El Congreso aprueba el plan de Obama

¿Tras los pasos de Roosevelt?

Pese a la oposición casi cerrada del Partido Republicano que ha votado no con 188 votos, Obama ha podido valerse de la mayorí­a demócrata en el Congreso para sacar adelante su Plan de estí­mulo de la economí­a, el más caro de la historia de EEUU -de 825.000 millones de dólares-. Aunque incluye un presupuesto importante de medidas sociales, el apartado más cuantioso son los 365.000 millones de dólares para la infraestructura nacional. Obama proyecta así­ hacer más eficiente y menos costosa a la economí­a norteamericana con un proyecto de desarrollo de energí­as renovables y de medios de transporte. Sin embargo, una parte importante irá para programas de carácter social. ¿Estamos ante un «plan socialista», como han dicho los republicanos?

Obama ha logrado recabar el aoyo del Congreso para inyectar 825.000 millones de dólares más desde las arcas públicas a la economía norteamericana. Este gigantesco desembarco se suma a los 700.000 millones aprobados por Bush, que han sido aplicados en dos paquetes gemelos. Los primeros 350.000 millones no han tenido apenas efecto en la economía, ya que los bancos lo han usado de acuerdo a sus prioridades monopolistas: acumular reservas en previsión de más movimientos sísmicos del sistema financiero. El crédito en EEUU dista mucho de circular con fluidez. La parte del león del plan se invertirá para hacer a la economía norteamericana más eficiente y menos costosa. Por ejemplo los 52.000 millones para programas de energías renovables y deducciones fiscales para empresas que operen con estas energías. El desarrollo de infraestructuras y nuevas vías de comunicación ocupa también un paquete importante: 90.000 millones de dólares para carreteras, infraestructura ferroviaria, puertos… . Pero al mismo tiempo, el plan destina importantes partidas presupuestarias a programas “sociales”: 180.000 millones de dólares en ayudas para los desempleados y para otros programas sociales, y 275.000 millones en recortes tributarios que incluiría un crédito de 500 dólares para cada trabajador. Para deleite de algunos medios de comunicación europeos, los republicanos han acusado a Obama de haber aprobado un plan “socialista” que impondrá el modelo europeo de Estado del bienestar y que cambiará para siempre EE UU. ¿Estamos ante una administración que al frente del Estado de la burguesía monopolista yanqui está atendiendo las necesidades populares?Para responder a eso hay que comprender la naturaleza de la actual crisis, que sólo puede ser comparable a la crisis del 29. EEUU –y el mundo- se enfrentan a un cataclismo financiero que amenaza con interrumpir del todo el sistema de crédito y circulación del dinero. Para que los monopolios puedan recuperar sus tasas de ganancia el consumo ha de sobrevivir. Si la gente no consume, si las ventas de mercancías –que los monopolios arrojan al mercado cada vez en mayor cuantía- cesan bruscamente, entonces se acabó…Obama tiene sencillamente que atender a esta contradicción, que no sólo tiene un plano económico sino también político. Como Roosevelt, el nuevo presidente tiene que cuidar que ante el aumento de las penalidades y los atropellos monopolistas para el pueblo norteamericano, haya un nuevo New Deal, una acción amortiguadora del Estado que trate de atenuar los estallidos sociales al tiempo que garantiza los intereses de las clases explotadoras. No es filantropía, es lógica capitalista.Pero al mismo tiempo el gobierno Obama tiene un serio problema. La historia no confirmó que la “receta Roosevelt” funcionara, que lograra sacar a EEUU de la crisis. Tal cosa no está demostrada por la práctica. Cierto que la gestión del gobierno Roosevelt desde 1933 permitió conservar la “paz social” y perseguir el fermento revolucionario que se extendía por la sociedad norteamericana. Roosevelt dirigió e impulsó un enorme proceso de concentración monopolista, que daría la base de la incomparable fortaleza de la economía norteamericana durante el siglo XX.Pero Roosevelt no sacó a EEUU de la crisis del 29. Lo hizo la II Guerra Mundial. Fue la “economía de guerra”, el encuadramiento de todo el país en el proyecto político-militar de la clase dominante norteamericana lo que permitió que la engrasada y potente máquina industrial norteamericana funcionara de nuevo a pleno rendimiento y desarrollara todo su potencial productivo, volviendo a los índices de producción anteriores al crack del jueves negro.¿Conseguirá el nuevo equipo de la Casa Blanca dar una respuesta inédita a una situación de inédita gravedad igualmente? ¿O seguirá la superpotencia los pasos que dio Roosevelt… hacia Pearl Harbour?.

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