Tiempos revueltos

Los signos con los que ha dado inicio esta segunda década del siglo XXI, auguran un perí­odo de tiempos tan revueltos como turbulentos.

A nivel internacional –al margen de la catástrofe de Haití– el año se cierra y se abre con dos decisiones de Obama que anuncian un más que revisible aumento de las tensiones mundiales.La escalada bélica en Afganistán y la apertura de un nuevo frente de guerra en Yemen señalan con insistencia cómo los estrategas del Pentágono están ensamblando un despliegue militar global que apunta a la conformación de un “único teatro de guerra”, cuyo escenario central se extiende desde las costas del mar Rojo hasta las estepas del Asia Central.La presencia militar norteamericana en Yemen, al cerrar el otro extremo del Océano Índico, otorga a EEUU una posición inexpugnable en la estratégica puerta de entrada occidental hacia Asia, el punto donde el Mediterráneo se conecta con los mares asiáticos por donde transitan el 80% de las mercancías de la gran potencia emergente, China. Al tiempo que sitúa a EEUU y sus aliados en una situación privilegiada frente a las costas del cuerno de África, el continente objeto de una creciente disputa comercial y geopolítica entre Washington y Pekín.Mientras China, convertida ya en segunda potencia económica mundial, trata de preservar su seguridad y su independencia nacional apostando por reducir gradualmente su dependencia de los angostos cuellos de botella de los Estrechos de Bab-el Mandeh, Ormuz y Malaca, las decisiones militares de Obama, por el contrario, implican un movimiento de las piezas del tablero regional asiático dispuestas de tal modo que China siga siendo vulnerable a ellos.A través de este nuevo despliegue, EEUU anuncia que, aun en su momento de ocaso imperial, no va a renunciar a su dominio mundial sin ofrecer una resistencia feroz. Y se prepara para contener a China en su propia área regional.A nivel nacional, a medida que todos los principales indicadores económicos –inversión, producción industrial, consumo, empleo,…– se desploman sin perspectivas de recuperación, las presiones para poner en marcha un drástico plan de ajuste sobre las condiciones de vida de la mayoría del pueblo se multiplican.Si semanas atrás era Botín, el gran jefe de la oligarquía española, el que amenazaba con que todos tendremos que “hacer un esfuerzo mayor” para que él pueda seguir siendo el mayor banco de la zona euro y el que mayores beneficios obtiene cada año; en lo que llevamos de 2010 no ha habido un solo día en que un gran banco, una agencia de calificación o alguno de los grandes diarios económicos de Europa no lance una señal de alarma sobre la deuda española.Como una bandada de buitres merodeando a un grupo de animales heridos (Portugal, Irlanda, Grecia, España,…), las grandes oligarquías bancarias europeas están calculando el momento exacto de abalanzarse sobre ellos para devorarlos.Ya se habla incluso de crear una especie de “Fondo Monetario Internacional europeo” encargado de ejecutar esos drásticos planes de ajuste para las economías más frágiles de la UE. Y no es necesario detenerse a explicar qué significan los planes de ajuste del FMI para los países y pueblos sobre los que se aplican.En estas condiciones, cada día que pasa es más inaplazable la tarea de unir y movilizar a unas clases populares que si por un lado sufren continuas agresiones a sus condiciones de vida, por otro permanecen en la inconsciencia acerca de la dureza del ajuste que nos preparan. Una tarea, tan imprescindible como urgente, a la que llamamos a colaborar y participar activamente a todos nuestros lectores.

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