Pacto nacional para salir de la crisis

Sin diagnóstico, sin tratamiento

A falta de corresponsal en la Conferencia que impartió la ministra de Ciencia e Innovación, Cristina Garmendia, en el Siglo XXI, me remito a sus afirmaciones. La ministra ha puesto algunos dedos en llagas sensibles sobre el diagnóstico de la crisis en nuestro paí­s, aunque sin fustes sobre sus causas y tratamiento: «Con o sin crisis global, nuestro modelo de crecimiento era insostenible». Un buen punto de partida.

Pacto nacional ara cambiar el modelo económico basado en el ladrillo y los servicios.Para Garmendia, "es necesario transformar el modelo de crecimiento en el que hemos basado nuestra prosperidad durante los últimos 15 años", lo que supone "una cuestión de Estado que sólo puede alcanzarse a través de un gran pacto económico y social". Pacto nacional que en realidad cuenta “con un consenso político y social muy amplio, quizá tan amplio, aunque todavía menos explícito, que el que nos permitió convertirnos en un país democrático". España va a sufrir más las consecuencias de la crisis. Según Garmendia "el impacto de esta crisis es más agudo en España justamente por la vulnerable arquitectura de nuestro tejido productivo". No se puede más que estar de acuerdo con la ministra. Pero la cuestión está en quién se va a beneficiar. Dice la ministra que nuestras debilidades son la competitividad y la innovación y que "el esfuerzo innovador tiene, cada vez más, un efecto multiplicador sobre el crecimiento económico" y ha añadido que las formas de optimizar este potencial innovador pasa por reforzar la capacidad tecnológica, modernizar la enseñanza universitaria y el sector público de I+D. Muy bien, pero sólo con cuadros no se levanta un tejido productivo. ¿Dónde está el capital para levantarlo? ¿Dónde está la riqueza producida por ese modelo insostenible? ¿Por qué la ministra no dice nada de que para producir un euro la economía española se ha endeudado diez con la banca europea? Lo que quiere decir GArmendia es que la universidad y la investigación pública van a multiplicar su papel al servicio de los grandes monopolios, tal como marca el Plan Bolonia. Y es que, tal como ocurrió tras el crack del 29 y, después de la II Guerra Mundial, la investigación estatal (en ese caso militar) estadounidense sirvió como motor de la acumulación, incremento y concentración de capital, jugando el papel de gran monopolio público al servicio de los grandes monopolios privados. Por eso Garmendia cita a Einstein en un sentido en el que sólo Botín, Galán y compañía, no un trabajador medio o un patriota, pueden convenir: "(…) la crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países porque la crisis trae progresos". Porque, ¿quién si no ha impulsado el modelo insostenible al que hace referencia la ministra? Garmendia sostiene que el cambio de España hacia una economía basada en el conocimiento es tan "ineludible e inaplazable" como lo fue la transición política hacia la democracia y ha asegurado contar para ello con un consenso "muy amplio". Garmendia ha dicho que el Gobierno tomó conciencia hace cuatro años de este riesgo, gracias a lo cual "hoy estamos preparados para afrontar el cambio de modelo". ¿Preparados? España es la décima potencia productora de ciencia mundial, pero dónde está la industria que transformará ese conocimiento en productos, en creación de riqueza y empleo. Si en Alemania uno de cada 18 artículos científico produce una patente, en España lo hace uno de cada 300. ¿Para qué, si no hay tejido productivo que la explote? ¿O es que vamos a fabricar conocimiento para que otros lo patenten?

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