El previsible recorte del estatut por parte del Tribunal Constitucional

Su corazón está en el bolsillo

A través de filtraciones en la prensa, se está preparando el terreno para el más que probable recorte que el Tribunal Constitucional impondrá a varios de los puntos nodulares del nuevo estatuto catalán. Y las castas polí­ticas catalanas han lanzado ya su grito en el cielo, amenazando con sucesivas desgracias si el estatut es sustancialmente modificado. Detrás de los lamentos de los Montilla o Mas no podremos encontrar motivos de «catalanidad». Su corazón está situado en el bolsillo, en las numerosas prebendas y privilegios que el reformado estatut les otorga.

Montilla ha anunciado que si el Tribunal Constitucional “se atreve” a recortar el estatut, “se ondrá en peligro la convivencia en Cataluña”. Jordi Pujol se ha referido a una intento de “castración química” de Cataluña. Y Artur Mas ha ha propuesto al resto de partidos catalanes pactar un ‘plan b’ si el TC tumba el Estatuto, que pasaría por ir más allá de la vía estatutaria y unir fuerzas para conseguir el traspaso de los aeropuertos de Catalunya… y un concierto económico como el vasco.Toda la casta política oficial catalana ha reaccionado con idéntico furor contra el anuncio de que el máximo tribunal va a declarar inconstitucional varios de los ejes del estatut. Pero ya sabemos el alcance de sus bravatas y presiones. Ibarretxe prometía una especie de apocalipsis si se tumbaba su plan. Ahora está fuera del gobierno, y en Euskadi no ha pasado nada.La posición del Tribunal Constitucional ante el estatut es una respuesta “de Estado” -de uno de los principales aparatos del Estado, en concreto su máxima instancia judicial-, que pretende limar algunos de los puntos que más cuestionan la unidad. La tibia respuesta de Zapatero ante el recorte a una de sus más polémicas creaciones, llamando a acatar la decisión del tribunal sea cual sea, expresa bien a las claras la intención de salir de un lío que él mismo se ha creado.Buena parte de la polémica se ha dirigido hacia la intención de excluir la designación de Cataluña como “nación”, y otros elementos con idéntica carga simbólica.Pero el contenido de la batalla es mucho más prosaico. Para Montilla o Mas, para La Caixa o Fomento del Trabajo Nacional -la patronal catalana- la “nación” no es sino la forma de referirse a sus propiedades y prebendas.La atribución a Cataluña del rango de nación es la concepción que sostiene la exigencia de una relación cuasi bilateral con el Estado. Sobre esta base, el estatut pone fin a la tradicional supeditación a la Ley Orgánica de Financiación de las Comunidades Autónomas, y se auto concede una amplia capacidad de gestión y administración de los impuestos recaudados en Cataluña, hasta llegar a la creación de una Agencia Tributaria propia.O contempla la creación de una auténtico “ámbito judicial catalán” propio, creando el Consejo de Justicia de Cataluña, o determinando que el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña será la última instancia jurisdiccional.Estos privilegios y beneficios materiales -y no los altos “intereses nacionales de Cataluña- son el botín que Montilla o Más defienden con uñas y dientes.Visto el cenagal de corrupción en que viven algunas de las más emblemáticas instituciones o ayuntamientos catalanes, no es extraño que tengan mucho interés en que la acción de impartir justicia no rebase el ámbito catalán.

Deja una respuesta