Entrevista a David Monllau (MSF)

«Trabajamos para gente cuya dignidad se viola cada dí­a»

David Monllau es miembro del equipo de emergencias de Médicos Sin Fronteras en Haití­. Hace unos dí­as volvió a España y el recuerdo todaví­a no son imágenes, es frustración, rabia, desazón… admiración por los haitianos y unas cuantas palabras que quedan aquí­ como testimonio.

¿Puede hablarnos de las condiciones concretas que se encontraron al llegar a Haití? Podríamos decir que la ciudad estaba en shock. Gente acamando en cualquier esquina. La gente todavía asustada por lo sucedido, con miedo a estar en espacios cerrados, todavía desconociendo la suerte de sus amigos y familiares, ya que las líneas de teléfono no funcionaban, etc… intentando comprender lo que había pasado. También reinaba una sensación de desbordamiento por parte de todos. El paisaje era desolador, pero la voluntad de la gente para salir adelante es increíble. Así, sin dramatismos, con coraje, con fuerza. Pura supervivencia, supongo. Viéndolo ahora desde fuera, me rebelo ante el sufrimiento de los haitianos. Trabajamos para gente cuya dignidad se viola cada día, lo dijo el presidente de MSF al recibir el Nobel. Y es que es así. Yo no llevo mucho tiempo en esto, pero suficiente para ver el sufrimiento en el rostro de nuestros pacientes, ya sean refugiados de Congo, desplazados del norte de Uganda o víctimas de la violencia en Sudán. Diferentes rostros, el mismo sufrimiento. Me indignan las condiciones en las que ahora viven los haitianos. Hacinados en la calle, sin apenas saneamiento, lavándose sin derecho a una mínima intimidad, en campos cuyo hedor se siente ya a metros de distancia. Y es que no se trata solamente de asegurar unas condiciones mínimas, se trata de que puedan vivir con dignidad, recuperar sus vidas, seguir adelante. Suele hablarse de la desgracia humanitaria, pero a nadie se le escapa que el mismo terremoto hubiera tenido consecuencias bien diferentes en Japón, por ejemplo. ¿Qué males previos al terremoto se han mostrado como impedimentos para dar una respuesta adecuada o que han agravado la situación trágica de por sí? Como sabemos, Haití es uno de los países más pobres del mundo; probablemente el más pobre del hemisferio norte, así que, en mi opinión, hablar de sistema de salud sería mucho hablar. En realidad es un sistema de por sí colapsado, un sistema que intenta poco a poco funcionar pero que a duras penas lo consigue. Lo cierto es que la atención médica que se daba antes de la catástrofe era proporcionada mayormente por las ONG y por diversas organizaciones tanto laicas como religiosas. El sistema público tenía una cobertura de menos del 50% de la población y los pocos servicios médicos públicos que funcionaban aplicaban políticas de recuperar los costes, así que la gente no tenía acceso a ellos y por ello acudían a organizaciones como MSF. En muchos lugares del país, nuestra organización era la única que prestaba atención especializada gratuita tanto en maternidad, como en cirugía, traumatología y rehabilitación. ¿Cuáles son las principales necesidades o los problemas más acuciantes? Tras la carrera contrarreloj de las primeras dos semanas para proporcionar cirugía mayor y atención urgente a miles de pacientes, el enfoque está cambiando ahora hacia otras nuevas prioridades: aunque las intervenciones quirúrgicas siguen, aumentan ahora las necesidades de atención post-operatoria (incluyendo rehabilitación, fisioterapia y salud mental). Asimismo, dadas las extremas condiciones en que se encuentran las miles de personas congregadas en campos o directamente en la calle, MSF está reforzando la distribución de tiendas y materiales de abrigo, refugio, higiene y cocina. Las carencias en refugio, y agua y saneamiento en estos emplazamientos son preocupantes, y constituyen una clara amenaza para la salud de los desplazados si no se responde a estas necesidades. Son muchos los campos todavía desatendidos y me preocupan las lluvias que vienen. Sólo pensar en cómo afectaría a las familias acampadas en los campos, asusta. ¿En qué sentido está actuando MSF en Haití y qué recursos ha desplegado? MSF trabaja en Haití desde hace casi 20 años y en el momento del terremoto ya contaba con 800 trabajadores. Antes del terremoto, teníamos varios proyectos abiertos y habíamos atendido todas las últimas grandes emergencias del país. Te pondré algunos ejemplos: el centro de urgencias Trinité, era el único centro de urgencias que funcionaba en Puerto Príncipe y en él se ofrecían servicios quirúrgicos de manera gratuita. Sólo en 2.008 unos 18.000 pacientes fueron tratados y unos 6.200 fueron operados. Pacot era un centro de rehabilitación y ortopedia. Allí, sólo en 2008, unos 650 pacientes fueron hospitalizados y se atendieron casi 11.000 personas en la consulta de ortopedia. La Maternidad Solidarité era la única en Puerto Príncipe que ofrecía atención médica en obstetricia de manera gratuita. Se atendían hasta 1.300 partos por mes… uno cada media hora. Desde el inicio del programa se habían atendido allí más de 40.000 partos. Ahora mismo, un mes después del terremoto, estamos trabajando en más de 20 emplazamientos tanto en la capital, como en otras localidades como Jacmel, Dufort, Darbornne, Grand Goave y Leogane. Contamos con unos 2.000 trabajadores (unos 400 internacionales y el resto haitianos), hemos atendido a unas 20.000 personas desde el día del terremoto y hemos hecho más de 2.000 operaciones quirúrgicas. Los países del G-7, y aún muchos otros, han condonado la deuda externa a Haití o pretenden hacerlo, pero solo con el 1% de los rescates bancarios los haitianos nadarían en la abundancia, ¿no es inmoral todo lo que gira en torno a los gestos “benefactores” con la cantidad de necesidades básicas existentes a un mes del terremoto? Nosotros, como organización médico humanitaria que somos, no somos quienes debemos juzgarlo. Sí puedo decirte que nuestra organización está sumamente agradecida a todos nuestros socios y que la respuesta de la sociedad ha sido abrumadora. Aunque sea habitual en la información que se da, no se puede hablar de Haití sin mirar hacia los 10.000 marines norteamericanos trasladados. Como fuerza realmente humanitaria o de reconstrucción del país seguramente la situación ahora sería otra. ¿Cómo se ha vivido esto desde ahí? La capacidad logística de que disponen los Ejércitos les capacita para tareas que a menudo están fuera del alcance de las agencias humanitarias, por ejemplo el transporte de grandes cargamentos de ayuda en avión. Como esta emergencia se debe a un terremoto y no a un conflicto, el problema de la confusión de roles no es tan problemático ya que el objetivo de todos es el mismo: ayudar a la población afectada. Sin embargo, es imprescindible que la intervención de los militares no ponga en entredicho la imagen de neutralidad de las organizaciones humanitarias, especialmente teniendo en cuenta las intervenciones pasadas de ejércitos extranjeros en Haití y la percepción que puede tener de ellos la población. Seguramente es difícil, pero ¿podría elegir algo de lo vivido allí? Frustración, rabia y desazón a la vez por no poder hacer más.

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