Signos de naufragio

«La alarma polí­tica desencadenada por el castigo sin fin de los mercados bursátiles y financieros se tradujo en consultas polí­ticas del presidente del Gobierno, José Luis Rodrí­guez Zapatero, con los partidos de la oposición para analizar las posibles respuestas al grave deterioro de la solvencia española y conjurar los temores sobre un posible rescate de España, que Bruselas desmintió»

El margen de actuación del Gobierno esañol oscila entre lo malo y lo peor. Si la prima de riesgo no baja, el coste creciente del servicio de la deuda devorará cualquier margen de actuación de política pública. La recuperación ya es difícil con un diferencial de la deuda superior a los 100 puntos básicos; con 400, es imposible salir del estancamiento, crear empleo y bajar de forma significativa el paro. Una respuesta ortodoxa (sugerida por el FMI) sería presentar a Europa y a los mercados un recorte presupuestario adicional, en torno al 2% del PIB. Pero esa decisión tendría unos efectos sobre el crecimiento equivalentes al estrangulamiento que produce el desaforado aumento de los costes financieros. Significaría renunciar a la recuperación durante el próximo lustro. (EL PAÍS) LA VANGUARDIA.- La crisis de la deuda muta, como los virus, y se inmnuniza contra los tratamientos previos. En tiempo récord se ha sacudido la retórica huera de la última cumbre de la UE, la del segundo rescate griego, de hace dos semanas; no salva a Atenas ni protege al resto de la zona euro. Tampoco ha servido el cartón piedra washingtoniano, el pacto de Obama con los republicanos; no ataja el problema de su deuda y eleva peligrosamente la posibilidad de una segunda recesión. Con cada mutación se fortalece, sobre todo gracias a las ganancias obtenidas en los anteriores golpes especulativos. Ahora ha metido de lleno en el paquete a dos pesos pesados de la zona euro, una amenaza letal para la moneda única. En el caso español, a las debilidades que ya antes le atribuían los mercados se suma la impericia, o el aventurerismo, de anunciar elecciones con 110 días de antelación. LA REPÚBLICA.- Fue Bush con sus rebajas multimillonarias de impuestos a los ricos (que están vigentes hasta 2012 y que Obama quiso, al principio, eliminar), su gigantesco presupuesto de defensa (el precio de ser el “gendarme mundial”) y sus desastrosas guerras, la causa principal del déficit presupuestario que ahora se quiere reducir exclusivamente vía recorte de gastos. Dentro de años, cuando los historiadores busquen un punto de inflexión en el devenir del imperio norteamericano, lo situarán primero en las guerras de Afganistán e Irak y después en este suceso del techo de la deuda (en las setenta veces anteriores ha sido algo de trámite) porque, en ambos casos hay una clara manifestación externa de profundos y estructurales males internos.Editorial. El País Signos de naufragio La escalada de la prima de riesgo española e italiana (la de España llegó a superar los 403 puntos básicos respecto al bono alemán y cerró por encima de los 380) colocó ayer en situación de emergencia a ambos países. La alarma política desencadenada por el castigo sin fin de los mercados bursátiles y financieros se tradujo en consultas políticas del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, con los partidos de la oposición para analizar las posibles respuestas al grave deterioro de la solvencia española y conjurar los temores sobre un posible rescate de España, que Bruselas desmintió. La constante percusión de los mercados contra las deudas española e italiana apunta contra la supervivencia de la zona euro, que está prácticamente a la intemperie por no disponer todavía de los resortes políticos necesarios para conjurar la especulación contra las deudas nacionales. El diagnóstico ya está hecho, pero Europa sigue sin resolver el fondo de la crisis griega ni ofrece la imagen de una dirección económica única. Mientras, España e Italia siguen atrapadas en la contradicción insalvable que surge cuando se aplica un plan drástico de ajuste fiscal. Cuanto más profundos son los recortes que se exigen a un país, más caen sus expectativas de crecimiento. Los inversores entienden que sin crecimiento no se puede devolver la financiación que se recibe. Por tanto, aumenta el coste de su refinanciación, lo que a su vez restringe un poco más su ya menguada actividad. Y así hasta que el rescate es inevitable. El mes de agosto va a suponer una dura prueba para España e Italia. Los inversores no han valorado el adelanto de