Mitchell se entrevista con la Autoridad Nacional Palestina

Tensa Tel Aviv, cordial Ramala

Después de las caras largas de la ví­spera con los dirigentes israelí­es, de los que el enviado especial de la Casa Blanca tuvo que escuchar nuevas y duras exigencias, en la jornada de ayer reinaron los gestos suaves y las palabras de apoyo. George Mitchell reiteró al presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas, el compromiso de la administración Obama con la construcción del Estado palestino, algo a lo que se opone radicalmente el gobierno Netanyahu. Ante Abbas, Mitchell fue tajante: la solución de «dos Estados para los dos pueblos» es la «única solución».

El residente de la ANP albergaba alguna esperanza de que la tercera visita de Mitchell a la zona -la primera con el gobierno de extrema derecha de Netanyahu en Tel Aviv- lograra suavizar sus posturas intransigentes e incendiarias, en especial de su titular de Exteriores, el lí­der del. ultranacionalista partido Israel Beitenu, Avigdor Lieberman. Por eso la decepción y la indignación corrieron como la pólvora en Ramala al saberse que netanyahu habí­a subido varios peldaños en la escalera de las exigencias inaceptables.El gobierno de Tel Aviv plantea ahora como condición la aceptación por los palestinos de «Israel como Estado judí­o». La OLP y muchos paí­ses árabes hace ya mucho que reconocieron el Estado de Israel. No es un capricho semántico. Al reconocer el carácter puramente étnico -hebreo-de Israel, se anularí­a en los hechos el derecho de retorno de los más de seis millones de refugiados palestinos que viven fuera de los territorios ocupados. Si se firmara la exigencia, los dirigentes palestinos son conscientes de que Israel apenas permitirí­a el retorno de unos pocos miles. «De ninguna manera reconoceremos Israel como Estado judí­o», aseguraba en un comunicado la OLP, y añadí­a «ya hemos reconocido al Estado de Israel… La nueva condición no está incluida en ningún acuerdo firmado previamente entre Israel y la OLP, nunca ha sido parte de tratados entre Israel y los Estados árabes, y tampoco es parte de las prácticas del derecho internacional… La exigencia de Netanyahu sólo sirve al propósito de paralizar el progreso hacia las negociaciones». Un portavoz de la ANP, agregaba: «es una provocación que supone más obstáculos en el proceso de paz (…) Cuando Egipto y Jordania firmaron un acuerdo de paz con Israel, no fueron obligados a reconocer el carácter judí­o del paí­s».Además el presidente de la ANP le explicó que además de estas exigencias, la polí­tica israelí­ de ampliación de los asentamientos en Cisjordania, el derribo contí­nuo de viviendas de palestinos en Jerusalén o el mantenimiento del bloqueo de Gaza hacen imposible comenzar un proceso de paz. Y -en referencia a sus rivales de Hamás- apostilló que la intransigencia de Tel Aviv reforzaba las posturas más radicales dentro de los palestinos. Mitchell asintió y remarcó el compromiso de la Casa Blanca con la solución de los dos Estados. «La creación de un Estado palestino y la consecución de la paz en esta zona es un interés nacional de Estados Unidos asi como de Israel y de los palestinos», dijo Mitchell, que insistió en que el Estado palestino es «la única y mejor solución». La formulación «dos Estados para dos pueblos ha sido repetida hasta la saciedad estos últimos dí­as por las cancillerí­as occidentales. Pero los dirigentes israelí­es ni la pronuncian siquiera, como si de una palabra `cashrut´ (impura) se tratara. No pocos analistas afirman que Washington meterá en vereda al incendiario gobierno Netanyahu tarde o temprano. Algunos señalan en rojo una fecha: cuando el primer ministro israelí­ visite la Casa Blanca a principios de mayo. La pacificación -o la atenuación a niveles tolerables- del conflicto palestino israelí­ es una premisa imprescindible de la estrategia norteamericana en Oriente Medio. Obama pretende adoptar la iniciativa de paz lanzada por la Liga Árabe en 2002, a saber: normalización de las relaciones de los palestinos y los paí­ses árabes con Israel a cambio de la creación del Estado palestino. Imprescindible para esto que se establezca un proceso de paz, no sólo con la ANP sino también con Hamás, y no sólo con los palestinos sino con Siria y Hezbolá. El horizonte que marcan los intereses de la superpotencia es claro: un Israel en paz con sus vecinos árabes para poder formar un frente unido contra el oponente común a Washington, Tel Aviv y las capitales del Golfo: Irán y su programa atómico.

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