaciones, no podía reducir en un 90% los coches oficiales, cuando España tiene más que los EEUU, no podía acabar con el 90 % de los 20.000 asesores con sueldos de lujo que no asesoran, ni podía cerrar las 2.000 empresas públicas inútiles cuyo desmantelamiento había prometido, donde anidan cientos de miles de parásitos. “Eso no se toca”, sentenció.
Y luego, en febrero, les llegó el turno a las CCAA, el paradigma de la corrupción y del despilfarro. Montoro convoca a los presidentes autonómicos y, en lugar de pegarles el cerrojazo, les da barra libre por orden de Rajoy. Pero aquí no solo fue un mentiroso: Cataluña estaba quebrada y pudiendo acabar de una vez por todas con la deriva secesionista, le dio todo el dinero necesario expoliando a todos los españoles –35.000 millones de euros desde entonces– para rescatar a Mas y su equipo de traidores, para que pudiera seguir financiando la ruptura de España y la discriminación y el odio a todo lo español. Rajoy se convertiría en colaborador esencial en la secesión. El desmadre del gasto autonómico fue total, la desviación del objetivo de déficit para 2014 es del doble, entre el 1,8 y el 2% frente al 1% fijado, y Cataluña entre el 2,3 y el 2,5%.
Pero lo peor vendría de la mano del irresponsable De Guindos. Este insensato, sin hacer un solo análisis de qué bancos y cajas podían rescatados y cuáles no, como habían hecho en todo el mundo, decidió los tres inimaginables: todas las entidades financieras serían rescatadas, las cajas alemanas y otras que habían financiado la burbuja recuperarían hasta el último euro y ninguno de los responsables de la ruina respondería de nada. Para ello llevan despilfarrados entre efectivo, avales, EPA, Sareb, etc., más de 340.000 millones de dinero público, de los cuales se han perdido ya unos 60.000, y se perderán al menos otros tantos. ¡Y es a este inepto cuyas cifras de “recuperación” son de una falsedad pasmosa, que da por buenos los resultados manipulados de Bankia en 2012, al que van a hacer presidente del Eurogrupo como pago por haber devuelto el dinero a las cajas alemanas robándoselo a los españoles!
En ningún otro país se ha realizado tamaña tropelía. Islandia es la antítesis: dejó caer a sus bancos en 2008 y no devolvió un solo euro a las entidades extranjeras, fundamentalmente británicas, que tan irresponsablemente habían prestado dinero a la banca islandesa, lo que había generado una gigantesca burbuja. Una deuda que ascendía a 60.000 millones de euros, lo que se compara con un PIB de 10.000 millones, diez veces inferior al de España. Simultáneamente destituyeron, procesaron y encarcelaron a todos los responsables, desde el ministro de Finanzas al Gobernador del Banco de Islandia y a los presidentes y las cúpulas de los bancos comerciales. “Esto no es deuda pública y nunca lo será”, afirmó el primer ministro. Esto ha sido la clave esencial de su fulgurante recuperación, un crecimiento del 2,7% este año, y un paro del 4%.
Las cifras de un desastre
Para financiar este gigantesco despropósito, mantenimiento el despilfarro de las Administraciones Públicas, el rescate indiscriminado de todas las entidades financieras y el disparate de devolver los préstamos que unas cajas insensatas hicieron a unos ineptos y golfos, Rajoy no dudó en arruinar a varias generaciones de españoles. Es el presidente europeo que más ha empobrecido a sus ciudadanos, y que ha llevado a cabo el mayor recorte de derechos sociales de nuestra historia. Estos son los hechos:
a) Elevó la carga fiscal sobre las clases media y trabajadora hasta un nivel confiscatorio y el máximo de todos los tiempos. La carga fiscal soportada por la familia media española –familia con dos hijos–, según datos de la OCDE, es la más elevada de todo el mundo desarrollado.
b) Incrementó la deuda total –pasivos en circulación– en 540.000 millones de euros, casi la mitad de los cuales ha sido para cubrir los agujeros de las oligarquías. La deuda total superará el 146% del PIB a finales de 2014, algo que España jamás podrá devolver pero que lastrará como una losa el futuro de varias generaciones. Y la deuda exterior, después de un expolio (fiscal y social) y una crisis sin precedentes, supera ya el 100% del PIB.