las elecciones porque es un elemento marginal en comparación con los factores económicos mencionados, como es la raquítica capacidad de crecimiento (el PIB español logrará, con suerte, aumentar este año el 0,7%), el estancamiento de la economía mundial (evidente en el caso de EE UU) y la pésima gestión política de la crisis en Europa. Ni Alemania ni el BCE acaban de concretar los criterios de reforma financiera expuestos en la última cumbre europea. Mientras, Europa se desliza hacia una crisis irreversible. Si Italia y España, tercera y cuarta economías de la zona euro, tuvieran que acogerse a un plan de rescate, el desastre sería total para la moneda única. El margen de actuación del Gobierno español oscila entre lo malo y lo peor. Si la prima de riesgo no baja, el coste creciente del servicio de la deuda devorará cualquier margen de actuación de política pública. La recuperación ya es difícil con un diferencial de la deuda superior a los 100 puntos básicos; con 400, es imposible salir del estancamiento, crear empleo y bajar de forma significativa el paro. Una respuesta ortodoxa (sugerida por el FMI) sería presentar a Europa y a los mercados un recorte presupuestario adicional, en torno al 2% del PIB. Pero esa decisión tendría unos efectos sobre el crecimiento equivalentes al estrangulamiento que produce el desaforado aumento de los costes financieros. Significaría renunciar a la recuperación durante el próximo lustro. La Moncloa, en una nota pública, recordó que en este agravamiento de la crisis de la deuda han influido las dudas sobre Estados Unidos y el propio mes de agosto, dado a altibajos en los mercados por el menor número de operaciones financieras. Es cierto. Pero no lo es menos que algunas reformas emprendidas, como la laboral, han perdido impulso o no han dado los resultados esperados, que el control del gasto y la situación económica de las autonomías juegan a la contra y que las dudas sobre bancos y cajas no se han disipado. La suerte está echada. Y, ante el fracaso de las fórmulas más ortodoxas, es necesario buscar nuevas vías, como una actuación decidida e inmediata del BCE (compra masiva de deuda española e italiana) y la aceptación de una deuda europea que sustituya las deudas nacionales. EL PAÍS. 3-8-2011 Economía. La Vanguardia El BCE, penúltimo muro antes del shock Manel Pérez La crisis de la deuda muta, como los virus, y se inmnuniza contra los tratamientos previos. En tiempo récord se ha sacudido la retórica huera de la última cumbre de la UE, la del segundo rescate griego, de hace dos semanas; no salva a Atenas ni protege al resto de la zona euro. Tampoco ha servido el cartón piedra washingtoniano, el pacto de Obama con los republicanos; no ataja el problema de su deuda y eleva peligrosamente la posibilidad de una segunda recesión. Con cada mutación se fortalece, sobre todo gracias a las ganancias obtenidas en los anteriores golpes especulativos. Ahora ha metido de lleno en el paquete a dos pesos pesados de la zona euro, una amenaza letal para la moneda única. En el caso español, a las debilidades que ya antes le atribuían los mercados se suma la impericia, o el aventurerismo, de anunciar elecciones con 110 días de antelación. Cálculos de un Gobierno que cree que se blinda estirando como un chicle el periodo preelectoral. Parecida alquimia presenta la vecina Italia, compañera de fatigas de España, con la que ya forma un entrañable tándem latino con incierto destino. Ambas con tipos de interés récords de su deuda. Las dos ya no tienen en sus manos su destino en las próximas críticas jornadas. El penúltimo muro provisional de contención es el Banco Central Europeo (BCE), que se reúne mañana. Desde que su presidente, Jean-Claude Trichet, comenzó el rifirrafe con la canciller Angela Merkel, a cuenta del segundo rescate griego, dejó de comprar deuda de la eurozona. Era una forma de dejar que la presión llegara a Italia y España y forzar a la alemana a abandonar su idea de que la banca compartiera costes en el paquete heleno. El duelo se resolvió con la clásica confusión europea. Factura para la banca, pero mínima; a cambio, Merkel aceptó que el Fondo europeo comprase deuda soberana, sustituyendo y ampliando lo que el BCE había hecho. Trichet se ha tomado en serio el pacto y ha seguido sin comprar deuda, 18 semanas lleva ya, saliendo de la línea de fuego en la que se colocó al comprar deuda griega. La UE, en cambio, no ha hecho nada. No ha movido ni un papel y el Fondo es más una idea que un proyecto en marcha. Conclusión: los mercados han visto que en Grecia algunos privados han palmado sin que a cambio se proteja mejor a los más atacados, España e Italia. Si el BCE quiere salvar el punto crítico, aunque sea a corto plazo, mañana debería anunciar que se olvida de subir tipos y que reanuda con más brío su política de compra masiva de deuda. A la vista del silencio de la UE, es la única institución del euro que aún puede decir algo. LA VANGUARDIA. 