El Consejo de Europa recrimina a España el trato a las lenguas minoritarias

Tirando de la lengua

Es más fácil ver la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio. Algo parecido le sucede al Consejo de Europa, que en su último informe no dedica una sola lí­nea a reprender a Francia -donde se ha extirpado en aras de la ultracentralización cualquier vestigio de diversidad lingüí­stica- y sin embargo denuncia públicamente a España -el paí­s donde más protección oficial reciben las lenguas de las nacionalidades- por «no proteger y difundir de forma suficiente las diversas lenguas minoritarias».

El Consejo de Euroa no tiene reparos en respaldar los métodos más agresivos y antidemocráticos del nacionalismo excluyente. Elogiando la creación de las Oficinas de Garantías Lingüísticas en Cataluña (esas que persiguen y multan a los comerciantes que rotulan en castellano). O “denuncia” la educación bilingüe y aboga –en una clara agresión contra el derecho a recibir la enseñanza en la lengua materna- por una “plena inmersión” lingüística en catalán, euskera o gallego. La imagen de España que maneja el Consejo de Europa está tan alejada de la realidad que llega a “denunciar” los obstáculos que encuentra el aragonés, a pedir al Gobierno más protección para el gallego en Castilla León, o a aceptar como representante a un fantasmagórico Centre Internacional Escarré para las Minorías Étnicas (¡¿acaso el Consejo de Europa defiende que asturianos, andaluces o murcianos son “minorías étnicas”?!). Entenderemos mejor estos disparates si sabemos que el autor de la Carta de las Lenguas Regionales, aprobada por la Comisión Europa, y que guía el informe del Consejo de Europa, es Joseph Martray, que fue miembro del Comité Consultivo de Bretaña bajo el gobierno pro nazi de Vichy, y hoy ostenta la presidencia de la Unión Federalista de Comunidades Europeas, la heredera del Congreso de Nacionalidades creado por Alemania tras la Iª Guerra Mundial, y reactivado tras la reunificación alemana. Todo un entramado de organizaciones –detrás de cuya financiación encontramos siempre al ministerio del Interior germano, y que mantienen una privilegiada influencia en las instituciones de la UE-, cuyo objetivo es impulsar la división de los Estados europeos según criterios étnico-lingúísticos, siguiendo el patrón del proyecto hitleriano de la Europa de los Pueblos, otorgando a Alemania, la nación étnica por excelencia, la hegemonía sobre un continente descuartizado. Las preocupaciones del Consejo de Europa poco tienen que ver con la protección de las lenguas minoritarias, y mucho con “tirar de la lengua” para mantener abierta la división y la disgregación en España.

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