Sostenía Adorno que escribir poesía después de Auschwitz era un acto de barbarie. Y seguir hablando exclusivamente de abaratar el despido en un país con más de cinco millones de parados -que ha perdido, además, el 11,5% de su fuerza laboral en apenas tres años- no deja de tener aires de crueldad. O de saña, como se prefiera.Pero, desgraciadamente, el debate sobre el desastroso funcionamiento del mercado laboral español se ha empobrecido tanto que de una forma un tanto mecánica se suele abordar la falta de empleo sólo desde la óptica del coste del despido. Probablemente, por razones ideológicas o por un cierto equívoco sobre la realidad de un mercado de trabajo roto y enfermo. Y que entre sus ‘hazañas’ cuenta con un dato espeluznante: sólo el 2,2% de los contratos temporales (la tercera parte de los asalariados) tiene una duración superior a seis meses, lo que pone de relieve la jungla laboral en la que vive España.