Netanyahu plantea sus exigencias al enviado de EEUU

Tel Aviv se embravucona con Mitchell

Decí­a que acudí­a a escuchar a los dirigentes israelí­es y vaya si los escuchó. El primer ministro israelí­, Benjamí­n Netanyahu, y su ministro de exteriores, Avigdor Lienberman, se lo han dejado muy claro al enviado especial de la Casa Blanca para Oriente Medio, George Mitchell. El gobierno de Tel Aviv no acepta la solución de Annápolis -paradójicamente basada en la misma resolución de la ONU que dio origen a Israel- esto es: Dos Estados, uno judí­o y otro palestino. Y además los dirigentes del gobierno de ultraderecha tení­an más exigencias bajo el brazo: EEUU debe acabar con la amenaza nuclear iraní­ y con Hezbolá en Lí­bano.

Si alguien se acercara or primera vez a conocer por primera vez el problema palestino-israelí, y escuchara la entrevista entre Mitchell y Netanyahu, le costaría pensar que el enviado es un representante del país más poderoso del planeta, y el israelí el primer ministro de un país que existe gracias al respaldo y al apoyo de Washington. Viene a la cabeza las palabras de Bill Clinton, refiriéndose precisamente al mismo Netanyahu, cuando éste dinamitaba los pilares del proceso de paz alcanzado entre Rabin y Arafat. "¿Quién diablos se cree que es? ¿Quién es aquí la superpotencia?", llego a gritar enojado el presidente norteamericano.Mitchell probablemente ya sabía lo que se iba a encontrar. Pero sorprende lo tajante de las declaraciones del halcón del Likud: . "Los palestinos tienen que reconocer primero a Israel como Estado judío antes de hablar de dos Estados para dos pueblos", ha advertido Netanyahu. Hasta ahora, el listó estaba puesto en que las organizaciones palestinas reconocieran el derecho de Israel a existir, algo que la OLP –que integra a Al Fatah y a decenas de organizaciones más, aunque no a Hamás- ya admitió desde los Acuerdos de Madrid con Arafat. Lo que el gobierno de Tel Aviv exige ahora es distinto: los árabes que viven en territorio israelí –formalmente ciudadanos de Israel- deberán jurar su fidelidad al Estado hebreo, algo sobre lo que el partido ultranacionalista Israel Beitenu, liderado por Lieberman, hizo bandera en las elecciones generales.También en lo internacional, Tel Aviv ha querido leerle la cartilla a Washington. "Irán con armas nucleares y misiles de largo alcance; Hamás y Yihad Islámica en Gaza; Hezbolá en Líbano. Estos son los verdaderos problemas. Si buscamos una solución estable para el problema palestino, debemos detener en primer lugar la expansión de la amenaza iraní", le dijo Lieberman a Mitchell.Los halcones sionistas aplicaron con Mitchell la vieja máxima: “la mejor defensa, un buen ataque”. Planteadas las exigencias del gobierno israelí, asuntos como el desmantelamiento de las colonias de Cisjordania, que ocupan 1.600 kilómetros cuadrados, quedaban ridículas, por no hablar de Jerusalén, el levantamiento del bloqueo a Gaza o la gestión del agua en los territorios ocupados. Netanyahu insiste en su “paz económica” a los palestinos, pero de momento no ha hecho gesto alguno de ayuda a una economía absolutamente hundida como la que controla la ANP. Sin embargo, no es pensable que, en unos momentos cruciales para la superpotencia, sumergida en un proceso de declive estratégico, la Casa Blanca deje por mucho tiempo que su estrategia en Oriente Medio sea condicionada por los halcones más incendiarios del sionismo. A finales de mes, Netanyahu deberá acudir a la Casa Blanca. Veremos entonces quién lee la cartilla de quién.

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