Marruecos

“Todos somos Nasser”

El régimen de Marruecos detiene al líder de las protestas rifeñas, Nasser Zafzafi, del Movimiento Popular “Hirak”.

Marruecos -y en particular la zona norteña del Rif- es una olla a presión desde que el año pasado, una gran movilización popular en protesta por el asesinato policial de un vendedor de pescado en Alhucemas hiciera brotar la indignación y la ira popular. Los marroquíes llevan soportando décadas de atraso, pobreza y miseria -además de corrupción y opresión- del régimen de la monarquía alauita, sostenido por Washington o París. De aquellas protestas brotó un Movimiento Popular, encabezado por Nasser Zafzafi, que ha sido finalmente detenido por la policía.

Todo comenzó el 28 de octubre de 2016, en Alhucemas. La policía asesinaba a un vendedor de pescado, Mohcin Fikri (31 años), aplastándolo dentro de un camión de basura. La furia se apoderó de los marroquíes, que durante varias semanas se manifestaron por las calles de Alhucemas -capital de la región del Rif, la más olvidada y deprimida del país-, pero también en Rabat, Casablanca, Tánger y Marrakech, en marchas multitudinarias que acabaron dispersadas por la fuerza.

En medio de esa movilización algunos dieron un paso al frente, estructurando el Movimiento Popular “Hirak”, de carácter reivindicativo pero pacífico. Nasser Zafzafi -un desempleado de 37 años- se convirtió en su líder más carismático. “Nuestras reivindicaciones son sociales, económicas y culturales. En el Rif hay una política de marginación, discriminación y vulneración sistemática de los derechos humanos. Nuestro movimiento surgió para decir ¡basta ya!. Queremos que nuestros hijos tengan asistencia sanitaria, que nuestras niñas reciban una educación en aulas de 25 compañeros y no 50, como ahora. Queremos que la mujer rifeña crezca y viva en igualdad de género. Queremos la abolición del decreto por el que Alhucemas es una zona militarizada. La gente quiere universidades y un hospital especializado para hacer frente al cáncer, en el Rif tenemos el índice más elevado del país”, declaró en una entrevista a El País.

Desde que brotó, el reaccionario régimen que domina Marruecos -encabezado de forma autocrática por la monarquía alaui de Mohamed VI- ha hostigado al Hirak, que ha continuado movilizando a la gente en las calles y denunciando sin tapujos a los ministros, a las autoridades del Rif y al Makjzén (poder del Palacio Real). Pero una vez encendida la mecha de la indignación, de la organización y de la lucha, todos los esfuerzos de Rabat por contener al Movimiento han sido en vano, y el grito de «¡Basta de hogra!» (término que designa a la vez el desprecio, el abuso de poder y la injusticia por parte de las autoridades) se extiende por un país cuyas masas claman por libertad, democracia y progreso social.

El régimen estaba buscando una excusa para detener a Zafzafi y perseguir al Movimiento Popular del Rif, y el pretexto llegó: Nasser acudió a la mezquita de su barrio e interrumpió al imán, que lanzaba proclamas reaccionarias acusando al Movimiento de crear un cisma en Marruecos. A raíz de ese incidente «contra el culto», la Fiscalía ordenó su arresto, junto con el de los 40 activistas más destacados, acusándoles de “atentar contra la seguridad interior del Estado, incitar a cometer delitos y crímenes, humillar a funcionarios públicos durante el cumplimiento de sus misiones y cometer hostilidades contra los símbolos del Reino en reuniones públicas”, entre otros delitos propios de un terrorista. Cientos de personas acudieron a su casa para impedirlo, enfrentándose a la policía y permitiendo la huída de Zafzafi, aunque finalmente fue atrapado después.«Una vez encendida la mecha de la indignación, de la organización y de la lucha, todos los esfuerzos de Rabat por contener al Movimiento Popular Hirak han sido en vano»

Sin embargo, la indignación sigue a flor de piel entre amplios sectores de la población -especialmente en el Rif, entre la juventud marroquí y sobretodo entre las mujeres- fuertemente identificados con el Hirak. Al cierre de esta edición, Alhucemas vive cuatro jornadas de protestas -que van en ascenso- con carteles de «Todos somos Nasser». Su lugar en el altavoz lo ocupa ahora una mujer -un ama de casa con cuatro hijos- llamada Nawal Benaisa. No, Marruecos no va a rendirse. Como decía el propio Zafzafi cada vez que agitaba a las masas, “el Movimiento es pacífico y así va a seguir. Si me detienen a mí, otro me sustituirá”.

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