Televisión

Telerrealidad de mentira

¿Hasta dónde está dispuesta a llegar la gente en la televisión? ¿Cuál es el lí­mite de los concursos de telerrealidad? La cadena pública francesa France 2 ha decidido dar respuesta a estas preguntas con la grabación de un falso documental, «Zona extrema», donde un concursante propina descargas eléctricas a otro. El programa tiene el formato de un concurso de preguntas y respuestas, lo sorprendente es que el concursante si pensaba que participaba realmente, mientras que su oponente era un actor que fingí­a las descargas.

Una auesta arriesgada y polémica, pero interesante por el reto que supone investigar en el tipo de reacciones que pueden darse en un plató, y en los radicales cambios de personalidad que una persona normal puede sufrir cuando se encuentra frente a las cámaras y alentada por un público enfervorecido.El programa le ha costado a la televisión francesa 2,5 millones de euros, justificados por el interés antropológico del experimento. La emisión se divide en dos partes, primero el concurso en sí mismo, y después el documental en el que se analizan las situaciones y se desvelan los “trucos”. A un lado, la persona que pregunta, la que tiene el poder de provocar descargas eléctricas de 220, 240, 320… Hasta 480 voltios en el otro concursante, el que debe responder. ¿Dónde está la trampa? El “preguntador” permanece ajeno a la verdadera situación, es el “engañado”. Cree estar en un concurso de verdad. El que responde es el cebo, un actor que tras cada fallo simula sufrir las descargas.“El universo de la violencia real ha abandonado el terreno de los informativos para ocupar el de los programas de entretenimiento. Con este documental quiero demostrar que se puede empujar a la gente a hacer cualquier cosa. Incluso a provocar dolor a alguien ajeno.” Así explica el productor del programa, Cristophe Nick, los motivos que le han llevado a realizar tan polémico experimento.El engaño y la manipulación, inherentes en el medio audiovisual, han sido utilizados de diversas maneras. El falso documental también es un género que prolifera con resultados dispares. Este puede ser uno de los ejemplos en el que este “engaño” puede resultar útil e interesante de alguna manera.Los formatos de telerrealidad son en ocasiones sorprendentes por su cercanía y lo interesante de la propuesta -en España tenemos los ejemplos de Pekín Express o el recientemente estrenado Casal Rock, en el que una coral de mayores de 70 años ensayan clásicos del rock-, pero también es el caldo de cultivo de los más perversos y denigrantes productos sensacionalistas y humillantes. Destapar los agujeros éticos de este modelo de televisión es el objetivo de esta producción, que esperemos sea emitida también en alguno de los canales españoles.

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