Mientras el edificio más alto del mundo se inauguraba en Abu Dabi, China exponía su proyecto de construir 20.000 rascacielos en los próximos 10 años. La renovación del rascacielos americano ha llegado, o simplemente la de su envoltura?
El rascacielos vive uno de los momentos de mayor auge de su historia, y esta vez fuera del imerio que lo concibió. Tras ser el símbolo de la hegemonía americana durante más de un siglo, las grandes torres se trasladaron hacia Asía, reflejo del nuevo estatus económico alcanzado. Emiratos Arabes y China concentran hoy en día la mayor parte de las nuevas construcciones en altura. Pero para comprender su estado actual es indispensable ver el recorrido histórico que los rascacielos tuvieron en Norteamérica, tanto técnica como simbólicamente. 1880-1900 Chicago fue la ciudad que dio origen a la tipología de rascacielos en su vertiente más racional,expresión de las trasformaciones objetivas que sucedían en EEUU a finales del siglo XIX. Los elementos técnicos determinan la forma, abstracción de la arquitectura como puro signo, sin mensajes subjetivos, abandonando los valores expresivos que no provengan directamente de sus componentes funcionales esenciales. Generando una superposición de la infinita trama vertical sobre la anónima y fría cuadrícula vial urbana, que no deja, pese a su gran altura, de proporcionar la altura con la anchura de la calle. Tres factores están en la base de la construcción en altura: la concentración de funciones administrativas en el centro de la ciudad, el elevado coste del terreno y el salto técnico de las vigas de hierro a las de acero. Solución perfecta para rentabilizar los grandes costes del suelo y simbolizar el auge económico y político alcanzado por Norteamérica. Pero la nueva posición adquirida, no representaba al conjunto del pueblo americano y su arquitectura mostraba ya la contradicción entre las necesidades sociales y las imposiciones establecidas por la clase dominante, como apuntaba el arquitecto más importante de la escuela de Chicago, Louis Sullivan, “…nuestros edificios, todos, son solo una enorme pantalla detrás de la cual se oculta el conjunto de nuestro pueblo, aunque específicamente los edificios son imágenes individuales de aquellos a quienes, como clase, el pueblo ha delegado y confiado su poder constructivo.” 1910-1940 Décadas más tarde en Nueva York, las grandes corporaciones convierten el rascacielos en un símbolo de prestigio, de propaganda, representación de la acumulación del capital y del carácter pujante y emprendedor del sistema imperialista norteamericano. Frente a la trama homogénea de las torres de Chicago, en Manhatan la imagen del rascacielos se individualiza, formal y volumétricamente. La forma del edificio se independiza de sus determinantes técnicas, recubriéndose para diferenciarse de los restantes edificios mediante revestimientos con elementos eclécticos: medievales, góticos… Además el desarrollo en altura asume niveles desproporcionados en relación a la infraestructura urbana, relegando la cualificación estética únicamente al basamento y a la cúspide por problemas económicos y técnicos. 1950-1980 Tras la Segunda Guerra Mundial y la expansión de los monopolios americanos, se aúna una revolución técnica y tipológica, que permite al rascacielos propagarse entre el simbolismo de la alta tecnología y el monumentalismo del imperio. La producción seriada de las carrocerías automovilísticas es expresada en la fachada tecnológica. Mediante la producción industrial de los componentes arquitectónicos se generó una tipología simple, de rápido montaje y alto nivel de eficiencia constructiva e infrastructural.. Unido a la regulación climática, desarrollando una compleja tecnología de acondicionamiento ambiental oculta en falsos techos. Superponiendo a las opacas y puntiagudas siluetas de los años 30, los brillantes reflejos de los cristales ahumados o las blancas y negras carpinterías anodizadas de aluminio. La construcción en altura evoluciona tipológicamente y deja de ser una repetición de bandejas iguales, una sobre otra, pasando a contener una gran diversidad de funciones interiores en diferentes alturas. Torre de usos mixtos que según algunos autores se puede interpretar como “ciudad dentro de la ciudad” o como “isla protegida y autosuficiente para la clase dominante”. Clase que expresa el monumentalismo del imperio mediante la acentuación de la identidad específica del edificio en el perfil urbano y el dominio de la escala del volumen total, frente a la partición mostrando cada planta. En una primera fase lo monumental se hace hincapié en la recuperación de la herencia “nazi-fascista” y una ornamentación externa superflua, posteriormente se busca la expresión individual e irrepetible de cada edificio proyectado -imagen de empresa diferente, rica- recurriendo nuevamente al simbolismo propagandístico de los grandes monopolios. 1980- 2010 En las últimas cuatro décadas el rascacielos no ha evolucionado sustancialmente como tipología arquitectónica, aunque si lo ha hecho como símbolo. Dejando de representar la hegemonía “yanki” para pasar a ser expresión del poder, solidez y eficiencia económica de las nuevas potencias, principalmente asiáticas, intentando reflejar el dinamismo y modernidadque poseen. Nuevo escaparate económico en el caso Árabe y político-económico en el Chino. Más allá de las crisis energética de estas décadas y los intentos por hacer del rascacielos un edificio autosuficiente y bioclimático – contradictorio en su propia naturaleza como gran parásito energético- el rascacielos no ha evolucionado en su esencia tipológica de usos mixtos. En cambio, donde sí lo ha hecho es en sus envolturas, que unas veces de “verde”,otras de tecnológico y las más de totems escultóricos, reivindican nuevamente la altura como signo publicitario. Signo, del siglo vertical.