c) Realizó recortes sociales espectaculares, algunos de una vileza y una crueldad extremas. Suspendió la ampliación del sistema de dependientes prevista para 2012 y recortó 2.600 millones o 16.000 dependientes atendidos menos. Recortó 7.000 millones en sanidad –cierres de hospitales, urgencias, cientos de medicamentos retirados, etc–. En educación, redujo 3.000 millones a través de la eliminación de becas y ayudas, suspensión de la gratuidad de libros de texto etc.
d) Pero lo que resulta de una crueldad extrema es el impacto devastador de las políticas de Rajoy sobre los niños y las personas mayores. La brutal reducción de las becas comedor se ha convertido en un drama social. Niños que se desmayan en clase por no haber comido, padres que abandonan la patria potestad por no tener medios con que alimentar a sus hijos… Uno de cada tres niños de nuestro país (2,7 millones) vive en la pobreza. De 2010 a 2013 la inversión de las Administraciones Públicas en la infancia se redujo un 14,6%. Es la pobreza y el hambre en medio del despilfarro, la corrupción sistémica y el enriquecimiento sin freno de unos pocos, algo que sería objeto de mofa en el Congreso por parte de algunos canallas del PP.
e) En 2011 el número de parados sin ayudas ascendía al 20% del total; en octubre 2014, esta cifra era del 43%. El gasto de protección contra el desempleo es un 18% menos a octubre de este año respecto al mismo periodo del año anterior.
f) Ha reducido el Fondo de Reserva de la Seguridad Social a la mitad: de 68.000 millones cuando llegó al Gobierno a los 35.000 que habrá a fin de 2014. La pensión media ha caído en 2014 un 1%, y la sostenibilidad del sistema es ya imposible. Más allá de las mentiras del Gobierno, durante los próximos años el déficit será entre el 1,5 y el 2% del PIB.
g) En materia laboral, Rajoy ha hecho que África empiece en los Pirineos, aunque no así en el número de millonarios, que ha crecido un 24%, ni de enchufados de lujo. El mayor desastre se ha producido en el mercado de trabajo, donde la precarización y los sueldos de miseria, incluidos los titulados, han caído a un nivel tercermundista. La juventud española está condenada por décadas a matarse a trabajar por sueldos irrisorios. Rajoy no solo ha empobrecido y expoliado a los padres, sobre todo ha robado un futuro digno a los hijos.
En otro orden de cosas, Rajoy se ha pasado por el forro la Constitución, la ley y los Estatutos del PP. Primero, tiene la desfachatez de afirmar en el Congreso que la corrupción en España es solo individual y que la inmensa mayoría de los políticos son gente decente, en contra de la evidencia más clamorosa, porque la corrupción es sistémica e impregna la totalidad del sistema. Y luego llega al súmmum de la indecencia: aprobaron el viernes una reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal que limita a seis meses el tiempo de instrucción de los procedimientos penales y que no haya jueces de apoyo. Excepcionalmente, se podrá prorrogar ese periodo hasta 36 meses. Los jueces no tienen medios para juzgar en seis meses los casos de corrupción, una prueba pericial puede tardar ocho. Solo están dotados para juzgar a robagallinas. Y además toda decisión de un juez es recurrible.
Por ello, a efectos prácticos, eso significa que ningún caso de corrupción podrá ser instruido hasta el final por falta material de tiempo y de medios. Con esta ley, Urdangarin, Pujol, los ERE, Gürtel, Bárcenas y el PP, Granados no podrían ser condenados. Todos los grandes corruptos quedarán libres o con acusaciones marginales. También han manifestado su deseo de trocear las grandes causas en causas pequeñas, de forma que no puedan aparecer nunca las tramas organizadas de corrupción. Es la impunidad del crimen ordenada desde el poder. ¿Y aún tienen la desvergüenza de pedir que se les vote? Pero el problema no son Rajoy y el PP, el problema son los lacayos y descerebrados que los votan.
P.D.: No hay espacio para tratar la última gran estafa de Rajoy y sus secuaces, la supuesta recuperación económica, la supuesta creación de empleo y la nada supuesta quiebra de la Seguridad Social. Todo ello lo analizaré la próxima semana.