3-8-2011 Opinión. La República El declive del imperio americano Luis de Velasco Actores en presencia en este, por ahora, penúltimo acto de ese declive: el “Tea Party”, la Cámara de Representantes, el Senado, el presidente Obama. “Mantra” del “Tea Party”, seguramente el ganador de esta pelea: “Menos impuestos, menos gobierno”. Detrás del movimiento, variados respaldos desde el poderoso canal de TV Fox (Murdoch) hasta Grover Norquist, fundador de “Americans for Tax Justice” que aboga por disminuir el Estado “hasta que desaparezca por el agujero del fregadero”, pasando por los “birthers” (que proclaman que Obama no nació en EEUU) hasta millones en la America Profunda que no admiten un presidente negro, díganlo o no. Estados Unidos es un país profundamente conservador como Obama está teniendo ocasión de comprobar. Las ideas del “Tea Party” caen y crecen en terreno abonado. El sistema de pesos y contrapesos de la democracia de este país tiene claras disfunciones que llevan a que, en muchas y cada vez más ocasiones, coexistan tres gobiernos: las dos cámaras del legislativo y el ejecutivo. Los demócratas están en minoría en Representantes, donde el peso, sobre todo cualitativo, del “Tea Party” se ha demostrado clave. Recuérdese además que todos los legisladores votan en función de lo que les parece mejor ( y ahí entran las contraprestaciones que obtienen para su jurisdicción, el llamado “pork barrel”). Una vez más, Obama ha demostrado que no es ni un reformador ni un izquierdista como ensoñaciones europeas pretenden (o pretendían) hacer creer a sus auditorios. Obseso por el consenso (“bipartisanship”), en esta ocasión, una vez más, el mismo se ha logrado cediendo casi al cien por cien, especialmente archivando el alza de impuestos para los más ricos (y con la amenaza de recortes en Medicare en lo inmediato). Obama fue en la última campaña electoral el principal recolector de fondos de las grandes empresas y aspira a su reelección para la que necesita esa imprescindible fuente de financiación. Cualquier análisis de la política norteamericana que no tenga en cuenta cómo se financian los políticos o es erróneo o es malintencionado. Antecedentes inmediatos: fue Bush con sus rebajas multimillonarias de impuestos a los ricos (que están vigentes hasta 2012 y que Obama quiso, al principio, eliminar), su gigantesco presupuesto de defensa (el precio de ser el “gendarme mundial”) y sus desastrosas guerras, la causa principal del déficit presupuestario que ahora se quiere reducir exclusivamente vía recorte de gastos. Balance provisional, porque queda mucho por hacer en este acuerdo y es bien sabido que el diablo está en los detalles: se ha evitado, al menos de momento (algunos hablan ya, como en el reciente acuerdo europeo acerca de Grecia, que se trata de “ patear la lata calle abajo”, es decir intentar ganar tiempo sin resolver nada) la suspensión de pagos. Pero, aparte de la economía financiera y fiscal, existe la real y los indicadores recientes internos confirman debilidades claras. El recorte de gastos, eso que algunos califican como “ austeridad expansiva” (recortemos gastos y crecerá la confianza y de ahí todo para arriba), no funciona y, al contrario, ese recorte acerca la economía norteamericana a 1937, a una “double-dip recession” como ocurrió en esa fase del New Deal. Tan importante como las medidas son el momento en que se aplican. Lo que parece que están teniendo en cuenta los analistas al hablar de rebajar las calificaciones es no tanto el tema fiscal como el de la incapacidad de un crecimiento mínimo. Con importantes repercusiones en la economía mundial. Dentro de años, cuando los historiadores busquen un punto de inflexión en el devenir del imperio norteamericano, lo situarán primero en las guerras de Afganistán e Irak y después en este suceso del techo de la deuda (en las setenta veces anteriores ha sido algo de trámite) porque, en ambos casos hay una clara manifestación externa de profundos y estructurales males internos. LA REPÚBLICA. 2-8-2011

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