Perfiles

Soares y la reconducción lusitana

Con la muerte de Mario Soares, el histórico dirigente socialista luso y figura clave de la polí­tica portuguesa a finales de los 70 y en los 80, tenemos una inmejorable oportunidad de asomarnos a la historia reciente del paí­s vecino.

A una historia en -como en el caso de nuestra propia Transición- está desaparecido el principal protagonista: el hegemonismo norteamericano, y sus maniobras para reconducir a un Portugal que tras la ‘Revolución de los Claveles’ de abril de 1974 se habí­a salido de la órbita de Washington.

La muerte de Mario Soares a los 92 años, considerado como una de las figuras políticas portuguesas más importantes de las últimas cuatro décadas, ha sido valorada en Portugal y España como la pérdida de una figura clave en la transición lusa. El primer ministro portugués Antonio Costa, también socialista como Soares, lo definió como “el rostro y la voz de nuestra libertad”. El PSOE lo ha despedido como “un compañero imprescindible en la socialdemocracia europea del siglo XX”.

Su desaparición nos da una ocasión para conocer el papel de la socialdemocracia lusa en la ‘transición’ portuguesa, un papel que guarda poderosos paralelismos con nuestra propia historia reciente. Porque en Portugal, como en España, no se puede comprender el cambio de régimen, de dictadura -la de Salazar o la de Franco- a la democracia burguesa, sin partir de los intereses de la superpotencia norteamericana.

Nuestro país vecino vivió el 25 de abril de 1974 una auténtica revolución democrática, salida de sus propias entrañas. Al son de las notas radiofónicas de «Grândola, Vila Morena», una canción revolucionaria de José Afonso y prohibida por el régimen, el movimiento revolucionario y democrático de las fuerzas armadas portuguesas (MFA) derribaba la podrida dictadura salazarista, sostenida por EEUU.

Todas las alarmas de Washington sonaron entonces. No sólo por el valor intrínseco de Portugal, con sus estratégicas bases atlánticas en Lajes (Azores), sino por el peligro de contagio a una España franquista aún más importante en el diseño global de poder norteamericano, y más en un momento de debilidad estadounidense y fortalecimiento soviético. Había que reconducir, al precio que fuera, los acontecimientos en Portugal, y se pusieron en marcha poderosos mecanismos.

Quien así también lo afirma no es uno de los más serios, rigurosos y penetrantes analistas políticos de nuestro país, el director de la conservadora ‘La Vanguardia’, Enric Juliana: “La mal llamada ‘transición’ portuguesa fue una revolución militar de izquierdas que EEUU quiso reprimir, alentando la guerra civil. En 1974, Kissinger exploró la posibilidad de una intervención de la OTAN en Portugal con apoyo español. Arias Navarro estaba encantado. El embajador norteamericano Carlucci se enfrentó a Kissinger y propuso reconducir la revolución portuguesa apostando por Mario Soares, que lo consiguió con el apoyo de la Iglesia, la socialdemocracia europea y los militares moderados”.

En los meses posteriores a los Claveles, la inteligencia norteamericana se empleó a fondo para neutralizar el proceso revolucionario y democrático -en el que también estaba intentando intervenir la URSS- y reconducirlo por un cauce controlado. Y lo consiguieron: a finales de 1975, la intervención hegemonista consiguió provocar la caída del gobierno izquierdista de Vasco Gonçalves, y ascendió al poder uno de los hombres preparados y troquelados por EEUU: Mario Soares, que fue primer ministro luso en dos ocasiones (de 1976-1978 y de 1983-1985), y Presidente de la República Portuguesa (1986-1996).

Como en el caso español, Washington tuvo que esmerarse por construir casi de la nada un “partido socialdemócrata portugués” que disputara el campo de la izquierda a los partidos prosoviéticos o a los comunistas antihegemonistas. “Exiliado en París, en 1973, recibiría ayuda para fundar, bajo el patrocinio del gobierno de Bonn, ese partido”, dice Joan Garcés en su libro ‘Soberanos e intervenidos’. “Derrocada la dictadura en 1974 por el MFA, Soares regresa a Portugal, donde pronto recibiría ayuda clandestina directa del gobierno de EEUU y de sus aliados europeos e indirecta a través de empresas y fundaciones alemanas”, añade Garcés.

Los acontecimientos presentes, con un gobierno portugués progresista -fruto del acuerdo de las fuerzas de izquierda anti-troika con el Partido Socialista- gobierno que Soares apoyó y que pone barreras y resistencia a las exigencias del FMI y de Bruselas para el país luso, no debe hacernos olvidar el verdadero papel de la socialdemocracia, y de hombres como Mario Soares, en la historia reciente de Portugal… y de España.

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