Acuerdo para nombrar lehendakari a Patxi López

Tiene que ser el guión de la libertad

Las comisiones negociadoras del PSE y del PP vasco se reunieron ayer, y empezaron ayer a redactar un documento que guiará la acción del gobierno que forme Patxi López tras su elección como lehendakari. El PSE garantizó ayer al PP vasco su compromiso por alcanzar un acuerdo «preferente» escrito y público que asegure la estabilidad a lo largo de la legislatura. Un acuerdo entre socialistas y populares que incluya -como se anunció ayer- la defensa de las libertades, el desmantelamiento de una educación etnicista, la transformación de unos medios de comunicación públicos convertidos en altavoces del nacionalismo excluyente, o la plena incorporación de la ertzaintza a la lucha contra el terror, pueden significar un cualitativo avance en la recuperación de una democracia plena en Euskadi, negada durante décadas por el fascismo étnico.

El horizonte de un gobierno no nacionalista que acabe con la década ominosa del integrismo etnicista de Ibarretxe está más cerca. Frente a los inicios de las conversaciones, donde el PSE edía el imposible de un voto afirmativo de los populares a la investidura de Patxi López, sin ofrecer garantías políticas, ambas formaciones van a plasmar el acuerdo en un documento que fijará los ejes de la acción de futuro gobierno. Y no será una colaboración puntual para la investidura, sino un acuerdo duradero que de al nuevo lehendakari la estabilidad necesaria para enfrentar los presumibles ataques de un Ibarretxe en la oposición. El acuerdo PSE-PP contiene una introducción sobre libertades, importante porque ha de quedar claro que el principal objetivo es la recuperación de esa libertad cercenada por el terror. La única salvedad es el empecinamiento de PSE y PP –especialmente de Patxi López- por excluir a UPyD del acuerdo. Aunque con el salto de 24 a 25 escaños del PSE, ya no es imprescindible el apoyo de Gorka Maneiro, diputado de UPyD, para que Patxi López sea lehendakari, mal empezamos si se excluye a la formación que con mayor firmeza ha defendido la libertad y denunciado al nacionalismo étnico. Pero, a pesar de ello, el mero hecho del acuerdo para desalojar a Ibarretxe de Ajuria Enea es un valioso salto adelante. Entre las prioridades fijadas por el acuerdo entre PSE y PP figuran la defensa del marco jurídico sustentado en el Estatuto de Gernika y la Constitución frente a los proyectos etnicistas –tipo plan Ibarretxe-, el firme compromiso de la Ertzaintza en la lucha contra el terrorismo, un reconocimiento explícito del pluralismo vasco (frente a la exclusión de quienes se consideran tan vascos como españoles), una educación que no sea caldo de cultivo del nacionalismo excluyente, y la implicación de EiTB, hasta ahora altavoz del etnicismo, en la deslegitimación ideológica y cultural de ETA. El PP también propone una flexibilización de algunos perfiles en política lingüística en la función pública vasca y una política educativa que garantice la libertad de elección de los padres sin eliminar el actual modelo A. Son puntos básicos, sencillos, pero su sola aplicación desde el gobierno, tras años de nacionalismo excluyente obligatorio, serían un gigantesco avance. Y crearían las condiciones para plantearse ir más allá. Para exigir el desmantelamiento concienzudo del régimen de terror construido desde la usurpación de las instituciones y el presupuesto autonómico, que extiende como un pulpo viscoso sus tentáculos sobre toda la sociedad vasca. Para acabar con la impunidad de ETA y su entramado de terror, asestándoles un golpe decisivo que conduzca a su liquidación. Para que las proclamas y planes reaccionarios de los Arzallus e Ibarretxe queden sin oxígeno ni espacio para desarrollarse.

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