La pugna entre subir o no el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) -y los salarios en general- es un pulso permanente que recorre este gobierno de coalición. El aumento salarial es una demanda largamente defendida por los sindicatos y respaldada por la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. Pero a ella se oponen, por ejemplo, la ministra de Economía, Nadia Calviño, y el Banco de España portavoces ambos de la oligarquía y el capital extranjero. ¿Es la subida del SMI un lastre para las empresas, o por el contrario, significaría un revulsivo para la economía española?
La última Encuesta de Condiciones de Vida demuestra que con la subida del SMI en 2019 se redujo la desigualdad social y la pobreza laboral en un 22,3%, creándose así condiciones favorables para el aumento del consumo, para el desarrollo del mercado interno, y por tanto para el crecimiento de las pequeñas y medianas (pymes) y de los autónomos, que conjuntamente suponen el 80% de los puestos de trabajo en nuestra economía.
Pese a ello, el Banco de España ha lanzado un ataque venenoso -profusamente divulgado por los grandes medios de comunicación- afirmando que “la subida del SMI de 2019 costó hasta 180.000 empleos”, para hacer creer a la inmensa mayoría de la población que la subida del SMI ha sido mala porque destruyó empleo.
Sin embargo -según la Encuesta de Población Activa (EPA)- durante 2019 la población ocupada en España aumentó en 402.300 personas, de entre 16 y 19 años creció en 10.400 personas, entre 20 y 24 años en 46.700, entre 25 y 29 años en 23.000 y de más de 65 años en 19.600 personas. Por tanto, es mentira que el aumento del SMI haya destruido empleo en España en 2019, ni siquiera entre los más jóvenes y los de mayor edad.
La subida del SMI favorece también a la economía
Las últimas subidas del salario mínimo han ayudado a reducir la desigualdad y la pobreza laboral. Y han contribuido a que la renta mediana por persona alcance la cifra más elevada de la serie histórica situándose en 16.043 euros. La renta mediana indica la renta del ciudadano que se encuentra en la mitad de la distribución, que está justo entre el 50% que tiene más ingresos y el otro 50% con menos ingresos. Nunca antes este indicador se había incrementado en más de 1.000 euros respecto al año anterior.
Desde la crisis de 2008, la renta mediana había ido cayendo hasta 2014, donde se situó en 13.352 euros, creciendo mínimamente los años posteriores -entre 300 y 500 euros anualmente-, y ha sido solamente con la subida del SMI de 2019 cuando ha producido un aumento del 6,8%, alcanzando así la cifra más alta de la historia, con 16.043 euros.
Los países de nuestro entorno en la UE -muchos de ellos, como Alemania, con gobiernos conservadores-, han elevado en los últimos meses sus salarios mínimos, paliando así que los trabajadores más vulnerables sufran una pérdida de poder adquisitivo con el aumento de la inflación real.
Según datos de Eurostat, Luxemburgo tiene un SMI de 1.887 euros mensuales, seguido de Irlanda (1.478), Países Bajos (1.441), Bélgica (1.394), Alemania (1.384) y Francia (1.333). Muy por detrás estarían Portugal (665) y Grecia (650), siendo los más bajos los de Bulgaria, Hungría, Rumanía y Letonia, donde no llega a los 500 euros.
Alcanzar un SMI en España de entre 1.011 y 1.049 euros al mes supondría cumplir con la recomendación europea, alcanzando el 60% del salario medio -a lo que se habría comprometido el Gobierno a alcanzar el año 2023, en adecuación a la propuesta de la Unión Europea.
Subir el SMI dentro de la redistribución de la riqueza
No hace falta demostrar que la subida de los salarios beneficia a los trabajadores. Pero ¿es bueno para las empresas y para la recuperación económica post-Covid? La respuesta es que sí.
Al menos para la mayor parte de las pymes y los autónomos del país, que generan el 80% del empleo y que en su inmensa mayoría dependen del mercado interno. Porque un aumento de la masa salarial nacional se traduciría en un aumento del consumo. Mientras que perjudicaría a las grandes empresas monopolistas exportadoras, que maximizan sus beneficios con una mano de obra cualificada y barata.
