Crisis política en Suecia

Suecia: equilibrio catastrófico

Al admitir la tóxica idea que vincula inmigación y delincuencia, la socialdemocracia sueca le regaló el terreno de juego a la xenofobia. Nada raro que el partido más votado en la derecha hayan sido los ultraderechistas de pasado neonazi Demócratas de Suecia.

Los resultados de las ajustadísimas elecciones celebradas días pasados en Suecia han dejado al país en una situación que solo cabe definir como de “equilibrio catastrófico”. El problema no es que izquierda y derecha, por decirlo de algún modo, tengan prácticamente los mismos votos. El problema es que el partido más votado de la derecha ha sido el ultraderechista Demócratas de Suecia, un partido en sintonía con todas las fuerzas xenófobas, racistas, homófobas y enemigas de la UE que pululan por Europa, con casi un 21% de los votos.

El resultado no solo quiebra la rutina tradicional sueca, normalmente inclinada a favor del centro-izquierda y la socialdemocracia, sino que altera todo el mapa político, de alianzas y del contenido mismo de la política sueca.

Y lo hace por un doble motivo: porque coloca como fuerza más votada de la derecha a un partido prácticamente antisistema, lo que no había ocurrido desde la Segunda Guerra Mundial, y porque ha acabado con el aislamiento tradicional que todos los partidos del sistema practicaban respecto a la extrema derecha. Aliarse con los Demócratas de Suecia ya no es, al menos para determinados partidos de la derecha tradicional sueca, un tabú absoluto, ayudando así a blanquear a unas fuerzas que, de alzarse también con las elecciones en Italia, pueden acabar tumbando el proyecto europeo y abriendo un periodo bastante negro en el viejo continente.

Demócratas de Suecia ya ganó una baza importante haciendo que sus dos temas favoritos: la inmigración y el aumento de la violencia en Suecia fueran los dos temas centrales de las elecciones. Ni siquiera algo tan trascendente como el reciente ingreso en la OTAN mereció mucha atención.

Al final, la difícil gestión del tema migratorio y el aumento real de la criminalidad (Suecia es el país de la UE con más muertes por disparos) llevaron incluso a la socialdemocracia a “reconocer” la insidiosa idea de que el crecimiento de la delincuencia tiene que ver con el aumento de la inmigración. Una vez que el centroizquierda ha tragado con la tesis central de los ultras no es de extrañar que muchos suecos hayan acabado optando por votar al “partido del orden”.

Los resultados electorales han dado una mínima ventaja a los partidos de la derecha. Ello ha provocado ya la dimisión de la primera ministra socialdemócrata. Pero nada está aún decidido, y las negociaciones para formar un nuevo gobierno prometen ser largas y complejas.

El Partido Socialdemócrata, el más votado del país, con un 30%, ya se ha ofrecido a dar incluso su apoyo a un gobierno de la derecha, siempre que no incluya a la ultraderecha. Parece una decisión sensata y correcta. Ahora la pelota está en el tejado de los partidos de la derecha tradicional y, en cierto modo, en la decisión que tome el PP europeo de abrirse o no a alianzas con las fuerzas de la ultraderecha.  

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