Homenaje a Elí­as Querejeta

Sin él, no existirí­a el cine español

Como influencia de Hollywood, suele tenerse la idea de que un productor de cine es un personaje mezquino, preocupado únicamente por la rentabilidad comercial de la pelí­cula. Elí­as Querejeta ha pertenecido a otra especie. A la de un enamorado del arte que empeñó una y otra vez su patrimonio y su negocio para hacer posibles algunas de las obras maestras del cine español. Todo un personaje, tan singular como insobornable, que se enfrentó con la misma radicalidad al franquismo y al nazifascismo del terrorismo de ETA y los delirios etnicistas de los Arzallus e Ibarretxe. Ningún individuo puede considerarse imprescindible. Serí­a un ridí­culo exceso de orgullo. Pero eso no quiere decir que las posiciones y aportaciones de los individuos no sean decisivas. De hecho, sin Elí­as Querejeta el cine español, tal y como hoy lo conocemos, sencillamente no existirí­a.

En 1.973, “El espíritu de la colmena”, dirigida por Victor Erice, obtenía la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián. Era una de las más fascinantes películas que haya podido ofrecer el cine español y universal. Pero, detrás de esa historia camuflaba bajo el lenguaje de un cuento infantil, también arrojaba una crítica feroz contra el franquismo, todavía imperante y definido como un monstruo asfixiante que existía sólo para destruir los más anhelados deseos de los individuos. «Querejeta colocó de golpe al cine español a la altura de lo mejor del cine universal»

Su productor fue Elías Querejeta. Y mientras contemplaba el aurresku de honor que le ofrecían por haber ganado el máximo galardón, un alto funcionario franquista se le acercó para susurrarle al oído: “Elías, hombre, deja esto del cine y vuelve a Hernani, tus padres tienen dinero y te recibirán con los brazos abiertos…”.

El típico mensaje de los reaccionarios empeñados en que nada cambie, en que nada se mueva: “¿Para qué te metes en líos, pudiendo disfrutar de una vida cómoda?”.

Como hizo antes y después, Elías Querejeta no hizo ningún caso a las advertencias que desde el poder de turno le lanzaba para que se desviara del camino que había elegido.

Gracias a esa determinación, podemos disfrutar de lo mejor del cine español. Cuando el franquismo entendía que “el cine moderno” eran las insulsas comedias de destape, Querejeta se empeñó en un doble salto mortal, colocando de golpe y sin previo aviso al cine español a la altura de lo mejor de arte universal.Permitiendo que un director como Carlos Saura recompusiera el hilo de continuidad con Luis Buñuel, que el franquismo condiseraba había definitivamente cortado.

“La caza” obtuvo el premio al Mejor Director en el Festival Internacional de Cine de Berlín. “Peppermint frappé” fue premiada con el Oso de Plata en el mismo festival. “La prima Angélica” y “Cría cuervos” fueron galardonadas con el Premio del Jurado en el Festival de Cannes.

Hasta culminar en “Deprisa, deprisa”, ya en 1980, Oso de Oro en el Festival de Berlín.

Nadie puede dibujar la transición sin tener en cuenta estas películas.

Pero la obra cinematográfica de Elías Querejeta no se limita a su papel de productor. Estaba “envenenado” por el virus del cine. Por eso se atrevió a ser guionista de “Feroz”, de José Luis Borau, de “A un dios desconocido” –quizá la mejor película que se haya hecho nunca sobre Lorca- o “Pascual Duarte”, expresión del tremendismo español que Cannes volvió a premiar.

Sin el amparo de Elías Querejeta no existirían tampoco obras mucho más actuales, como las firmadas por Fernando León de Aranoa, especialmente “Los lunes al sol”, lúcida denuncia contra el infierno del paro al que es condenada una parte de la clase obrera.

Vasco y de izquierdas, Querejeta dará un valiente paso adelante denunciando el fascismo étnico con la misma virulencia con que se enfrentó al franquismo.

Cuando se enteró del asesinato de Fernando Buesa y su escolta a manos de ETA, comenzó a escribir el guion de un documental –“Asesinato en febrero”- que formó parte de la lucha por la libertad que permitió echar abajo el nazifascismo étnico.

Cuando, desde el De Verdad, hablamos de Elías Querejeta, nos referimos a un amigo. Que participó en varias tertulias organizadas por el Ateneo XXI, nos concedió varias entrevistas exclusivas, estuvo suscrito al De Verdad durante los últimos diez años, y apoyó con su firma algunos de los manifiestos que hemos impulsado en los medios de comunicación.

Cuando los recortes y mandatos del FMI y Bruselas están empeñados en segar los pies debajo del cine español, recordar a Elías Querejeta, capaz de levantar las mejores obras desde la nada, en las peores condiciones, y sin apenas apoyos, es un mensaje de esperanza. Nuestro futuro no depende de lo que ellos manden, sino de lo que decidamos nosotros.

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