Evidentemente, la subida de los salarios generaría un aumento del coste de la fuerza de trabajo, algo que para las pymes en apuros tras la pandemia puede suponer una dificultad añadida, e incluso insuperable. Es necesario que el alza salarial se vea acompañada por una redistribución en la presión fiscal.
Es necesario que la subida de salarios se vea acompañada por una redistribución de la presión fiscal, rebajando impuestos a las pymes al tiempo que se suben a bancos y empresas monopolistas. Es necesario una redistribución salarial y fiscal que beneficie al tiempo a trabajadores y pymes
Es necesaria una verdadera reforma fiscal progresiva que empiece por cambiar el impuesto de sociedades, aplicando un 50% de impuestos a las grandes empresas sobre sus ingentes beneficios, eliminando los privilegios y trucos fiscales. Y que permita bajar el IS a las pymes, compensando positivamente el alza de los salarios.
Los seis grandes bancos ganaron el pasado año, en plena pandemia, cerca de 9.000 millones de euros. Y las empresas del Ibex 35 cerca de 12.750 millones de euros. Gracia a un sinfín de privilegios y bonificaciones fiscales, pagan en el IS menos del 5% de sus astronómicos beneficios, mientras la pequeña y mediana empresa paga más del 15%.
—-
Economistas a favor de la subida salarial
El economista Juan Torres López argumenta con agudas preguntas la necesidad de elevar el SMI: “¿Qué hay de malo en subir tan moderadamente un salario mínimo que es de los más bajos de los países europeos que pueden compararse con el nuestro? ¿Cómo es que la patronal española se opone a que 1,5 millones de trabajadores vean incrementarse su salario mínimo cuando el montante total de esa subida se va a convertir, sin excepción, en ingresos de otras empresas, porque los trabajadores que lo reciben no ahorran, sino que se gastan todo su sueldo en consumo?”
Y la catedrática de Economía Miren Etxezarreta igualmente opina que una subida del SMI, lejos de poner en riesgo la recuperación económica tras la pandemia, beneficiaría que la recuperación se consolide. Por ello, critica que hay economistas que se olvidan de que la economía es un mecanismo circular, “si tú le pagas más a la gente que tiene menos dinero y que va a gastar el dinero que reciba, eso va a suponer un aumento de la demanda que mejorará la marcha de la economía. Tenemos que montar un nuevo modelo de crecimiento que no esté apoyado exclusivamente en algo que pueda o no venir de fuera”.
Banco de España, sucursal extranjera
Ya hemos visto anteriormente que la afirmación del Banco de España de que la subida del SMI de 2019 habría costado hasta 180.000 empleos es flagrantemente falsa. Pablo Hernández de Cos -gobernador del Banco de España- lleva años lanzando ataques contra el 90% de los españoles. Desde acusar a los “trabajadores pobres” -los que no ganan suficiente para satisfacer sus necesidades básicas- de “vivir por encima de sus posibilidades”; pasando por exigir al gobierno que haga una “reforma de calado” de las pensiones -bajando su cuantía actual y futura-; hasta defender la no limitación del precio de los alquileres.
El Banco de España ya “predijo” -apoyando el ataque simultáneo del FMI- que con la subida del SMI se destruirían más de 150.000 empleos. ¿A quién sirve? ¿Defiende los intereses de potencias extranjeras? ¿Defiende los intereses de los fondos privados de pensiones, dominantemente estadounidenses? ¿Defiende los intereses de los fondos de inversión extranjeros? Es inaceptable que España no tenga un Banco de España, sino una sucursal extranjera.
Carlos dice:
Pues claro que tiene razón el artículo y economistas como Miren Etxezarreta. Si lo han demostrado los chinos. Ante la crisis, aumentaron el salario de los obreros, así estos consumen y la industria nacional no se hunde. De quién lo aprendieron? De Keynes, jojojo, ya ves, un aristócrata preocupado por las crisis cíclicas del capitalismo, de las que te habla Marx y la revolución proletaria. El mundo al revés. Nadia Calviño? Anda y que la eche Pedrito