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¿Tiene el modelo europeo alguna alternativa?

(…) Parece que Europa no evitará descomponerse dos: el núcleo y la periferia. Mientras que el destino del centro (la Europa Occidental en torno a Alemania) está más o menos claro, el de la periferia, sobre todo de la que sufra problemas políticos y económicos (como la Europa Sudoriental, los Balcanes, Grecia) es muy vago. En el peor de los casos, el núcleo puede quitarse la responsabilidad hacia los Estados problemáticos, distanciándose de ellos. No existe otra potencia o fuerza que desee ampararles, a no ser que Turquía se interese por los Balcanes, pero ahora tiene bastantes dificultades con Oriente Próximo y Medio. Rusia, pese a su retórica de gran potencia, mide bien sus ambiciones y capacidades. La tentación de jugar con la gran política balcánica, o más aún, con una política ortodoxa (involucrando en ella a Grecia y Serbia, por ejemplo) radica en una tradición histórica, por lo cual puede, en teoría, causar repeticiones indeseables. La Rusia de hoy ya no tiene nada que ver con aquellas ambiciones.

Claro que sería demasiado prematuro augurar una catástrofe para Europa. Pero, analizando el último decenio, tenemos que reconocer que en la mayoría de los casos las previsiones más pesimistas, que se consideraron marginales, llegaron a ser realidad. En todo caso no es ningún axioma la idea de que el diseño político de la Europa de hoy, plasmado en la UE, solo puede seguir perfeccionándose. La falta de alternativas, considerada antes como una ventaja, se convertirá en una deficiencia muy grave en el caso de que el único modelo existente resulte ineficiente.

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