El gobierno español propone una nueva polí­tica con Iberoamérica

Siguiendo los pasos de Obama

El nuevo secretario de Estado para Iberoamérica, Juan Pablo de Laiglesia, ha declarado que la polí­tica con la región se guiará por «os principios de universalidad, simetrí­a y respeto». Y, esta misma lí­nea, De Laiglesia señaló que «dialogar no es conceder», en relación con paí­ses como Cuba o Venezuela. En concreto al mencionar algunos litigios que se podrí­an dar con empresas españolas en paí­ses como Argentina o Venezuela, el nuevo secretario de Estado anuncia que prefiere actuar con «discreción», ya que considera que «no es una buena táctica diplomática» responder a las decisiones que adopten los Parlamentos o los Gobiernos latinoamericanos, «no sólo por principio de respeto, sino por la eficacia».

Y realmente los monoolios españoles presentes al otro lado del Atlántico tienen mucho que perder. España ha convertido en el segundo inversor en la región (con una inversión neta acumulada desde 1993 de 130.000 millones de euros) tras EEUU, le sigue de cerca China que en los últimos años ha sabido potenciar sus relaciones con Iberoamérica. El gobierno sigue los pasos de la línea Obama. En el sentido de una mejora en las relaciones diplomáticas entre nuestro país e Iberoamérica pero al igual que con Obama debemos preguntarnos ¿habrá un cambio en las relaciones de fondo, un cambio de naturaleza? Por supuesto cualquier mejora en las relaciones con Cuba o Venezuela, o el apoyo que España pueda dar para acercar el mercado Iberoamericano con Europa serán bien recibidos. Sin embrago, el problema de fondo la naturaleza de estas relaciones y el papel que podría estar desempeñando nuestro país. Las multinacionales españolas han ganado a manos llenas durante la última década, por ejemplo, imponiendo tarifas de telecomunicaciones agiotistas (como Telefónica en Argentina) o expoliando los recursos energéticos (como Repsol en Bolivia o Argentina). En la medida que los gobiernos progresistas en Iberoamérica han cobrado fuerza, se han empezado a enfrentar a los proyectos de expolio y la explotación de estas y otras multinacionales. Lo que ahora propone el gobierno español no es acabar con estas relaciones e imponer unas de beneficio mutuo, sino tratar con suavidad las asperezas que levantan las contradicciones entre los intereses de explotación de las multinacionales españolas y los de independencia de los países iberoamericanos. A nuestro gobierno lo único que parece interesarle es preservar los intereses de las empresas españolas. Centrando casi exclusivamente su política exterior a guardar los beneficios de la banca y las multinacionales. Los vínculos con el mundo hispano, desde unas relaciones de beneficio mutuo –no de rapiña- serían claves para el futuro de nuestro país. El mercado hispano se abre con unas enormes potencialidades comerciales, energéticas y productivas inusitadas. ¿Por qué no utiliza España las privilegiadas relaciones de nuestro país con Iberoamérica? ¿Por qué no ve el gobierno que desarrollando todo nuestro verdadero potencial con Iberoamérica también tendríamos otra base para salir de la crisis? ,

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