La negociación no ha avanzado desde que empezó, después del preacuerdo con el que acabaron en falso los 18 días de paro (16 de ellos totales) de finales del 2007 y principios del 2008. Tras el último paro de 5 horas el pasado 23 de junio, hasta octubre no se prevén nuevas movilizaciones pero los trabajadores van a llevar adelante una huelga de celo, cumpliendo a rajatabla las normas internas de circulación y prevención de accidentes.
Entorno a las reivindicaciones se han dividido los sindicatos. CGT, ACTUB y PSAB, obtuvieron la mayoría y deslazaron a UGT y CCOO del comité de empresa y del convenio el año pasado. Son los que ahora convocan esta forma de protesta. Respetar el Programa de Prevención de Accidentes de la TMB supone, por ejemplo, que no se cobrará ningún billete si el autobús no está parado, no sobrepasar los límites de 50 y 30 kilómetros por hora, cerrar una a una las puertas y no sobrepasar la línea contínua del carril bus, lo que implica detenerse si hay coches en él.Paradójicamente, cumplir las normas de seguridad estrictamente causará no sólo que se alargarán los tiempos de viaje, sino también problemas circulatorios en una gran ciudad como Barcelona. El cumplimiento estricto de tales medidas podría alargar los tiempos de viaje y crear también problemas en la circulación de la ciudad. Un portavoz de TMB restó importancia al impacto de estas medidas en el servicio, al mismo tiempo que pidió seguir con la negociación. Los sindicatos mencionados pretenden implantar los días de descanso a la semana, lo cual crearía, según han calculado, más de 500 nuevos puestos de trabajo en los cuatro años de vigencia que quieren para el convenio. La empresa denuncia que junto a la disminución de horas se pretende un incremento salarial desorbitado (hasta el 40% de gastos de personal). El último paro fue un gran éxito según los convocantes: de los 4000 empleados que tiene la TMB, el paro fue “casi total” entre los 2.000 conductores de TMB, menor en el grupo de mecánicos y casi nulo en los servicios administrativos. La empresa no quiso corroborar estos datos acusando al “núcleo favorable a la huelga” de ejercer una enorme presión que altera la libertad de los trabajadores. O sea, que reconocieron el éxito.